No hay nada como el Game 1 de una final

Hoy es un día extraño para mí. Hacía cinco años que no me veía por estas fechas jugando la final de la NBA. Desde luego me disgusta no estar ahí, a mí lo que me gusta es jugar al baloncesto, pero la verdad es que tiene una ventaja: estoy pasando mucho tiempo con mi familia. Ya lo dije en Twitter: me lo tomo como una cosa positiva, una ocasión para tomarme un descanso y dar gracias porque me encuentro bien en lo que se refiere a mi salud. Quizá sea lo mejor no estar jugando esta vez este primer partido.

Estoy entrenando ya otra vez, y es genial. Estoy feliz de volver a las pistas tras mis problemas físicos, de volver a trabajar para mejorar mi juego… Una de las cosas peligrosas de alcanzar el éxito en la NBA es que llegas tan lejos en la temporada que cuando acabas sólo tienes tiempo para irte de vacaciones un poco antes de empezar otra vez. Casi no hay tiempo para detenerse un poco. Así que también me agrada tener estas semanas para analizar mi juego y ver en qué puedo mejorar.

Por otra parte, claro, siento nostalgia de mis primeros partidos de las finales con Miami Heat de estos últimos cuatro años: la verdad es que te pones nervioso. Hay un grado de concentración, nervios, excitación… las Finales son distintas a todo lo demás. Hay mucha atención mediática a nuestro alrededor y hasta cuando estás en tu cancha crees que estás en un sitio distinto y que casi no conoces. Sigue siendo sólo un juego pero la verdad es que todo es muy distinto en torno a estos partidos. Si cometes el error de encender la tele, te das cuenta del nivel de expectación que se crea. Tratas de encontrar el equilibrio entre no hacer demasiado caso pero saber que tienes que hacer lo que tu equipo necesita que hagas para ganar. Después empieza el partido… y todo eso queda atrás.

Mañana escribiré de nuevo pero por ahora os dejo mi predicción: ganan los Warriors en siete partidos.

*Texto traducido por AS NBA.