Tócala otra vez, Timmy
Vio entrar el balón y agachó la cabeza como si aquella fuese la primera vez. Como si fuese mayo del 98 y recibiese su primer golpe en los playoffs. Comenzó a andar mientras los rivales celebraban a su alrededor y levantó la mirada buscando un ojo amigo. Nada había cambiado en su rostro. Fue encontrándose por el camino con los mismos que le acababan de poner en la diana de una posible retirada, y les abrazó. Se paró con DeAndre Jordan, con el que había batallado por cada rebote durante siete partidos, y se detuvo con Chris Paul. Con el hombre que le había superado. Agachó la cabeza y pegó su frente a la cara del rival mientras este casi caía en lágrimas. Se fue hacia los vestuarios, chocando la mano de cada espectador que se la pedía, de cada persona que había deseado su fallo durante la última semana y media. Y desapareció, cabeza abajo, por el túnel del Staples Center.
Ese es Timothy Theodore Duncan. El hombre que cambió la historia de una pequeña ciudad de Texas para ponerle imagen y nombre a la nobleza y la humildad en el deporte.
Hace unas semanas, cuando los Lakers terminaban su temporada, Jeannie Buss decía que el próximo año va a ser un homenaje continuo a Kobe Bryant. Idea magnífica para honrar la carrera de uno de los mejores jugadores de la historia y situación que se nos puede haber escapado con el otro gran emblema del siglo XXI. También, quizás, sea culpa del propio Duncan, por hacernos creer que todavía no había llegado a la treintena y que seguía anclado en esas piernas de tímido veinteañero. Culpa tuya, Timmy, por demostrarte indemne al paso del tiempo.
Y es que si algo ha pasado por Tim Duncan es tiempo. 17 temporadas, ni más ni menos. Se ha convertido en el 14º con más puntos en la NBA, el 11º con más partidos, 13º con más minutos, 8º con más rebotes, 6º con más tapones, y lo más importante: el 14º con más campeonatos, cinco. Sólo la plantilla de los Celtics de los 60, Robert Horry (7), Kareem Abdul Jabbar (6), Michael Jordan y Scottie Pippen (6) tienen más.
16 temporadas entre el primer anillo, como sophomore en el 99, y el último, en 2014. 17 temporadas entre ese promedio de 20-9 de sus primeros playoffs y el 18-11 de esta serie contra los Clippers.
En sus manos, como en las de Ginóbili, está el futuro. Volverlo a intentar por puro amor al juego y a un estilo o dejarlo sabiendo que te vas como el hombre que quieres que te recuerden.
Desde aquí, un mensaje: tócala otra vez, Timmy.
Y por si acaso, Gracias.