Pau Gasol irrumpe en la batalla entre los Bulls y LeBron James
La rivalidad entre los jugadores de Chicago y LeBron ha viajado de Cleveland a Miami y de vuelta a Ohio. La baja de Kevin Love y la sanción a JR Smith pueden ser claves.
Esta debería haber sido la final del Este. Era la que esperaban todos (expertos, público, apostantes) antes del inicio de la temporada. Y era la que se vendía como bandera de la regeneración y el refuerzo competitivo (que luego se ha quedado a medias) de la Conferencia débil: del Heat-Pacers al Cavaliers-Bulls, siempre con LeBron James como eje pero esta vez con suficientes condimentos extra, a la cabeza los recuerdos a Michael Jordan y su the shot, el tiro eterno por encima de Craig Ehlo con el que fulminó a los Cavs en 1989. En esos años, 5-0 en playoffs para los Bulls ante aquel fantástico equipo de Daugherty, Price, Nance y Harper. Después, LeBron barajó de nuevo esas cartas, como ha hecho casi a su antojo durante toda su carrera. Con él los Cavs por fin ganaron una eliminatoria a Chicago (2010), en el inicio de una rivalidad que saltó después a Miami junto al Rey. En fin: afrontamos el cuarto LeBron-Bulls en playoffs. Hasta ahora, 3-0 para LeBron. Las tres veces, 4-1. Glups…
Esta debería haber sido la final del Este… pero ha acabado no siéndolo porque los Hawks se sacaron de la manga una temporada maravillosa y porque tanto Bulls como Cavs han tenido que dar unas cuantas vueltas a la fórmula hasta llegar donde estaban predestinados: cara a cara en ruta hacia el anillo. Los Bulls del rearme (Gasol, Mirotic, McDermott y el regreso de Rose) han jugado regular durante demasiados partidos y han vivido con los dedos cruzados por las rodillas de Rose. Los Cavaliers parecieron un experimento disfuncional hasta que llegaron JR Smith, Shumpert y Mozgov y se fue Waiters. Esos movimientos, y el repliegue de David Blatt al estilo de juego que más conviene a LeBron, hicieron de los Cavaliers una máquina infernal que convirtió un 19-20 en un 53-29, 20-7 después del All-Star (16-12 los Bulls). Finalmente, Cleveland ha sido el cuarto mejor equipo ofensivo de toda la NBA (111 puntos por cada 100 posesiones después de las reformas de Año Nuevo: una locura). Los Bulls, el décimo. En las casas de apuestas de Las Vegas, los Warriors son los grandes favoritos al anillo. Por detrás, los Cavaliers… y los Bulls.
En Regular Season los Cavaliers parecieron (3-1) suficientemente mejores en los duelos directos ante un rival que contó con un Pau Gasol especialmente incómodo (14 puntos de media con un pobre 36% en tiros). En primera ronda, el equipo de Ohio ventiló felizmente a los Celtics con Kyrie Irving disfrutando en su primer viaje a playoffs (48% en triples) un LeBron que firmó 27 puntos, 9 rebotes y más de 6 asistencias y 2 robos por noche sin forzar demasiado la máquina. Pero entonces se lesionó Kevin Love y a JR Smith le cayeron dos partidos de sanción, todo en ese enredo del cuarto partido en Boston que puede tener consecuencias nefastas ante el entramado de Thibodeau. Sin Love ni Smith (que volverá con el traslado de la serie a Chicago), Cleveland se queda sin dos de sus cuatro principales anotadores y se queda sobre todo sin espacios: la potencia de fuego exterior de los dos ausentes es clave para abrir las defensas, facilitar la vida a LeBron e Irving y hacer más eficaz el juego de pick and roll. Love, que no ha hecho una temporada precisamente para enmarcar y no se ha convertido en el nuevo mejor amigo de LeBron James, ha sido el segundo jugador de los Cavs que más minutos ha disputado (tras Irving) y está en prácticamente todos los quintetos más utilizados y más productivos de Blatt.
Ahora los Cavs tendrán que apoyarse más en jugadores como Mike Miller y James Jones, en franca retirada, y en ese monstruo bicéfalo que conforman la magia de Irving y el martillo pilón de LeBron, que ve a ver mucho y muy de cerca la cara de Jimmy Butler, el guerrero perfecto de Thibodeau que ya jugó los 48 minutos en tres de los cinco partidos que los Bulls jugaron contra los Heat en 2013. Chicago tiene opciones, más ante los problemas de personal de los Cavaliers. Necesita su mejor capacidad defensiva, que ha estado más ausente que presente a lo largo de la temporada. Y necesita una versión dominadora de Gasol y Noah y al mejor Derrick Rose, que va a sufrir mucho en el cara a cara con Irving. Y, por encima de todo, necesita ganar uno de los dos primeros partidos en pista contraria. Antes de viajar a Chicago y de que vuelva JR Smith. En ese arranque se decidirá la temperatura de la serie... y quizá su destino. Por ahora y a priori, cuesta dar un pronóstico que no sea que todo pasa por un LeBron que ha tenido demasiados días libres tras el 4-0 en el aperitivo de la primera ronda: “Ha sido un desafío mental, tengo demasiada energía y me estoy aburriendo sin jugar”. Glups, glups…