PRIMER BACHE
Dudas en los Bulls: reunión tras la derrota ante los Warriors
Veinte minutos después de la derrota, el vestuario seguía cerrado. Preocupa la defensa, una sombra de la del año pasado: ya han encajado más de 100 puntos en diez partidos.
Casi media hora después del final del partido ante los Warriors, el vestuario de los Bulls seguía cerrado a cal y canto. Se había improvisado una reunión en la que se estaba hablando básicamente de derrotas y de defensa. Los Warriors acababan de ganar en Chicago y lo habían hecho anotando muchos puntos. Algo que está sucediendo a casi todos los rivales de los de Oakland (doce triunfos seguidos, 17-2) pero que no por eso deja de suponer un feo baño de realidad para un teórico aspirante al anillo como es el equipo de Tom Thibodeau, en el que todos eran sonrisas en el arranque de curso hasta este primer y pequeño conato de crisis. Las temporadas NBA son largas y raramente un equipo lo borda de noviembre a junio. Los que finalmente ganan, o llegan a los playoffs con opciones de hacerlo, son aquellos que pasan por trances como este y salen de ellos fortalecidos. En eso están los Bulls.
En este último partido, los Warriors anotaron 112 puntos, con buenos porcentajes y 27 puntos en transición rápida sólo en el primer tiempo. En total, 28 que maximizaron las 23 pérdidas de los locales. Además, los de Steve Kerr cogieron 15 rebotes de ataque. El partido fue, en ese sentido, un paradigma de los males que acosan a los Bulls: mala defensa en transición y demasiados puntos encajados en contraataque, muchos rebotes de ataque y porcentajes como mínimo aseados del rival. Datos que se salen totalmente del libro de estilo de Thibodeau y que arrojan resultados sorprendentes. A los Bulls les han metido ya 100 o más puntos en diez de sus 20 partidos. La temporada pasada no sumaron tantos encuentros con esa anotación en contra hasta el 24 de enero.
El equipo, de hecho, se ha dado la vuelta como un calcetín. En la 2013-14 fue el que menos anotó (93,7) pero también el que menos encajó (91,8). En números cocinados, su defensa fue la segunda mejor en eficiencia sólo por detrás de la de los Pacers, mientras que su ataque fue el tercero peor de toda la NBA. Este año, anotan 102,6 puntos de media (duodécima mejor) pero encajan 100,5, en mitad de la NBA (puesto 15) y con sólo el undécimo mejor coeficiente defensivo. Desde luego, impropio de la fórmula Thibodeau. Los Bulls son, además, el quinto equipo al que más rebote de ataque le cogen: 11,8 por partido.
En el inicio de la temporada, las victorias y un buen ritmo de ataque taparon esta inesperada flacidez, pero ahora los Bulls están 12-8 después de no haber pasado del 5-5 en sus últimos diez partidos. Las bajas también sirven como coartada: en veinte partidos Derrick Rose se ha perdido ocho, Gibson siete y Pau Gasol y Noah, tres cada uno. Pero el hecho es que Chicago ha firmado un notable inicio de temporada fuera de su pista (10-3) pero está en un absolutamente sorprendente (y decepcionante) 2-5 en el United Center, donde han ganado ya Cavaliers, Celtics, Pacers, Mavericks y Warriors. Mirando el calendario, las noticias son aún peores.
Porque los Bulls han jugado catorce de sus veinte partidos contra equipos que ya han sumado 10 o más derrotas (una de las ventajas, por otra parte, de estar en la Conferencia Este). En ellos han sumado 10 de sus 12 victorias (10-4); Las otras dos llegaron contra los Raptors y los Clippers. Llevan ocho partidos contra equipos que jugaron playoffs en 2014 con un balance de 4-4 y llevan siete contra equipos que están por encima del 50% de victorias y han perdido cuatro (3-4). En total han jugado ya diez veces contra franquicias que han perdido ya 135 partidos (Knicks, Wolves, Magic, Sixers, Pistons, Pacers, Jazz, Hornets y dos veces contra los Celtics) y en esos duelos han llegado ocho de sus doce victorias. Contra rivales del Oeste, están 3-5 en ocho partidos así que tampoco ahí las cifras son halagüeñas. Y dos de esos triunfos han sido contra Timberwolves y Jazz, de los pocos hermanos pobres de la Conferencia salvaje.
A la vista de ese calendario sorprende más la fragilidad defensiva de los de Thibodeau, que en siete de sus ocho derrotas han encajado más de 100 puntos. Y en la octava, 99 (ante los Pacers). Evidentemente, hay una correlación entre defensa y derrotas. Sólo han ganado tres partidos en los que el rival ha anotado en tres dígitos. Los tres ante rivales débiles (Sixers, Celtics y Wolves) y por un apretado +11 total. Por ahora, los Bulls no están al nivel que se esperaba, entre otras cosas porque siguen ajustando piezas, acostumbrándose otra vez a jugar con Rose y descubriendo cómo repartir de forma eficiente los tiempos y los espacios en su nueva rotación interior. Pau Gasol, por ejemplo, está funcionando en ataque y como protector del aro, pero su presencia hace que Joakim Noah defienda muchos minutos en la posición del cuatro, cubriendo demasiada pista y lejos de la zona que le permite hacer de ancla, el ámbito de influencia que le valió el último título de Mejor Defensor de la NBA. Los problemas físicos de Gibson tampoco han permitido analizar por ahora hasta qué punto Thibodeau renunciará en los finales igualados a la pareja que le ganó muchos partidos la temporada pasada a base de energía defensiva e intimidación: Gibson-Noah.
El propio Gibson ha reconocido que están hablando sobre sus obvios campos de mejora: “Ahora mismo no tenemos la confianza necesaria en nuestra capacidad defensiva. Y todo empieza por ahí. Si queremos ganar partidos, si queremos ganar este campeonato, tenemos que defender mejor, coger más rebotes, comunicarnos mejor atrás. Tenemos que entrenar muy duro, trabajar mucho”. Thibodeau, claro, coincide pero también incide en las pérdidas de balón: “Hemos perdido contra los Warriors por las pérdidas: ellos once, nosotros veintitrés. Contra un equipo que tira tan bien, eso te mata. Tenemos que trabajar mucho para cohesionarnos, necesitamos que todos entrenen juntos, trabajen juntos, se acostumbren a remar en la misma dirección porque eso es lo que hace falta cuando tienes delante rivales de primer nivel. Por ahí está el margen de mejora. Nuestros teóricos titulares han entrenado muy poco juntos hasta ahora: lesiones, restricción de minutos… Tenemos que sobreponernos a todo eso”.