Jason Williams, el Chocolate Blanco que no engorda
Jason Williams cumple hoy 39 años, excusa perfecta para que quien se enamoró de la NBA viendo a este 'blancucho' de West Virginia escriba algo sobre él. Porque Jason Williams, White Chocolate para los amigos, son los 90, el talento como excepción rebelde a una revolución generacional, física, del nuevo baloncesto que llegó con el 2000.
Para mí, infante en los 90 y amante de programas como NBA en Acción, Jason Williams tiene una relación especial con el postre, con el mediodía, con los resúmenes que emitía Canal+ cuando el reloj se acercaba a las tres de la tarde. Por eso siempre me hizo gracia ese apodo: Chocolate Blanco. "A mí ese dulce nunca me engordaba", escuchaba hace poco, excelente resumen.
Reconozco que yo de pequeño era más de Laudrup que de Jordan. Mi mente y mis piernas, invadidas por la repercusión mediática del cuero, siempre tiraron más hacia tierra y porterías que a aros y parquet. Pero allí, en el postre, mandaba el '55' de "ese equipo que vestía de blanco", que comía palomitas y daba pases con el codo. Por eso no encuentro mejor manera de definir quién era Jason Williams y lo que significó para la liga que reproduciendo varias conversaciones que, con el tiempo y gracias a Youtube, descubrí que habían mantenido Antoni Daimiel y Andrés Montes.
Es un Kings-Spurs en el antiguo ARCO Arena de Sacramento y Jason Williams lanza un contraataque magnífico que termina en canasta de su equipo. "Qué perfección, nunca exenta de espectacularidad", resume, con brillantez, Daimiel. "Es que la gente se vuelve loca, ¡cómo no se va a volver loca!", grita Montes.
En ese mismo partido Jason Williams roba un balón, avanza hacia el aro y realiza un mate sobre Avery Johnson. En la jugada siguiente da un pase de espaldas, se para delante de un espectador de la primera fila y comienza a comer palomitas. "¡Y come palomitas!" grita Daimiel. "Claro, llegas a casa, enciendes la televisión y ves una jugada de este tipo, de Jason Williams, y otra, y otra... y te quedas. ¿Tu crees que merece la pena ser abonado de los Kings? Sólo con este jugador ya está justificado el abono", vuelve a explicar Antoni. Incluso Montes recuerda que le llamaron de A Coruña porque Djalminha, jugador del Deportivo por aquel entonces, había reconocido que se inspiraba en Williams.
Luego hay que recordar, evidentemente, su jugada más famosa: el pase con el codo. Es el Partido de Novatos de la temporada 1998-99, Jason avanza en un contraataque y termina con un pase por la espalda a LaFrentz. Todo el pabellón exclama un "ohhhh", pero los comentaristas aún no han descubierto el por qué. "Es que la gente se vuelve loca, ¡pero además los primeros que se levantan son los afroamericanos, la gente de raza negra!", cuenta Montes. Y ahí, en ese momento, ponen la repetición de la jugada: "¡La ha pasado con el codo!", exclama Daimiel, y tú, en el sofá de tu casa, no te crees lo que está pasando. "Un jugador así multiplica toda la difusión de este deporte. Porque los no seguidores de la NBA al ver estas cosas preguntan quién es ese chico blanco, con tatuajes, que lleva el número 55 a la espalda", cierra Antoni.
Y es que eso era Jason Williams, un chico blanco, bajito, con tatuajes, en un deporte dominado por jugadores de color, y que vestía el número 55 en una camiseta blanca. Una camiseta que fue de las más vendidas esos años, imagen del impacto de un jugador único, rebelde y de una locura extraordionaria. Un jugador que convirtió a un Maestro Zen como Phil Jackson en un loco psicólogo colgando carteles de su cara y la de Edward Norton en American History X para motivar a la plantilla de los Lakers en una eliminatoria de Playoffs en el 2000.
Los Kings terminaron por traspasar a Williams, perdiendo alegría y diversión en pos de una entereza que les acercase a un anillo que nunca consiguieron. Jason, él sí, acabó siendo el base titular de un equipo campeón: Miami Heat, 2006. Otro día contaremos la parte 'profesional' de la carrera del chico blanco que llevaba el 55 en los Kings.