BOSTON CELTICS
Un curso clave para Jeff Green: "Quiero convertirme en un líder"
El alero se encuentra ante la última gran oportunidad de demostrar que puede ser ese referente que los Celtics necesitan durante su proceso de reconstrucción.
Mientras los Celtics preparan su desembarco en el Año 2 de su reconstrucción, todas las miradas en torno a la franquicia están centradas en el futuro de Rajon Rondo, quien se convertirá en agente libre el próximo verano. Boston apostó como número 6 del pasado draft por Marcus Smart. El hecho de que el rookie comparta posición (la de base) con Rondo hicieron que las alarmas sobre un posible traspaso del tres veces all star se encendieran. Es más, y pese a los continuos intentos del coach Brad Stevens y Danny Ainge en negarlo, la posibilidad de que abandone Boston es real y lo va a seguir siendo hasta el cierre del mercado el próximo 19 de febrero. Mientras tanto, dejando a un lado el terreno especulativo y los focos, esta próxima temporada también va a resultar determinante en el devenir de Jeff Green.
El alero quizá se encuentra ante la última oportunidad para dar ese paso adelante necesario que acaba distinguiendo las carreras de los buenos jugadores de las de aquellos que son líderes en sus equipos. Partidos como el completado ante los Heat hace ya año y medio (anotó 43 puntos) nos sitúan ante un jugador especial, diferente. Tras ser intervenido quirúrgicamente de una aneurisma aórtica en enero de 2012, una operación de 5 horas y 26 minutos de duración en la que su corazón estuvo sin latir 1 hora y 35 minutos y que le hizo perderse al completo el curso 2011-2012 (cuyo inicio se retrasó al día de Navidad como consecuencia del lockout), firmó sus mejores promedios anotadores (16,9 puntos por noche) como profesional esta última temporada. Sin embargo, no se le terminó de ver cómodo como único y gran referente ofensivo del equipo. "No lo puedo hacer solo", admitió el pasado mes de abril.
No se esconde. Sabe que los seguidores del Garden aún tienen depositadas en él grandes expectativas. Ahora, le toca refrendar lo que sus actuaciones en los Playoffs 2013 y en algunos momentos de la última temporada dejaron intuir: que puede convertirse en un digno heredero de Paul Pierce. Palabras mayores, pero con esa intención se hicieron los orgullosos verdes con sus servicios en febrero de 2011. Green, nacido en el estado Maryland hace 28 primaveras, recalaba en Boston (el equipo que le eligió en el número 5 del draft 2007 para traspasarle inmediatamente a los por entonces Seattle SuperSonics) junto al pívot serbio Nenad Krstic. A cambio, los Thunder recibieron a Kendrick Perkins y Nate Robinson.
Como jugador de Oklahoma City, fue uno de los pilares fundamentales sobre los que se cimentó la conversión de un equipo que desbordaba talento por los cuatro costados a ser la potencia NBA que hoy en día es. Llegó al mismo tiempo que Durant a la franquicia, con la que vivió su último año en la lluviosa Seattle. En el verano de 2008, los Sonics se trasladaron a OKC y fueron rebautizados como Thunder (truenos). Esa misma temporada, y ya con Westbrook en el equipo (en 2009 se sumarían Harden e Ibaka), completó su curso más completo (16,5 puntos y 6.7 rebotes -la faceta en la que muestra una mayor debilidad- ) para hacerse con un puesto de titular indiscutible que mantuvo hasta su marcha a mediados de la temporada 2010-11.
Ya en el Garden tuvo que readaptar su rol al de suplente, con el consiguiente empobrecimiento en sus números. Meses después, en diciembre de 2011 y apenas una semana después de renovar por un año a razón de 9 millones de dólares con los de Massachusetts, un reconocimiento médico rutinario descubrió la dolencia que padecía y que de no haber sido detectada a tiempo podría haber acabado con su vida. Su inmediata reacción fue aislarse del resto del mundo. Se pasó los siguientes 90 minutos sin hablar. "Me quedé sentado con la camiseta sobre la cabeza y empecé a llorar", recuerda. En un primer momento se puso en duda que incluso pudiese volver a pisar de nuevo una cancha como jugador de baloncesto. Por ello, cada vez que tiene ocasión muestra sin reparos la enorme cicatriz que atraviesa su pecho: "Es una parte de mí. Me encanta. Me sirve para recordar todo lo que he peleado y de lo que mucha gente dudaba que fuera a recuperarme".
Ahora, en su tercera campaña tras volver a nacer, afronta el mayor reto de su carrera deportiva. Condiciones y talento no le faltan, lo que debe hacer es encontrar la consistencia y regularidad en su juego para derribar la puerta de acceso a la élite de la Liga. Para entender ambas circunstancias no hay más que revisar los dos Celtics-Heat de la temporada 2012-13. En el segundo, el 18 de marzo de 2013, vivió su mejor noche y estableció su tope anotador con 43 tantos. Poco antes, en el celebrado dos meses antes exhibió sus grandes cualidades defensivas ante nada más y nada menos que LeBron James. Sin embargo, en la última acción de aquel partido dejó escapar el rebote (su gran tarea pendiente) que permitió a LeBron forzar la prórroga. Errores que se suelen pagar muy caro. Para ahuyentarlos ha optado por un cambio físico: dejarse crecer la barba este verano. "Me identificaría más con la de Bill Russell que con la de James Harden", destacada sobre su nuevo look. Su explicación no es casual. Tiene claro el lugar en el que está y lo que representa.