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UN REPASO A LOS PLAYOFFS

Playoffs de contraste: emoción al inicio y desigualdad al final

La tensión vivida en la primera fase no se prolongó en el resto de las eliminatorias, en las que no hubo ningún séptimo partido más. San Antonio dominó con mano de hierro.

Actualizado a
Manu Ginóbili machaca ante Chris Bosh, en el mejor mate de todas las Finales.
USA Today Sports

Con la contundente victoria de unos Spurs que borraron a los Heat del mapa en las Finales recién concluidas, se puso fin a los playoffs 2014. Una postemporada que comenzó a un nivel espectacular, pero que, para ser justos, fue perdiendo emoción conforme esta iba avanzando. Pasamos de una primera ronda histórica en la que se batió el récord de partidos jamás disputados en dicha fase (50) y en la que se jugaron nada más y nada menos que hasta ocho prórrogas; a no vivir ni un solo séptimo partido tanto en las semifinales, finales de conferencia y en la batalla por el anillo. Pasamos de coleccionar finales apretados y acciones individuales para el recuerdo (aquel triple de Lillard) a acumular encuentros resueltos por abultadas diferencias que, pese a que no restaron intensidad, entrega y pasión en cada jugada; le quitaron al espectador la tensión y emoción que desprenden los finales apretados.

Esto no quiere decir que no los hubiera, por supuesto que alguno hubo. Sin embargo, en la comparación con la memorable primera ronda, las últimas fases no salen muy bien paradas. Me explico, de los 50 duelos de la ronda inaugural, casi la mitad (22) se resolvieron por una diferencia igual o menor a 5 puntos y otros 14 se decidieron por rentas entre los 10 y 6 tantos. Esto quiere decir que el 72% de los 50 duelos que albergó se decidieron por un margen igual o inferior a la decena. Sólo 4 registraron victorias por más de 20 puntos, lo que contrasta con los 9 triunfos por semejante diferencia que se dieron en las tres rondas posteriores, en las que se presenciaron un total de 39 partidos. De estos, 14 (9 por cinco o menos y 5 entre 6 y 10) contaron con unas diferencias que como mucho alcanzaron la decena de puntos. Esto supone un escaso 35,9%.

El mejor paradigma de esta metamorfosis sufrida no es ni más ni menos que el equipo campeón. San Antonio tuvo que recurrir al séptimo duelo ante los Mavericks para llegar a conseguir el billete para las semifinales del Oeste. Ningún equipo le puso en tantos apuros como los de Rick Carlisle. Ambos jugaron una serie al límite, salvo en el duelo decisivo (119-96), el único en el que los de Popovich supieron cómo desarbolar el entramado defensivo de Dallas que tanto les había complicado. Desde entonces, los Spurs recuperaron su mejor versión (la misma que les permitió acabar la liga regular como el mejor equipo) y machacaron sin piedad a unos Blazers que venían de protagonizar una excelente serie ante los Rockets. Los Aldridge, Lillard, Batum, Matthews y compañía no encontraron respuestas ante el vigoroso juego ofensivo spur. En la final del Oeste se vieron la caras con los Thunder del MVP Durant, Westbrook y del renacido Ibaka, quien protagonizó la milagrosa recuperación de turno de los playoffs cuando sólo unos días antes desde OKC anunciaban que sería baja para el resto de la temporada. Antes, los de Brooks doblegaron a los Clippers en unas semifinales que quedarán marcadas para la historia por la polémica desatada tras aquel balón que en el último minuto del quinto duelo peleaban Reggie Jackson y Matt Barnes y que se marchó por línea de fondo. Ni con la repetición resultaba claro determinar quién lo había tocado en última instancia. Finalmente los árbitros dictaminaron que era balón thunder, lo que originó el enfado monumental de Doc Rivers. Ya saben, aquella frase de “que nos roban”.

Su ausencia en los dos primeros partidos la aprovecharon los texanos para triturar a sus compañeros. Ya nadie dudaba que, tras el susto ante los Mavs, los pupilos de Popovich habían alcanzado su mejor versión en el momento decisivo. Sin embargo, al trasladarse la serie a Oklahoma City, y con el ingreso de Ibaka en la cancha, los truenos jugaron sus dos encuentros más serios de todas las eliminatorias para conseguir igualar la serie. Tras volver a ser vilipendiados en el quinteto, su gasolina se agotó en la prórroga del sexto duelo, casi con toda probabilidad el más atractivo del último mes. Este tiempo extra fue el noveno que se alcanzó en playoffs. El primero y el único que no tuvo cobijo en la primera fase. Una vez concluida esta, se daba por hecho que caería el récord de 10 prórrogas en una sola postemporada, algo que no pudo ser, dejando el registro de 2014 en nueve.

Tras el repaso por el Oeste, el transcurrir por la Conferencia Este siguió los mismos derroteros mostrados durante la primera ronda: nadie era capaz de hacer sombra a Miami, mientras que Indiana continuaba cumpliendo con su papel de Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Unos días cara y otros días cruz. Antes de encontrarse ambos, los Heat dejaron entrever lo que muchos esperábamos, que la reunión de veteranas estrellas en Brooklyn orquestada por el magnate ruso Prokhorov llegaba con un par de años de retraso. Únicamente su acierto exterior les permitió cosechar un triunfo ante los de Florida, lo que obligó que a la noche siguiente LeBron James cogiera el disfraz de superhéroe al que tanto nos acostumbró en sus dos primeros años en Miami y durante su etapa en Cleveland, para con 49 puntos (el tope individual de la postemporada), poner tierra de por medio. Mientras, Indiana superó en una serie de lo más extraña a unos Wizards que comenzaron soberbios, pero que acabaron derrumbándose sin motivo aparente.

Ya hablando del duelo entre las dos superpotencias del Este, cualquier comparación que hagamos con el del año anterior, dejara a este muy mal parado, sobre a todos los Pacers. Sus dos victorias llegaron en el único día en que este equipo se pareció al de hace doce meses y de la mano de un Paul George que se resistió a ceder en el quinto encuentro. Poco más que decir, Miami se mantuvo fiel a su línea y con unos buenos ratitos de Wade, el resurgir de Bosh mediada la serie, el punto de Mira de Ray Allen, y la regularidad de LeBron se bastó para hacer historia al convertirse en la tercera franquicia en colarse en las Finales por cuarto año consecutivo.

Sin embargo, quien la terminaría haciendo fueron los inmortales Spurs, que se pudieron vengar tras la cruel manera en la que fueron improvistos en 2013 de un quinto anillo que llegaron a acariciar con la yema (y más que eso) de las manos. Ya saben, la venganza se sirve fría y los texanos dejaron desangeladas las Finales tras cosechar sus cuatro triunfos por una renta igual o superior a los 15 puntos. Lo nunca visto y el contrapunto a una primera ronda trepidante. La noche y el día.