LeBron James contra los Spurs, las críticas y los calambres

Fue dar un síntoma de debilidad y LeBron James comenzó a recibir críticas sorprendentes por no haberse dejado la pierna en el intento de terminar el primer partido. Él se resigna a su suerte: “Soy el blanco más fácil, siempre lo he sido”. No es la primera vez que se duda de él y su respuesta tiende a ser demoledora. Esta noche, en el segundo partido de esta final, recuperado de sus calambres a base de suero, frío y masajes, con el aire acondicionado del pabellón reparado y los ojos del mundo sobre su inabarcable espalda, se espera un LeBron­ desencadenado.­

Pero esa imagen, que aterrorizaría a cualquier humano cuerdo, no inquieta a los impasibles Spurs. Es lo que tiene ser unos señores mayores que llevan ganando desde que su rival estaba en el instituto. La última media hora de su entrenamiento son juegos y risas: dos grupos tirando desde el mismo sitio en cada canasta, el primero que mete 25 se mofa del otro delante de 100 periodistas. Como en casa. Después, dos tipos con fama de huraños como Popovich y Duncan se dedican a bromear. “La única exigencia de Timmy es estos años ha sido jugar de base”, dice el técnico. Y el mejor ala-pívot de la historia le sigue: “Llevo años peleando por eso y no me rindo”. Y se van entre risas.

De negro. El optimismo en San Antonio se ha desbordado con el 1-0. En una ciudad que sólo presume de El Alamo y de los Spurs, todo el mundo viste de negro, lo que requiere un sacrificio considerable en un lugar donde 30 grados son un día fresco. Hoy, LeBron, el hombre que vive bajo la lupa, pretende convertir esa indumentaria de homenaje en traje de luto. La Historia dicta que no conviene apostar contra él. Aunque, claro, los Spurs son la Historia. Vaya duelo.