Tras anunciar hace apenas una semana Mike D'Antoni, técnico de los Lakers, que la temporada se había terminado para Steve Nash, la situación del base canadiense ha vuelto a dar un giro de 180º. Primero se hizo eco 'Yahoo Sports' de que Nash podría volver a jugar esta misma madrugada en el partido que medirá a los angelinos con los Wizards en el Staples Center. El hecho de conocer que el ex de Suns y Mavericks había completado una sesión de entrenamientos junto al resto de sus compañeros suponía toda una sorpresa si nos atenemos al hecho de que ya nadie le esperaba de cara a los quince partidos que les restan a los Lakers para echar el cierre a un esperpéntico curso. Pero la baja de Kendall Marshall ha precipitado la vuelta de Nash, que jugará desde el banquillo por primera vez desde el año 2000, todavía en los Mavericks.

Nash, quien ha estado lesionado debido a la irritación de un nervio en su pierna izquierda (previamente sufrió una fractura en la rodilla izquierda a comienzos de temporada), apenas ha podido disputar un total de diez encuentros en el presente curso, en los que ha promediado 7,6 puntos y 4,7 asistencias.

Mucho se ha hablado en estos últimos meses de la probable retirada de un jugador que cumplió 40 años a principios del pasado mes de febrero. Pese a ello, el jugador, a través de las distintas entregas que se han sucedido del documental 'The Finish Line' ('La línea de meta' en español), ha reiterado su deseo de no dejar las canchas por el momento. No obstante y pese a que tiene contrato con los Lakers de cara al próximo curso, la franquicia podría cortarle antes del próximo 1 de septiembre.

Más allá de lo que suceda con su futuro, el caso de Nash resulta paradigmático a la hora de ilustrar el descontrol que impera en todos los estamentos de la franquicia. Los intercambios de opiniones entre D'Antoni y Pau Gasol a través de la prensa, la baja definitiva de Kobe, el hecho de que los Lakers estén contemplando una de sus peores temporadas de su admirada y laureada historia o el fichaje de uno de sus últimos símbolos, Phil Jackson, por los Knicks en calidad de presidente, son algunos de los distintos frentes que han contribuido al reciente desprestigio de los de púrpura y oro.