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LAKERS 102 - NETS 108

Collins: "Fue raro recibir tanta atención, pero la vida es así"

"Fue genial. Siendo un chico de Los Ángeles, no podía pensar en una situación mejor: jugar para los Nets y hacerlo aquí, en LA, y consiguiendo la victoria", comentó el pívot.

Jason Collins, sonríe en el banquillo durante el Lakers-Nets.
Jason Collins, sonríe en el banquillo durante el Lakers-Nets. AFP

“Fue raro. No es habitual que un jugador de banquillo reciba una atención como esta, pero es lo que es. La vida es así”. Al habla Jason Collins, el primer jugador homosexual en activo en jugar en una de las cuatro grandes ligas profesionales del deporte estadounidense. Llegará un momento en el que la condición sexual de los deportistas pase inadvertida tanto para la prensa como para la opinión pública. Sin embargo, para que esto pueda suceder, habrá que reconocer la valentía y normalidad exhibidas por el veterano pívot de 35 años de edad. Un jugador que no dejará huella en la NBA por sus destacadas actuaciones deportivas, pero que será recordado para siempre como un pionero en la lucha por la igualdad en el deporte.

Los Nets anunciaron en el día de ayer su contratación por un periodo de diez días. Nada más incorporarse al roster, Collins, saltó al parqué del Staples a 10:28 minutos de la conclusión del segundo cuarto del partido ante los Lakers. El público congregado en el mítico pabellón angelino aplaudió su salida a cancha. “Fue genial. Siendo un chico de Los Ángeles, no podía pensar en una situación mejor: jugar para los Nets y hacerlo aquí, en LA, y consiguiendo la victoria. Contento porque Kobe y Shaq no estuvieran en el partido”, destacó. Antes recalcó a los periodistas que los focos en torno a su figura se irían diluyendo: “No creo que sea así cada día. Solo tenéis unas cuantas preguntas por hacer”.

“Lo más importante es que el equipo ganó. Es lo único por lo que me preocupo”. Una frase que resume magníficamente las intenciones de un jugador que lo único que persigue es ser tratado como el resto de sus compañeros. Ese sería su más preciado triunfo, y no solo personal, sino de toda la sociedad.

“No me importa anotar. Me importa que mi equipo consiga el triunfo y ayudar a que mis compañeros puedan estar abiertos para hacer su trabajo más fácil”. Declaraciones de uno de esos jugadores que hacen piña en el vestuario, bien conocedor de su rol, alejado de egos.

Pese a llevar más de diez meses sin disputar un solo encuentro (el último lo jugó el 17 de abril del año pasado con los Wizards), se sintió “bien” en los 11 minutos que disputó. “No me encontré cansado. Necesitaré unos pocos entrenamientos para coger el timing, pero fue muy divertido estar de vuelta en la pista, poner bloqueos y hacer faltas”. Ahora solo queda dedicarle la atención que se merece como profesional del baloncesto: "Una de las cosas por las que me siento orgulloso de mí mismo. Estar siempre preparado, siempre entrenando".