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REAL MADRID 79 - MACCABI 53

Sergio Rodríguez golpea primero

La entrada en pista del base cambió el rumbo del Madrid. Un parcial de 24-1 en el segundo cuarto hundió al Maccabi. Exhibición blanca, pero encontronazo entre Mirotic y Laso.

Ricky Hickman y Sergio Rodríguez.
PIERRE-PHILIPPE MARCOUAFP

A veces los periodistas tendemos a exagerar las actuaciones individuales, cuando suele haber casi siempre una explicación colectiva que se ajusta más a la realidad. Pero esta vez, pónganle los adjetivos que quieran a la obra de Sergio Rodríguez. Uno detrás de otro, no se excederán, seguro. El Madrid pasó de perder por doce sin él (14-26, minuto 11) a marcharse al descanso once arriba tras un parcial alucinante de 24-1 en apenas nueve minutos.

El Chacho cambió el ritmo ofensivo, devolvió a la pista a un equipo hasta entonces nervioso, inseguro, que recuperó la ilusión y sus señas de identidad. Con él, y con un giro de tuerca defensivo, con una zona que cambiaba a individual y que frenó las penetraciones del primer cuarto de Hickman y compañía. Sus triples ahora eran punteados, Caner-Medley erraba lo que antes pasaba por el aro. Un par de robos terminaron de catapultar al Real cerca de las estrellas, con Carroll rubricando las galopadas a triplazo limpio. En estático, los rebotes ofensivos pesaban como losas, una sepultura para los de Blatt. El Madrid intentaba sacar ventaja al poste bajo de su superioridad en centímetros en algunos puestos, con Begic y con Suárez, con Mirotic, pero donde más botín obtuvo fue ahí, en los rechaces, aprovechando también los cambios defensivos. Porque al poste se le vio desubicado al principio, sacando mal el balón fuera cuando llegaba la ayuda. O pronto o tarde o nunca.

En la reanudación, con Sergio Rodríguez tomándose un respiro, el Madrid siguió subiendo como la espuma, agarrado a su defensa, a un elevadísimo acierto en los triples (11 de 22 por un pobre 4 de 18 del rival), y rebosó los límites de la jarra israelí. Qué pequeña parecía. Al Madrid le salía cada cosa que intentaba, que se le ocurría, los últimos minutos resultaron una dura penitencia para el equipo amarillo, que no cuenta con un banquillo tan amplio, que acusó los cambios, que notó cuando sus principales no estaban en pista. Vimos tres grandísimos últimos cuartos y una diferencia que tocó los 29 puntos (76-47), con Rudy otra vez destacado en partido de altos vuelos. Regular como un decatleta. Pero sólo es el 1-0. Tras una paliza como esta en un playoff suele tocar respuesta orgullosa del perdedor.

Y no todo, además, resultó de color de rosa para los blancos. En el tercer cuarto, con 49-37, Mirotic recibió una técnica, era su cuarta falta personal. El de Podgorica no aguantó la reprimenda de Laso y se sublevó. Asistimos a unos segundos de tensión en el banquillo madridista, cara a cara preocupante. ¿El estrés del momento o roces acumulados? "Un calentón, no hay ningún problema", dijo luego el jugador a Onda Madrid. El viernes, más: segundo duelo, otra vez en el Palacio.