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caja laboral 62 - real madrid 60

El Real Madrid muere en la orilla

Con sus problemas de construcción de toda la temporada y mermado definitivamente por la baja de Llull, el Real Madrid se aferró a sus valores defensivos y rozó el golpe de estado en Vitoria. Mandó durante buena parte del partido, llevó a los diez de ventaja y se sostuvo por la finura de Velickovic y la lucha de Felipe. Finalmente poco ante un Caja Laboral incómodo que encontró soluciones de emergencia (Oleson) y se adelanta en la serie. El segundo partido, el domingo.

<strong>TRIUNFO DEL CAJA LABORAL.</strong>
TRIUNFO DEL CAJA LABORAL.

Contusión ósea en el escafoides tarsiano del pie izquierdo. Una lesión que el madridismo ya recita como un mantra maldito y que confirmó lo que era un secreto a voces: la baja de Llull en el estreno de la segunda semifinal ACB en el Fernando Buesa Arena. A esta ausencia, capital a priori, se sumaba la desaparición (ni siquiera en combate) de Almond y Van den Spiegel, el jugador -recordemos- que dejó fuera del playoff al defenestrado Kaukenas. A tanta penuria de construcción y equilibrio apriorístico tuvo que sumar el Real Madrid muchos puntos negativos, sobre todo en su carcomido juego ofensivo. Ni un triple de Prigioni (4 puntos), sólo 5 puntos de un Garbajosa esta vez intrascendente, aportación fantasmal de Vidal, desaparición por faltas de Tomic y el lastre de un Lavrinovic confundido (0 de valoración) y un Jaric con pinta de turista accidental (-5). Y la puntilla: Bullock, rehabilitado (a la fuerza ahorcan) y lanzado al equipo titular, estuvo negado: metió 10 puntos pero se quedó en 1/8 en triples. Uno de ellos voló en el último segundo con 61-60 para dar un triunfo a la postre imposible al Real Madrid. Porque sí, con todo eso, con 60 puntos y apenas 26 en el segundo tiempo, sin ganar el rebote (empate a 28 con sólo tres de ataque por equipo) y perdiendo más balones (10-11) el equipo blanco rozó la proeza (así visto) del 0-1, el golpe de estado.

Estuvo en un mal tiro de Bullock tras un mal ataque que siguió a una pérdida del Caja Laboral. El partido fue así: posesiones agotadas sin ganar posiciones de tiro. Pelea. Defensa. Goteo de puntos. Fases de encefalograma plano (casi medio tercer cuarto con el marcado anclado en un sufriente 45-46) y trabajo de desgaste infinito sobre las virtudes del rival. La antítesis de lo visto en la otra semifinal, con la ofensiva exótica de Barcelona y Unicaja. Baloncesto perro y sufrido, telas de araña enroscadas en laberintos encerrados bajo llave en escaleras de caracol. Juego de espejos y anotación ínfima. Ese era el plan Messina: defender, rebotear, defender, incomodar al Caja Laboral. Defender, defender, defender. Con sus limitadas armas (en gran parte por sus errores de gestión) sintió que no tenía para más. Lejos queda, en sus ya clásicos duelos ante Ivanovic, su primera visita a Vitoria con una Kinder en la que estaban Ginóbili, Rigaudeau, Andersen, Smodis o un Jaric... diez años más joven, diez años más hambriento. Hoy Messina maneja uno de los equipos con menos calidad y menos recursos que se le recuerdan y trata de adaptarse a ello, corrigiendo sus errores algunas veces con nuevos errores. Y, con todo, el partido estuvo en un (mal) tiro de Bullock sobre el tiempo reglamentario.

Y fue así porque el Real Madrid supo ceñirse a su hoja de ruta y no abandonarla nunca. Ni cuando vinieron bien dadas (26-36 en el inicio del segundo tiempo), ni cuando llegaban los parciales rivales. El equipo respondía tozudo y organizado, con una defensa salvaje y un ataque diesel basado en dos cartas: la categoría de Velickovic en uno de sus días buenos (14 puntos, 5 rebotes) y la pelea infinita de Felipe: 15 puntos, 7 rebotes y 21 de valoración... un Felipe que en el primer cuarto ya había tirado tres triples (1/3) en una muestra de que el Real Madrid busca, inventa, recurre, prueba... Tomic (10 puntos) colaboró en los dos aros y dio buenos minutos ante Splitter hasta que se cargó de faltas. Como Prigioni, no pudo rotar lo suficiente y pasó el segundo tiempo anclado en el banquillo y la cuarta falta hasta su expulsión final.

Sin Van den Spiegel y con Lavrinovic huyendo del choque y la responsabilidad, la resistencia del Real Madrid resultó encomiable ante un gigante como Splitter que sólo estuvo cómodo de verdad en el tercer cuarto. No en vano fue ahí donde cambió el partido: del citado 26-36 a un 39-38, un 13-2 que rompió los minutos de mejor dinámica de un Madrid tan concentrado en resultar anticlimático para su rival que se olvidó de buscar e incidir en su propio momento del partido. Le volvió a pasar en el último cuarto, cuando sudó un 54-56 al que estuvo casi cinco minutos sin alimentar para permitir un 60-56 definitivo. Fue la máxima ventaja de Caja Laboral, cuatro puntos: un abismo en un partido jugado en marchas cortas y con cadenas. Masticando ataques y siendo agresivo en defensa, corriendo las pocas veces que le dejó el Madrid, el equipo de Ivanovic contó con un Splitter finalmente decisivo (14 puntos, 9 rebotes, 7 faltas provocadas), un acelerón final de Marcelinho y la aparición como héroe por accidente de Oleson: 11 puntos y 7 rebotes además de algunas de las canastas decisivas del último cuarto. Controlado San Emeterio y desquiciado Teletovic (2/9 en triples), Caja Laboral encontró vías alternativas de subsistencia en precario. Una prueba de que seguramente a día de hoy sea más equipo, más profundo y de más calidad, que este Real Madrid que tiene hecho jirones casi todo menos la fe.

El partido fue masticado y plomizo, una asfixia emocional construida por el Real Madrid que alargó los ataques y controló la transición para evitar esas combustiones de Caja Laboral que le convierten en un equipo temible. Los atascos locales le dieron el mando desde el primer cuarto hasta el tercero, hasta ese 26-36 que fue una montaña desde la que se despeñó un equipo sin más fuerzas y sin más recursos. Cansancio, faltas y un día negro por fuera (3/21 en triples): demasiado cemento en los zapatos.

El problema, el verdadero problema, es que sólo la lesión de Llull suena a accidente desafortunado. En todo lo demás han participado los despachos y el banquillo. En las altas y en alguna baja, en los cambios sobre la marcha, en las rotaciones desquiciantes y casi gratuitas, en la búsqueda de soluciones improvisadas. El ejército resiste en pie pero se tambalea con jugadores fuera de cámara (Almond, Van den Spiegel) o fuera de juego (negado Lavrinovic, desesperante Jaric y sus cero puntos en cuatro partidos de playoff). Caja Laboral parece mucho más y por eso el partido del Real Madrid tiene doble lectura. Puede pensar en la oportunidad perdida o confiar en el plan que casi le da el fruto dorado de la victoria a domicilio. Puede pensar y pensar pero más le vale recuperarse (y recuperar a Llull) de cara al domingo, porque un 2-0 sonaría a golpe casi definitivo, a puerto de categoría especial para un escalador con las fuerzas más que justas. Ivanovic, al contrario, puede respirar y soñar formas de correr y romper la tela de araña de Messina. También hasta el domingo... más allá está Vistalegre y a la vuelta de esa última esquina, la gran final de la ACB.