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acb | barcelona 96 - unicaja 82

Regal Barcelona, el rayo que no cesa

Extraordinario partido en el Palau. Alternativas, ritmo frenético y rachas espectaculares, como la de Unicaja al término del primer cuarto o la del Barcelona en un tercer cuarto maravilloso. Unicaja resistió hasta el final y cuajó un gran partido que no sirvió ante un Barça que evitó la la sorpresa y toma ventaja en una noche tremenda de baloncesto en la que brillaron Freeland, Neal, Mickeal, Ricky, Morris, Navarro... El sábado, segundo asalto.

<strong>TRIUNFO DEL BARCELONA.</strong>
TRIUNFO DEL BARCELONA.

Sin aliento y a velocidad de huracán, Barcelona y Unicaja abrieron su semifinal ACB con un monumento al baloncesto y un homenaje al sistema de playoff, que deja duelos al sol como este: dos entran, sólo uno sale. La anotación es la pista principal de lo que fueron sensaciones por momentos de baloncesto NBA, ritmo tremendo, ataques desatados y defensas a veces a cuchillo, a veces desbordadas. Baloncesto precioso, baloncesto sin mesura, sin nada en la reserva y con la especulación como anatema. Ganó el Barcelona. Se reivindicó Unicaja pero ganó el Barcelona y la serie está 1-0. No hubo finalmente sorpresa, sí baloncesto frenético, masivo.

Unicaja cumplió casi todos los guiones con su derrota pero rompió un buen puñado de ellos con sus maneras. Retó al Barcelona, convencido Aíto por pura tradición y estilo de que tampoco ganaría a 70 puntos y de que su baza pasaba por navegar la ola de optimismo de un equipo en bonanza tras eliminar a Power Electronics y verse entre los cuatro mejores en un año en el que no hubo Copa ni gloria europea, en el que se ha reconstruido sobre la marcha cambiando piezas y combatiendo la peste negra de las lesiones. Jugó disminuido por dentro sin Archibald pero voló hasta 82 puntos, 48 en un primer tiempo sublime en el que sembró el terror en el Palau y soñó con el golpe de estado. Allí donde nadie gana en ACB desde enero de 2009, Unicaja lo buscó sin atrincherarse entre excusas y complejos. A lo comando, se partió la cara hasta la última fuerza y perdió pero no se desenganchó emocionalmente de la serie. Eso vale hasta el sábado. Otro revés y un 2-0 le pondrá realmente en manos de la madre de todos los milagros.

Porque Unicaja tiene derecho a sentirse confundido, a tener sensaciones agridulces. Un primer tiempo salvaje en el que llevó al Barcelona a ocho pérdidas, dominó el rebote, anotó un tremendo 8/17 en triples y llegó a enlazar un 0-14 con diez puntos seguidos de Dowdell... un primer tiempo irresistible en cualquier otra cancha sólo le sirvió para amasar cuatro míseros puntos de ventaja (44-48) y para hacer al Barcelona sentirse atrincherado, zarandeado en su cubil. La respuesta del mejor equipo de Europa fue un tercer cuarto maravilloso, para el recuerdo: 19-6 en el ecuador y 35-21 total ante un Unicaja que resistió la embestida y se agarró al partido, precioso hasta el final: 81-75 fue el último susto, el último aliento malagueño. Al final ganó el Barcelona en un partido abrasador. Veremos las consecuencias psicológicas para un Unicaja que ahora se sentirá o no tan lejos o jamás tan lejos, según como gestione la derrota y la certeza de que el Barcelona, superado el susto y la ansiedad del siempre peliagudo primer partido, seguramente irá a más, si es que tal cosa es posible.

Mano de hierro contra la rebelión

Unicaja mandó mientras tuvo tiro exterior y mientras superó en intensidad a un Barcelona que empezó a media asta. Confiado y aupado en uno de esos inicios tremendos de Mickeal se llegó a un 21-12 al que siguió un 0-14 liderado por Dowdell, Neal, una lluvia de triples, un goteo de rebotes de ataque y un cambio a zona que desquició al Barcelona. El equipo de Xavi Pascual jugó el segundo cuarto a remolque, sudando en una defensa poco eficaz y fiado en ataque a los latigazos individuales de Mickeal y Navarro junto con la ventaja que Lorbek amasaba en el poste ante un Printezis tan fino como diminuto ante las torres rivales.

Hasta ahí la mano del partido era de Aíto, que dejaba fluir el juego para no frenar un estado de excitación que disparaba a su equipo jugando en transición y cambiando defensas para dificultar la lectura de un Barça espeso con demasiados minutos bajo la batuta de Lakovic. Hasta ahí: 44-48, límite final. El tercer cuarto (ese 35-21) fue una exhibición exultante, un festín en el que el equipo azulgrana devoró a un Unicaja que bastante hizo con sobrevivir y salir de las catacumbas (de 73-56 a 79-69). Sólo Xavi Pascual y sus jugadores saben cuánto y cómo se dijo en vestuarios, pero de ahí salió el mejor Barcelona posible en juego e intensidad. Apretó la defensa con minutos de asfixia, selló el rebote, intimidó cerca del aro y evitó tiros abiertos cómodos. Con rebote y robos, comenzó a correr y abrir vías de agua en Unicaja. Llegó una tormenta de triples y acciones de 2+1, tres triples seguidos de Navarro y un aluvión de Morris: tiros exteriores, rebotes de ataque, tapones y un mate a una mano descomunal que estará entre las jugadas de la temporada...

Contra eso a Unicaja le quedó sumar como una hormiga, encomendarse a acciones individuales de Neal (19 puntos al final) y volver a amurallarse en zona. Funcionó en precario porque dentro ya no quedaban fuerzas (agotado en el segundo tiempo un buen Freeland: 17 puntos, 8 rebotes) y porque en el último cuarto apareció Ricky Rubio para sumarse a la fiesta con robos, rebotes de ataque, puntos, asistencias y sobre todo lectura de juego contra la zona de Aíto, que al final tuvo que rendirse a la evidencia pese a los 10 triples (sólo 2 en la segunda parte) y la victoria final en el rebote de su equipo. Finalmente sin armas mortales contra los 14 puntos de Lorbek, los 19 de valoración de Ricky (8 puntos, 7 rebotes, 8 asistencias, 3 robos), los 21 puntos de Mickeal (un martirio constante para el rival), los 24, 7 rebotes y 4 asistencias de Navarro y sobre todo el tremendo segundo tiempo de Morris, fundamental agujereando las carencias de Unicaja en el '4'. De 2 puntos y 4 de valoración al descanso a números finales de crack: 29 de valoración, 21 puntos, 7/9 en tiros de dos, 2/2 en triples, 9 rebotes (4 en ataque), 1 tapón y 3 mates, disparos entre los ojos de un Unicaja agonizante.

Quizá la exhibición de Morris, su dominio, su despliegue físico, su variedad de recursos, su capacidad atlética y su plasticidad excelsa resuma, al menos por esta noche, lo que es este Barcelona, que gana por cualquier camino y en cualquier tempo o estructura de partido. Unicaja quiso correr y tirar y terminó quemado, persiguiendo una infinita y supersónica sombra azulgrana. 1-0 y el sábado, más y mejor. Mejor porque para el equipo malagueño se afila la guillotina que supondría el 2-0 y la consiguiente obligación de ganar tres partidos seguidos (tres derrotas ha sumado el Barcelona en toda la temporada ACB) ante un gigante que lo gana todo y tiene no tiene límite ni en su hambre ni en su arsenal.