El adinerado Unicaja toca fondo en Sevilla

Diecisiete millones de euros de presupuesto y uno de los entrenadores de más prestigio del continente, Aíto García Reneses, no han sido suficientes para evitar el peor arranque en la historia del Unicaja. Con serios problemas de funcionamiento por una pésima dirección en la pista (el adiós de Cabezas se echa de menos demasiado) y sin demasiado talento, el Unicaja ha formado un equipo homogéneo pero sin chispa. Y, de momento, así le va. Cinco derrotas. El Cajasol le hirió un poco más con una victoria bien trabajada. Plaza optimiza bien sus limitados recursos. Después de otro comienzo horroroso, ha espabilado. Ayer ganó por su trabajo colectivo y por un problema que empieza a ser histórico en el Unicaja: los finales del partido. Esta vez fue Dean, uno de los supuestos refuerzos estrella, el que se comió el balón en los últimos cinco segundos y lo perdió ante Miso. Desde Archibald en la Copa del Rey hasta Dean ayer pasando por Cook en la Euroliga o Ndong en la ACB, Unicaja es una madre en los finales de partido. Sin instinto ni fe, los dejan escapar todos. El asunto se le ha puesto realmente feo. Si quiere estar en la Copa del Rey y defender su condición de finalista, está obligado a ganar nueve de los doce próximos partidos. Aíto, es evidente, no peligra. Pero Málaga no está dispuesta a soportar ni una derrota más. Unicaja no se exige lo suficiente en los partidos y, por lo visto, fiarlo a un final igualado no le va nada bien. Ayer sólo puede encontrar una excusa en la lesión de Printezis, que heló corazones después de una caída en la misma canasta en la que Nicola, hace ya 15 años, se cayó de la misma manera después de un mate ante el Barça en una Copa. El griego se fue al hospital Virgen Macarena sin sentido y con el hombro fracturado, pero para cuando sus compañeros llegaron a la ducha ya estaba en el vestuario. No pudo felicitarlos. Unicaja se hunde.