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La historia del deportista español con 63 récords Guinness

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La historia del deportista español con 63 récords Guinness

Paul Auster dice que nos convertimos en las historias que contamos sobre nosotros mismos. Algunos no ponemos más que excusas para huir de lo que realmente queremos; otros se creen realmente que son lo que presumen en Instagram; y otros hacen lo que les apasiona y punto. Hoy nos juntamos con un deportista que pertenece a la tercera estirpe, los que verdaderamente consiguen el éxito porque disfrutan con lo que hacen. Y le da igual lo que la gente opine. Parece una obviedad, pero que se lo pregunten a Agassi, porque si su libro ‘Open’ se devora de la primera a la última página es por confesiones tan impactantes como las que deja nada más arrancar: “Odio el tenis”. Hoy la cosa va de récords. Buscar clics deportivos más allá de la Eurocopa, que da su pistoletazo de salida hoy. Por eso nos arrimamos a Christian López, de 32 años (Cabañas de la Sagra, Toledo), que tiene en su palmarés 63 Récords Guinnes certificados a sus espaldas. Nadie en España le supera y su objetivo es dar caza al estadounidense Ashrita Furman, que tiene más de 200 récords validados. Ahora que estamos un poco más patriotas por eso del fútbol (excepto, eso sí, algún madridista enfadado), es turno de bancar también por Christian López. Parafraseando aquel grandioso anuncio de Movistar en 2014 con el Cholo: “Podés ganar, perder o empatar. Pero lo importante es salir todos los días a la cancha de la vida. Si te atreves a imaginar hoy serás lo que quieras ser. Sé Christian. Sé quién quieras, pero, sobre todo, sé tú. Abusa de tu imaginación”. La historia de Christian es, cuanto menos, de verdadera superación.

Aparece en el libro de los Récords Guinnes 2021 con deportistas españoles de la talla de Ricky Rubio (más asistencias en un Mundial de Baloncesto), Joaquín (jugador más veterano en marcar un hat-trick), Rafa Nadal (es el que lleva más años consecutivos lleva ganando al menos un título de la ATP), Marc Márquez (piloto que más ‘Poles’ lleva en Grandes Premios de motociclismo), Sergio Ramos (jugador con más victorias como internacional en toda su carrera), Iker Casillas (más partidos en Liga de Campeones) o Toni Bou (más victorias en campeonatos del mundo de trial lleva al aire libre). “Cuando las cosas se complican es cuando uno tiene que demostrar quién es. Sacar tu personalidad. Dar las gracias por estar vivo, por tener y la oportunidad de levantarte y poder crecer”, nos señala Christian que, además de Doctor en Ciencias del Deporte y la Actividad Física, es orador motivacional. Tiene siempre una sonrisa en la boca. Tal vez por eso, y por todas las ocurrencias que tiene suele aparecer en diferentes programas de televisión. Esas ocurrencias son retrorunning y towerunning haciendo malabarismos; equilibrio de bicicletas o escaleras con la barbilla; toques con palas de tenis de mesa o con mangos de raquetas de tenis; carreras con muletas; aletas de bucear o sacos… “Me encuentro con dos tipos de personas que juzgan mis retos. Las primeras me dicen que tengo mucho valor y coraje para hacer este tipo de cosas. Y luego también hay personas que lo ven con absoluta indiferencia porque, a lo mejor, creen que es una absurdez”, confiesa. Es, curiosamente, la doble cara del deporte: uno de sus valores fundamentales se basa en el respeto, pero a veces ese respeto sólo lo brindamos para deportistas o deportes mayoritariamente aceptados. Su primer récord Guinness llegó en noviembre de 2017, cuando en el alcázar de Toledo logró subir el mayor número de escalones en una hora. Ascendió 6.765 peldaños, lo que equivalía a subir más de cuatro veces el Empire State, que tiene 102 pisos y una altura de 381 metros. “Uno de los que me siento más orgulloso es del que conseguí en 2019, cuando subí 2.082 escalones haciendo malabares con tres objetos a la vez. Ahora con los que más sufro son los que aguanto objetos pesados en equilibrio con mi barbilla, tengo que hacer mucho fortalecimiento y core para proteger bien la columna y las cervicales. Aunque parezca mentira, lo que más me cuesta es el tema de la saliva, porque cuando llevas mucho tiempo tu saliva te acaba obstruyendo las vías respiratorias. Mi último record Guinness fue aguantar una bicicleta durante nueve minutos y 41 segundos”, precisa.

La idea de un libro de récords surgió en la década de 1950 cuando Sir Hugh Beaver (1890- 1967), director general de la destilería Guinness, estaba de caza con el condado de Wexford en Inglaterra y surgió la duda de cuál sería el ave de caza más rápida. No sabemos cuántas cervezas se tomaron antes o después de celebrar la ocurrencia, pero a veces las ideas más geniales surgen de esta manera. Aparecer en el libro Guinness de los récords es sinónimo de hazaña. Singularidad. Para ello debe ser medible, verificable, rompible, estandarizable, de solo un superlativo y universal. Por ejemplo, hace poco Joe Ayoob lanzó un avión de papel a 69,14 metros de distancia. Algunos pueden pensar que puede ser un récord absurdo, pero que le den a ese súper poder a cualquier padre y sus hijos para cualquier tarde de verano (para empezar dejarían un rato las tablets, consolas y pantallas y a lo mejor pensarían que el verdadero Hulk, Capitán América o Iron Man lo tienen en casa). Pero a ninguno de nosotros nos inculcan en nuestra infancia que un objetivo en la vida es ser un hombre récord. Si acaso futbolista. Pero ni siquiera especiales. Así es como creció Christian en los Maristas de Toledo, dando patadas a un balón, hasta que a los 12 años un médico le dijo a su madre, Remedios, que su hijo era especial, aunque la noticia la acogiera como un drama. “Me diagnosticaron diabetes con 12 años. Era un niño muy activo, que no paraba, pero recuerdo por aquella época que llevaba un mes con un cansancio extremo después de venir del colegio y tener que orinar muchísimo. La noticia se acogió como algo negativo entre mi familia. Todo el mundo cabizbajo porque era un mundo totalmente nuevo. Yo creo que respondí con entereza porque lo único que me preocupaba era lo que yo tenía que hacer para controlar esto. Así se lo pregunté al médico. La diabetes me ha enseñado a anticiparme a posibles episodios de hipoglucemias. Existen dos tipos de diabetes. La del tipo 1, la que yo tengo y la que dependes de la insulina: el páncreas ha dejado de producir esta hormona; la diabetes del tipo 2 es a consecuencia del estilo de vida, más tendente a acumular grasa: tienes insulina, pero actúa peor. Lo que tienes que hacer es una dieta adecuada y controlar las inyecciones de insulina lenta (24 horas) y rápida (20-30 minutos). Lo único que no entendí de lo que me dijo el médico el día que me diagnosticaron diabetes fue que podía hacer deporte, pero sólo a baja intensidad. No supo contestarme por qué sí a baja intensidad y no a alta”. Le sucedió lo mismo que le diagnosticaron al jugador del Real Madrid Nacho Fernández, que también con 12 años le diagnosticaron diabetes y le recomendaron que debía abandonar el fútbol.

"Me diagnosticaron diabetes con 12 años. Desde los 12 años he aprendido a anticiparme a los problemas"

Christian nos subraya la importante figura de su abuelo, Ernesto, para superar las dificultades. Le inculcó su pasión por el deporte y esa frase de “haz lo que te apasione y punto”. Así es como Christian empezó a interesarse por el deporte de una manera un poco más seria. “Me enseñó el coraje que hay que tener en la vida. Que no me conformara con hacer menos si realmente puedo hacer más con mi esfuerzo. Que lo importante no es el resultado, sino el esfuerzo que empleas”. Se federó en atletismo en el club San Ildefonso de Toledo. Sus pruebas favoritas eran el 1.500 y la milla. Pero con 14 años se murió su abuelo. Y en los años siguientes también llegaron las lesiones: periostitis, bursitis de cadera, roturas fibrilares de grado 3 en los isquios, síndrome de cintilla iliotibial… Si la vida te da limones, hazte una limonada. En lugar de venirse abajo, amplió horizontes. No todo lo bueno que llega en la vida llega tras lo que llevamos años soñando, ni tampoco por lo que vemos únicamente en televisión. “En 2011 empecé con las carreras verticales después de ver una vez la subida al hotel Bali, de Benidorm, de 52 plantas. Es algo que me llamó la atención y me impresionó. Probé y me metí en el circuito mundial de towerrunning. Sorprendentemente, no sufría sobrecargas musculares y me movía como pez en el agua. Competí a nivel europeo por Inglaterra o Alemania, donde subí El Lápicero de Frankfurt, 64 plantas y 1.202 escalones, en tan solo siete minutos”, recuerda. De ahí pasó al retrorunning, una modalidad que consiste en correr de espaldas. Además de encontrar modalidades que no le traían lesiones, empezó a encontrar nichos de mercado en materia de récords. Coraje, ideas variopintas y fuerza física. Todo como embajador ilustre de tierras toledanas. Tiene, por ejemplo, el Guinness de 200 metros corriendo hacia atrás en 30,99 segundos, registrado en la pista de atletismo Santa María de Benquerencia. Acudan un día a cualquier pista de atletismo con crono en mano. La mayoría de los mortales estaría satisfecho con esa marca… ¡corriendo de frente! En la pista de atletismo de Torrijos, por ejemplo, corrió una milla utilizando unos zuecos neerlandeses en un tiempo de 6 minutos y 45 segundos. “Guinnes te pide para registrar un récord dos testigos independientes, un juez o un abogado y dos cronometradores. El intento debe ser grabado desde varios ángulos diferentes. Una vez que lo consigues, Guinness te deja bien claro que no hay ningún premio económico. Me busco patrocinadores. También la gente se piensa que vale con presentar cualquier récord y Guinness sólo acepta el 5% de las propuestas”. Uno de ellos es la Universidad de Castilla-La Mancha de manera permanente, otros más modestos, pero con igual de cariño, como ferretería Díaz, de Illescas, que le proporcionan motosierras o escaleras para hacer sus retos de equilibrio con la barbilla. Otras veces, incluso, bate récords Guiness en directo en las ondas, como con nuestros compañeros de Tiempo de Juego. Christian no está en la colección de cromos de Panini de la Eurocopa, pero sí en el libro Guinness. Todo por ampliar horizontes. Cambiar de perspectiva. Por no amargarse por los pequeños reveses que le da la vida. “La diabetes no es un obstáculo, es un motivo de superación”, sostiene. Un deportista puro, y con mucho ingenio.

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