Hallazgo inédito en Pompeya

Las desprendidas almas que caminan por Pompeya deciden, de cuando en cuando, dar un toque de atención a las que todavía habitamos un cuerpo. “Oye, que fuimos muy grandes, estilosos y sibaritas. Nos arrasó el Vesubio en el año 79, pero mirad este salón tan espectacular en el que nos reuníamos, y observad las pinturas que nos rodeaban mientras comíamos majestuosos manjares. Anda, que os estáis despistando”.

Y así, de esta forma, un grupo de arqueólogos ha hallado un imponente salón de banquetes decorado con sofisticados frescos —una técnica de pintura— de temas mitológicos inspirados en la guerra de Troya. Los habitantes del palacete disfrutaban de “un ambiente refinado en el que disfrutar de momentos de convivencia, entre banquetes y conversaciones, en el que se respiraba un elevado nivel de vida”, ha explicado el parque arqueológico de Pompeya.

El salón descubierto mide 15 metros de largo por seis metros de ancho. Las pinturas, por su parte, representan a personajes de la Ilíada, además de a Casandra, hija del considerado último rey de Troya y emparejada con el dios Apolo. Los habitantes de aquella casa comían entre pinturas de dioses, lo que facilitaba dejar el móvil a un lado y entablar conversación con los demás.

“La gente se reunía aquí para festejar después de la puesta de sol, la luz parpadeante de las lámparas de aceite hacía que las imágenes parecieran moverse, sobre todo después de unos vasos de un buen vino de Campania”, señala Gabriel Zuchtriegel, director del Parque Arqueológico de Pompeya. Los asistentes solían, además, conversar sobre profundos temas gracias a las pinturas, dice Zuchtriegel, que no menciona la profundidad que provoca el vino de Campania en una reflexión nocturna.

“La frecuente presencia de figuras mitológicas en las pinturas de las salas de estar y de convivencia de las casas romanas tenía precisamente la función social de entretener a invitados y comensales, proporcionando ideas para la conversación y la reflexión sobre la existencia”, señala el director.

El mito de Casandra y por qué la honestidad no sirve para nada

Una de las pinturas representa a Casandra. El mito más popular explica que el dios Apolo, un apuesto muchacho con permanentes aspiraciones seductoras, le prometió darle el don de la profecía con el objetivo de conquistarla. Casandra, sabiendo que Apolo era un sobresaliente zalamero, lo rechazó. El dios entró en cólera y decidió otorgar el poder de la profecía a Casandra, pero con una condición: nadie jamás le creería. La joven podía ver el futuro, ver la muerte de sus amigos y familia, ver el décimo que sería premiado con el Gordo de Navidad, pero nada de eso servía, porque a ojos del resto era la eterna mentirosa. Casandra predijo el engaño del caballo de Troya, pero nadie la escuchó y la ciudad acabó cayendo.

Las pinturas encontradas “hablan de la relación entre el individuo y el destino: Casandra que puede ver el futuro, pero nadie le cree, Apolo que se pone del lado de los troyanos contra los invasores griegos, pero a pesar de ser un dios es incapaz de asegurar la victoria, Helena y Paris que con su amor políticamente incorrecto son la causa de la guerra, o quizás solo un pretexto, quién sabe. Hoy, Helena y Paris somos todos nosotros: cada día podemos elegir si preocuparnos solo de nuestra vida íntima o explorar cómo esta vida nuestra se entrelaza con la gran historia, pensando por ejemplo no solo en las guerras y la política, sino también en el clima humano que estamos creando en nuestra sociedad, comunicándonos con los demás en persona y en las redes sociales”, reflexiona, no sabemos si entre dioses y a la luz de unas lámparas de aceite, el bueno de Zuchtriegel. Chin chin.

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