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PREMIO NANSEN PARA LOS REFUGIADOS

“No hemos hecho nada extraordinario, nos educaron así”

Mónica Vázquez, oficial de ACNUR en Moldavia, analiza el premio ‘Nansen’ de la solidaridad que recibe hoy el país por su actitud hospitalaria con la población ucraniana.

“No hemos hecho nada extraordinario, nos educaron así”

El 4% de la población de Moldavia es ahora mismo ucraniana. Refugiados que huyeron de la guerra y que la población local acogió de una manera excepcional antes incluso del 24 de febrero de 2022, cuando empezaron mujeres y niños a huir de una guerra que ya se intuía y que durante días llevaba colapsando las carreteras.

Justo en la frontera se encontraba la pensión de Zaharii y Tatiana Arama, en el pueblo de Palanca, quienes abrieron las puertas de su casa y empezaron a cocinar. “Sólo necesitaban que alguien les dijera: ya llegásteis”, y es que el pueblo de Moldavia, aún más de tres años después, sigue diciendo que no hicieron nada especial, que les gustaría que si les pasara a ellos, sus familias también fueran acogidas así.

Pero sí lo hicieron. Modificaron leyes gubernamentales, residencias universitarias se abrieron para compañeros de la universidad de Odesa y lo prepararon todos los mismos estudiantes por la noche; centros de acogida, hoteles, polideportivos, albergues, pero especialmente muchas localidades y familias abrieron sus casas, cocinaros y les dieron un descanso antes de continuar viaje a otro país de la Unión Europea, o quedarse en el país, como han hecho más de 100 mil ucranianos que siguen en diferentes puntos.

Y es que el idioma (ruso) ha ayudado muchísimo. El acceso al mercado laboral, aunque precario en el país más pobre de Europa y con unos retos económicos y sociales muy importantes, ha permitido que tanto en la capital como en zonas rurales, se hayan incorporado poco a poco; el acceso a la educación gratuita para cualquier niña y niño que haya en el país fue algo también excepcional que pidió la sociedad moldava a su gobierno; así como el acceso al sistema sanitario.

Por eso es extraordinario, no pueden dar a manos llenas; a nivel personal lo hacen, pero a nivel material no tienen. Es un país con muchos retos y aún así, es lo que había que hacer.

Mónica Vázquez

Premio Nansen de Acnur

No fue algo normal, fue excepcional. Y por eso reciben una mención de honor del Premio Nansen para los Refugiados de ACNUR, que hoy entrega sus galardones en una gala en Ginebra. Diario AS ha hablado con Mónica Vázquez, oficial de relaciones externas y comunicación de ACNUR en la región. “Muchos países, poblaciones, han abierto sus puertas a las personas refugiadas, pero Moldavia, con sus retos sociales, políticos y económicos, la manera en que abren por completo y literalmente todo el amor del mundo, las fronteras, las casas… en cuestión de horas estuvieron listos para ayudar como se necesitara, es algo que ha ido más allá”, nos cuenta aún abrumada por lo que ha visto en este conflicto.

P - ¿Cuál es el trabajo ahora en el terreno?

R - Ya no se necesita lo mismo que en 2022, ahora es un trabajo diferente. Ahora hay una población que se quedó, otros han regresado de nuevo, y Moldavia, por donde está ubicado, al final es toda la entrada al sur, Odesa está super cerca, y hay un tránsito natural, constante. Hay mucha presión todavía; hay mujeres que van a ver a sus hijos al frente por unas horas, a sus parejas…

P- ¿Cómo actuó el Gobierno de Moldavia en el primer momento?

R - El Gobierno de Moldavia les dio protección temporal, siguiendo la misma práctica de la Unión Europea; en 2023 tenían aún activa la ley, algo que nunca habían tenido que usar. Y se volvió una realidad. Es un estatus legal en el país que te otorga el derecho a estar en el territorio y acceso a servicios del estado: hay acceso total a la educación, acceso a ciertos servicios como alojamientos temporales, algunos de protección social, otros paquetes de beneficios que existen en el país, derecho al empleo, te dan una tarjeta de identidad, sanidad. La gran mayoría son mujeres y niños, más del 80% de la población refugiada.

Desde Ucrania ha llegado mucha población sumamente cualificada y la postura de la población local es “seguro tienen mucho que enseñarnos y que nosotros ya no tenemos aquí”.

Mónica Vázquez

P- ¿Qué une especialmente a Moldavia con Ucrania?

Tenemos cultura e historia compartida. La lengua oficial es el rumano, pero un porcentaje de la población habla ruso, y hay una diáspora ucraniana importante también, en la ciudad y en todo el país te puedes comunicar de manera relativamente fácil. La lengua común ha sido la clave.

A pesar de que ya no les gusta utilizar el ruso, por razones obvias, se entiende que es la lengua que está para comunicarse. Hay escuelas donde se enseña en rumano y como segunda lengua en ruso, así pueden ir muchos niños. Ha facilitado mucho, pero para el empleo, es un reto, porque la lengua oficial es el rumano, y es una barrera, pero las oportunidades de empleo no son muchas.

Moldavia es un país pequeño, tiene una inflación importante desde el año 2022, una crisis energética desde el año 2021, las consecuencias de la COVID también afectaron, después de los efectos de la guerra, ya que eran muy dependientes de Ucrania. Los niveles de pobreza son muy altos.

P- La solidaridad entonces se entiende de manera excepcional.

R - Por eso es extraordinario, no pueden dar a manos llenas; a nivel personal lo hacen, pero a nivel material no tienen. Es un país con muchos retos y aún así, es lo que había que hacer. La gente nos dice que no ha hecho nada especial, que es que les educaron así, nos ha contado la familia que va a ir a recoger el premio en representación de todos. Esta situación no la han visto como un reto sino como una oportunidad. De hecho, desde Ucrania ha llegado mucha población sumamente cualificada y la postura es “seguro tienen mucho que enseñarnos y que nosotros ya no tenemos aquí”.

P - ¿Hasta cuándo va a estar ACNUR en Moldavia?

R - Hasta 2026 hay intención de quedarse. Es un 4% de la población del país la refugiada, hay que hacer una transición con el Gobierno para que se haga cargo de la mejor manera. Aún hay abiertos 29 centros en todo el país con refugiados. Tenemos una oficina que abrimos expresamente para esta situación y somos 80 trabajadores. Algunos llegaron de manera urgente antes del 24 de febrero y otros lo hicieron en marzo, otros hemos ido llegando con el tiempo y las necesidades.

Qué es el Premio Nansen

Creado en 1954, el Premio Nansen de ACNUR para los Refugiados honra a individuos, grupos u organizaciones que realizan una labor extraordinaria para proteger a las personas refugiadas, desplazadas internas y apátridas. Este premio conmemora el legado de Fridtjof Nansen, un científico noruego, explorador de los polos y diplomático que fue el primer Alto Comisionado para los Refugiados de la Liga de las Naciones.

Como primer Alto Comisionado para los Refugiados, Fridtjof Nansen coordinó un programa de socorro para millones de personas rusas que sufrieron los estragos de la hambruna que azotó el país en 1921 y 1922. Por la labor que desempeñó, Fridtjof Nansen recibió el Premio Nobel de la Paz en 1922.

Eleanor Roosevelt, la primera presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU y primera dama de los Estados Unidos (junto al presidente Franklin D. Roosevelt), fue la primera persona en recibir el Premio Nansen de ACNUR para los Refugiados.

Desde entonces, más de sesenta personas, grupos y organizaciones han recibido el galardón por el extraordinario servicio y la admirable labor que realizan en favor de las personas forzadas a huir de sus hogares. Desde 2017, se reconocen también los esfuerzos humanitarios de ganadores regionales.

En los últimos años, otros ganadores han sido:

2023: Abdullahi Mire, periodista y antiguo refugiado de Somalia, por su trabajo en la defensa del derecho a la educación de niñas, niños y adolescentes en Kenia.

2022: Angela Merkel, ex canciller de Alemania, por su liderazgo en la acogida de más de 1,2 millones de refugiados durante la crisis migratoria de 2015-2016.

2021: Jeel Albena, una organización humanitaria en Yemen, por su trabajo en proporcionar refugio y esperanza a miles de personas desplazadas internas durante el conflicto en el país.

2020: Mayerlín Vergara Pérez, conocida como Maye, por su dedicación a la protección de la infancia en Colombia y su lucha contra la explotación y el abuso sexual de niños y adolescentes.

2019: Azizbek Ashurov, por su trabajo en la erradicación de la apatridia en Kirguistán, ayudando a más de 10.000 personas a obtener la nacionalidad

En 2001, el tenor Luciano Pavarotti lo ganó en reconocimiento a su labor humanitaria y su apoyo a los refugiados a través de su participación en conciertos benéficos y otras actividades de recaudación de fondos. Médicos Sin Fronteras lo ganó en 1988; el pueblo de Canadá en 1986.

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