Qataríes en Canarias, nepalíes en Qatar

Hoy es día de los Inocentes, por eso les ofrecemos en nuestras firmas la foto de cuando éramos niños. La infancia es la patria que perdimos todos menos Peter Pan. Me gusta que este día coincida con el torneo de Navidad de Fútbol 7, un espacio feliz en el que el fútbol recupera la inocencia. Ya dijo Rabindranath Tagore que los niños representan la confianza de Dios en que la Humanidad mejore. Esos niños, algunos venidos de tan lejos como Qatar o Japón, otros de nuestro entorno cercano, interpretan el fútbol como lo es en su esencia, un juego de ilusión y fantasía, sin trampas.

Un día así es bueno para reclamar que el fútbol recupere su inocencia, a veces perdida en los vericuetos de los intereses o la pasión. Y creo que estamos en camino de ello. Hay un proceso serio abierto por la venta de un partido, proceso que me figuro fructífero, porque marcará un antes y un después. Durante tiempo hemos mirado como un mal hábito algo que es directamente inaceptable: la adulteración de algunos partidos en las últimas jornadas de Liga. Como ha pasado con el asunto de los ultras, parece que ha llegado el momento de poner punto final a eso. De volver a la inocencia del fútbol.

Esa inocencia falta en las alturas. La forma en que Blatter se ha quitado de encima el engorroso ‘Informe García’ mueve a espanto. No conozco los intríngulis de la designación de Qatar para el Mundial 2022, aunque me los puedo figurar. Pero, una vez hecho, sirva para algo: para acabar con el trato esclavista que constructoras de todo el mundo dan allí a los trabajadores nepalís, que mueren a un ritmo insoportable. Niños qatarís jugando en Canarias, trabajadores nepalís muriendo en Qatar. No es ése el mundo que queremos. En un mundo así nadie tiene el derecho a sentirse inocente.