Madrid y Baskonia, polos opuestos

Once años de Felipe Reyes en el Madrid. Y nueve de Llull. Los aficionados más jóvenes no recuerdan una pareja que dure tanto tiempo en un mismo equipo. Sergio Rodríguez, en su quinta temporada, y Rudy Fernández, en su cuarta, siguen la senda de sus compañeros. El Madrid ha apostado por una plantilla lo más estable posible, y no le va mal. Consiguientemente, a los jugadores tampoco. El público lo agradece, tiene un equipo memorizable y acude con fidelidad al Palacio. En este sentido, los madridistas son la excepción a la norma que impera en el baloncesto: la volatilidad de las plantillas. Este es uno de los males reconocidos de la ACB, pero el Madrid es el único club que lo evita. En el lado contrario se encuentra el Baskonia.

El Baskonia ha fichado a su decimoctavo jugador de la temporada: Darius Adams. El número está en la línea del club. Dieciocho son los que utilizó las dos últimas temporadas. Pero en ésta aún faltan seis meses para que finalice. El Baskonia siempre se ha distinguido desde los tiempos de Scariolo en utilizar un grandísimo número de jugadores. Ficha, y si el jugador no da resultado, que venga otro. Pero ahora la situación se agrava, porque como no cuenta con las ayudas públicas de antaño, los buenos se le van (Heurtel, Nocioni, Pleiss, Bjelica, Lampe, Oleson... en los últimos tres años) y los que trae no le vale ninguno. Entre el ridículo de Odom la pasada temporada y la caída en picado de ésta (el equipo es undécimo), el Baskonia tiene que reinventarse.