Alimentación
Una nutricionista cuenta el truco para evitar el mercurio en las latas de atún
Leticia Zoé ha desvelado en sus redes sociales que la clave se encuentra en la especie y puede distinguirse en la propia etiqueta del producto.

No solo el vino mejora con el tiempo. Otros productos, debido a procedimientos mentales y no únicamente químicos, también se antojan más apetecibles —y son más disfrutados y valorados— conforme uno va cumpliendo años. Ocurre con las verduras y, especialmente, con los pescados: tradicionalmente un niño pequeño prefiere irse a la cama sin cenar que hacerlo habiendo consumido pescado. Hay pocas opciones, más allá de los palitos rebozados que tantas infancias han salvado— que hagan las delicias de los pequeños; pero si una puede salvarse es, con poco margen de duda, el atún.
Este producto, uno de los más consumidos en el planeta, posee una gran cantidad de beneficios, destacando su alto contenido en ácidos grasos, principalmente el omega 3, y en proteínas. No obstante, y como ocurre con la práctica totalidad de consumibles del globo, también encuentra algunos perjuicios: el más popular es su alto contenido en mercurio.
Se acumula en los tejidos de los peces este metal pesado y, en altas dosis puede resultar tremendamente malo para el ser humano. La parte positiva la aporta la ciencia: esto puede evitarse. Tal y como ha revelado la nutricionista Leticia Zoé, que dedica sus redes sociales a tratar temas de esta índole, la clave para consumir pescado sin preocuparse por el mercurio se encuentra en la información de los paquetes que se ofertan en el supermercado.
La clave está en la especie
Tal y como detalla Zoé, hay dos tipos de latas: los paquetes en los que se lee ‘atún’, pertenecientes a la especie Katsuwonus pelamis (atún listado), y aquellos en los que la etiqueta indica que se trata de ‘atún claro’, que pertenecen a la especie Thunnus albacares o ‘yellowfin’. La diferencia entre ambos es meridiana: el primer tipo tiene un menor tiempo de vida, mientras que el segundo, al ser de mayor tamaño y más longevo, ha vivido más tiempo; en pocas palabras, el primero no ha acumulado tanta cantidad de mercurio en su organismo y el segundo, en cambio, sí lo ha hecho.
Esta simple apreciación, y sin que el consumo de una lata de atún claro signifique ningún escándalo para la salud, es clave si se pretende cuidar la presencia de mercurio en el cuerpo humano. Y, además, gusta a los niños.
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