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Tamara Gorro habla del secuestro que sufrió cuando tenía 8 años

La ‘influencer’ estuvo dos días encerrada recibiendo solo pan, caldo y agua. La Guardia Civil acudió en su búsqueda y fue liberada.

Tamara Gorro habla del secuestro que sufrió cuando tenía 8 años

Tamara Gorro no está pasando por un buen momento. La ‘influencer’ ha sufrido una depresión, se ha separado de su marido y recientemente confesó que intentó quitarse la vida hace una meses. Con tan solo 35 años, la de Móstoles ha sufrido varios episodios desagradables en su vida. Tuvo que despedirse de su padre siendo una niña, sufrió dificultades para quedarse embarazada y ahora también ha contado que fue secuestrada por el entorno de su familia.

‘Cuando el corazón llora’ es su nuevo libro y en él ha contado este duro episodio que sufrió cuando tenía tan solo ocho años. Su padre tenía una difícil relación con las drogas y esta persona, de quien no ha querido desvelar la identidad, estaba relacionada con el progenitor de la ‘influencer’, Javier Gorro. Éste era quien acompañaba a su padre a ver a Tamara cuando le tocaba la custodia.

Un mal recuerdo con un familiar de su padre

De hecho, la joven recuerda como una de las veces que estaba en el portal con su abuela, su padre y el familiar se acercaron, cuando no le tocaba la custodia, y el individuo que acompañó a su progenitor le gritó a su padre: “dámela, dámela”.

Tamara ha confesado que al principio le costaba pasar tiempo a solas con su padre y ha relatado lo duro que era para ella esa situación familiar. Pero cuando su padre murió, ella comenzó a ponerse en contacto con su familia paterna. Con ellos decidió pasar unos días, y es entonces cuando Tamara recuerda lo peor: “Al segundo día de estar con ellos, la misma persona que acompañaba a mi padre al barrio de mis yayos me encerró en una habitación en la que solo había un cuadro de mi padre enorme y una cama. Allí estuve abandonada, sin poder salir, recibiendo un plato con caldo, pan y agua durante dos días”, relata.

“Yo lloraba, chillaba, gritaba, solo quería dormir, olvidar, desaparecer. Hasta que de pronto escuché al otro lado de la puerta a tres señores de uniforme verde que me sacaron de allí. Era la Guardia Civil, a la que había pedido ayuda mi madre para recuperarme”, cuenta Tamara con tristeza.