TIKITAKAS MÚSICA | ENTREVISTA A MERINO

Merino, el pop de alto voltaje emocional forjado en el El Retiro

Sandra Merino y Álex Gallego hablan con AS del recorrido del grupo cuyo inicio está en la calle y una mentira a medias alrededor de la batería... Han tocado en el Inverfest y en 2025 publican nuevo disco: ‘El Bosque’. Sin parar de crecer.

Merino, el pop de alto voltaje emocional forjado en el El Retiro

El Circo Price permanece a oscuras como quien contiene una exhalación. Apenas dura un segundo. Entonces se enciende un bosque. Es pequeño. Apenas dos hileras sobre el escenario. Ramas blancas sobre fondo negro. Aparecen ellos, Álex Gallego y Javier Vittone. El primero con la batería. El segundo, con el bajo. Y la música de Merino comienza a llenar el aire aunque aún falte ella. Esa cuyo apellido da nombre. Sandra Merino, con esa voz tan dulce y potente capaz de abrazar a kilómetros de distancia. Esa noche está cerca, esa noche estaban en Madrid, actuaban en casa. Ha sido durante el ciclo Inverfest 2025, el festival de música en los meses de enero y febrero en Madrid que llena las salas apoyado en marcas como Vibra Mahou, en la que la marca vuelve a demostrar su compromiso con la música en directo, conectando artistas y público y respaldando cientos de experiencias cinco estrellas relacionadas con la música y la cultura cervecera. Fue la primera vez que el público podía escuchar en directo las que son las canciones del nuevo disco del grupo, ‘El Bosque’, que verá la luz en este 2025. Y la respuesta no pudo ser mejor. Merino siempre llega. Pero es que eso es fácil: va envuelto en la voz de Sandra.

“Este concierto es un sueño para nosotros”. Confesaba Sandra cuando apareció en el escenario, vestida de blanco también, como Álex y Vitto. Merino no necesita mucho más que un foco sobre ella y su voz, de terciopelo en cuerdas vocales. ‘La Niña’, uno de los adelantos del disco es con la que todo sube el telón. Después irían mezclando, de ayer y hoy, ‘Bailando con Lobos’, ‘Demasiado Grande’ o ‘Cerca del Invierno’ mezclado con una versión al piano de ‘Allí Donde Solíamos Gritar’ de Love of Lesbian en la voz de Sandra mientras van llegando ‘Apareciste’ o ‘Me Voy’.

“Sé que estoy haciendo lo correcto cuando me dejo llevar…”. Con esa estrofa el público del Inverfest que permanece casi todo el tiempo sentado hasta casi el final se pone en pie para aplaudir a Álex, Vitto y Álex con el corazón. Hablan con AS de todo. El año que viene, este concierto, su inicio, forjado en la calle y alrededor de una mentirijilla a medias. Al borde de los 200.000 oyentes mensuales en Spotify es una banda que ha crecido en el directo y, en efecto, este es maravilloso.

Sandra Merino en la actuación de Merino en el Inverfest 2025.
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Sandra Merino en la actuación de Merino en el Inverfest 2025.

Cuando ustedes se conocieron Álex llevaba apenas cinco meses tocando la batería…

Álex Gallego: Cuando uno aprende a tocar un instrumento lo que más le gusta es eso, tocarlo. Yo empecé dando unas clasecitas y monté un grupo de garaje y maquetero, en el que el objetivo era hacer cuanto más ruido mejor y pasarlo bien. Y así comenzó.

Sandra Merino: Es gracioso porque ese grupo se llamaba La Pesadilla de Sara, justo la amiga en común que teníamos. Que no le gustaba nada la música que hacían y se llamaron así porque ella iba a los ensayos y…

Á. G.: Decía: “Lo que hacéis es muy malo”.

S. M.: Y gracias a esa amiga nos conocimos.

¿Qué relación tenían con ella los dos?

S. M.: De amistad. A mí porque venía a verme a los conciertos en 2014.

¿Usted tocaba en El Retiro…?

S. M.: Sí, yo empecé a tocar en El Retiro, antes de conocer a Álex, con 18 añitos.

¿Con la guitarra para la gente que pasea por allí?

S. M.: Sí, sí. Iba con mi guitarra, sin amplificador, abría la funda y me ponía a tocar para ganarme algo. No le encontraba ningún punto negativo. Para mí era todo sumar.

¿Dónde tocaba?

S. M: En el paseo donde está el lago. En un sitio que parecía un escenario, un rectángulo hacia dentro. Ahí me ponía. Y muy bien, la verdad.

¿Y qué respuesta recibía?

S. M.: Súper buena. Yo, además, me imprimí unas tarjetas super cutres, en folio, que yo misma recortaba… Y ahí venía el Tuenti porque por ese entonces no había ni Instagram. Y me llegaban mensajes súper bonitos. Era muy guay. Yo ahí ya daba conciertos, porque empecé con 16 años, pero esa fue una manera de que la gente me viera y escuchara y surgieran oportunidades. Un restaurante, una sala...

“El primer disco lo pagamos con la gente que nos apoyaba tocando en la calle”

Álex Gallego, Merino

A. G.: Y luego fue cuando la conocí yo y seguimos igual. El primer disco lo pagamos con la gente que nos apoyaba tocando en la calle.

Guau.

Á. G.: A nosotros es algo que nos crea mucha nostalgia, muy bonito. Luego cuando pasaron los años lo prohibieron y tuvimos que dejar de hacerlo, pero fue cuando más o menos empezábamos a despegar.

Claro, que fue cuando hicieron las pruebas para poder hacerlo en Madrid.

S. M.: Yo tocaba en El Retiro y el Metro porque ahí no te pedían ningún tipo de permiso. Luego me lo saqué y pude tocar en las calles de Madrid, donde ya iba con altavoz y micro.

Á. G.: En la primera gira que hicimos, me acuerdo de Lleida, Girona y Bilbao, íbamos a tocar a una sala y, el día de antes, lo hacíamos en la calle. Era una promo muy buena.

¿Cuánto se puede sacar en un día tocando en la calle?

S. M.: Pues cuando yo empecé, que iba sin amplificador y sin nada, unos 50 euros de media por una o dos horas.

Aja.

S. M.: Y luego, cuando tocaba en las calles de Madrid, amplificando y demás, la media era 200 la hora y media, dos. Recuerdo un día en Navidad que, en cuarenta y cinco minutos, hice 360.

Usted ya tocaba con 16 años, pero ¿cuándo fue consciente de que la música era su manera de expresarse?

S. M.: Desde pequeñita. Empecé a hacer canciones con ocho años. Que te puedes imaginar qué tipo eran (ríe). De las amigas, del chico que me gustaba del cole. Escribía frases que rimaban, le ponía una melodía y, sin ningún instrumento ni nada, las hacía a capella.

¿En su casa hay referentes musicales?

S. M.: Ninguno. Nadie. Ni tampoco se escuchaba mucha música. Mis referentes eran los típicos que sonaban en la radio o veía en programas de tele. La cultura musical la he descubierto creciendo y conociendo a grupos más por mi cuenta.

Á. G.: De chiquitilla ya cantaba bien. Las cintas de las que te habla yo las he escuchado, pero también ha trabajado un montón la formación.

¿Cuándo empieza a tocar la guitarra?

S. M.: Con 12 años. Mi madre pasó por delante de una tienda de música, en mi barrio y dijo: “Voy a preguntar si dan clases de canto”. Y no daban pero conocían a un profesor con el que estuve cinco años. Después, conocí a un guitarrista que se llamaba Roberto que buscaba una cantante y empezamos a tocar juntos. Me enseñó a preparar un repertorio, a cómo cerrar un concierto en una sala… Me dio las herramientas para que yo pudiera andar sola.

Las bases de lo que después sería Merino.

S. M.: Sí, porque yo hacía canciones y no me planteaba tener un grupo. Eso era un sueño muy lejano. No sabía por dónde empezar a subir el primer escalón. Y el primero fue ese compañero que me enseñó a tocar la guitarra.

Y a usted Alex, ¿qué le empujó a tocar la batería?

Á. G.: Fue un amor a primera vista. Fui a un concierto con mi mejor amigo a la Sala Cats de Madrid y allí había un grupo, con un batería que se llamaba Álex Moreno, hoy en día con Amaral o Samurai, y le vi tocar y dije: “Esto es un idioma que me gustaría aprender”. Le pedí clases y él me enseñó a disfrutar de la música por encima de todo. Hay gente que persigue más el éxito. Pues él justo lo contrario. Y ha sido la mejor lección. Tocar para dos personas en la calle o con Mikel Izal para 15.000. Y disfrutarlo igual. Que no haya una diferencia.

Y poco después llega ese concierto en el que vio a Sandra.

Á. G.: Hablando con Sara en uno de los ensayos que tanto le costaba aguantar, me enseñaron un vídeo de Sandra cantando y fue como: “Guau, ¡esta tía cómo canta!”. Y fui a verla en concierto, me encantó y yo, que siempre he sido de tirarme a la piscina, le dije: “Me encantaría tocar contigo y hacer algo juntos”. Lo que Sandra no sabía que es llevaba cuatro o cinco meses solo tocando la batería (ríen los dos).

S. M.: Me mandó un mensaje larguísimo en Facebook, súper bonito, en el que me daba a entender que llevaba mucho tiempo. No específicamente pero…

“La primera vez que quedé con Álex, estuvimos tocando un rato y pensé: ‘No volvemos a quedar más...”

Sandra Merino, Merino

Á. G.: ¡Tampoco!

S. M.: No lo dijiste, pero a mí me dio esa impresión. Y cuando quedamos me cayó super bien pero no tocaba muy bien (ríe). Recuerdo pensar: “Tocamos un rato más y no volvemos a quedar”.

Pero hubo una segunda vez.

S. M.: ¡Pero es que al día siguiente me mandó una foto con un set acústico que se había comprado! Un cajón, unas panderetas…

¿Al día siguiente?

S. M.: Sí. Y digo: “¿Cómo le digo ahora a este chico que no quiero tocar con él en acústico tampoco?”. Entonces me dije: “Voy a quedar con él otra vez y vemos”. Pero en esa semana Álex dio clases y mejoró mucho. Cuando se le mete algo en la cabeza, no para hasta conseguirlo. Lo ha hace con cualquier cosa.

Á. G.: En pandemia hice una piscina.

S. M.: Y aprendió a tocar la batería, efectivamente.

Á. G.: Y me salvé por los pelos de vivir esta experiencia maravillosa.

Su primer disco fue hecho por ustedes, sin ninguna ayuda externa. Una mezcla de todas las canciones que iban haciendo mientras buscaban su propio estilo.

S. M.: Totalmente. Hay canciones de muchas clases y quizá le falta esa conexión que tienen Himnos de Guerra o el disco que vamos a sacar ahora, El Bosque. Fue bonito porque fue nuestra primera experiencia haciendo un disco largo.

¿Cuánto tiempo llevaban tocando cuando lo hicieron?

S. M.: Nos conocimos en 2016 y lo empezamos a grabar en 2018. El primer concierto que hicimos con banda fue en 2019 cuando llevábamos tres singles fuera.

Á. G.: Tres mesecitos antes de pandemia.

S. M.: Y no se nos ocurre otra cosa que sacar el disco igual porque, como lo teníamos previsto, lo lanzamos. Y todo el dinero que teníamos, lo invertimos en hacerlo y, entonces, aprendimos que tienes que repartirlo. No puedes gastar el cien por cien de tu presupuesto solo en eso, también hay promo, por ejemplo. Aunque tampoco ni sabíamos dónde invertirlo, porque es verdad que cuando empiezas es tan difícil saber de quién rodearte. Algunos nos timaron un montón en cuanto a promo, ¿te acuerdas?

Á. G.: Sí, sí. Me acuerdo.

S. M.: Contratas una promo y te consiguen ninguna entrevista. Es muy difícil que te escuchen al principio, que alguien crea en tu proyecto, quiera sumar y demás. En ese primer disco aprendimos cómo hacer las cosas y de quién rodearnos.

“Es muy difícil que te escuchen al principio, que alguien crea en tu proyecto, quiera sumar y demás”

Sandra Merino, Merino

¿Cómo siguen caminando?

Á. G.: Pues a tocarlo. Ir a ciudades. Tocar en la calle un día y, al siguiente, en una sala chiquitita en la que metías el máximo número de personas posibles. Y nos íbamos alimentando de lo más importante. De dos, tres, cuatro o 18. De las personas que fueran en cada ciudad y que sentían las canciones igual que tú. Empezabas a notar que se generaba un ambiente muy bonito y cercano. Luego fue la búsqueda hacia Santos y Fluren, para tratar de hacer un nuevo trabajo de manera diferente.

S. M.: Todo lo que era Merino en esa época era perder. No parábamos. Tocábamos en eventos privados, versiones, restaurantes… De ahí sacábamos el dinero para luego seguir invirtiendo en Merino. Nuestra vida desde que nos conocemos ha sido tocar, tocar, tocar. Ya sea currando en Merino, que eso es 24/7, pero también haciendo otras cosas para poder sobrevivir.

Y alimentar económicamente a Merino. Se puede decir que es una banda que se ha conocido por el boca a boca.

S. M.: Y de tocar mucho. De vernos la gente en diferentes sitios. En todas partes. Más que en redes, que hemos cosas y nos ha conocido la gente a través de Spotify y demás, pero eso ha sido en este último tiempo, ya con Himnos de Guerra. Ahora mola porque el proyecto va creciendo y no sabes tanto por qué ramita: hay tantas que la gente viene de diferentes lugares. Antes solo era porque te veían tocando o como mucho un vídeo rándom que subieras a Instagram pero era muy raro.

¿Por qué Merino? Hay un montón de bandas con nombres de mujeres, Anabel Lee, Carolina Durante, Sienna…, y una banda donde la cantante es una mujer tiene nombre de hombre.

S. M.: Miro a veces los carteles de festival y lo pienso. Pero es algo que tampoco nos planteamos cuando lo hicimos.

Á. G.: En realidad nosotros pensamos que, si a Izal le fue bien y a Amaral le fue bien, pues que íbamos a seguir el mismo método: cojamos el apellido del cantante y ya está.

S. M.: Es que al principio íbamos con mi nombre. Cuando empecé yo sola, antes de conocer a Álex. Y cuando se unió él y también el tercer miembro del grupo, Javier Vittone, el otro integrante, dijimos: “¿Y si no quedamos con este nombre?”. Fue idea tuya, Álex.

Á. G.: Barajamos muchos. Y ninguno nos acababa de encajar.

El gran salto de Merino fue esa colaboración con Mikel Izal en 2023, ‘Cerca del Invierno’.

Á. G.: Fue el origen de todo. Y un abrazo muy fuerte hacia todo el trabajo que habíamos hecho porque, que una persona que admiras tanto como Mikel quisiera estar en una canción, validaba todo el esfuerzo este tiempo. Fue el primer paso para sacar la cabeza. Santos y Fluren fue en realidad la primera semilla. El aprender a hacer música de otra manera. Sin pensar en tendencias sino en la emoción de las canciones. Ser como somos y encajar donde encajemos.

Pero ustedes siguen haciendo los discos, ¿no?, sin estar dentro de una multi.

Á. G.: Sí. Los creamos, pagamos y hacemos nosotros.

A lo Vetusta.

S. M.: Sí que tenemos una oficina de manamegent, que es Hook, otra de booking, y una distribuidora, Altafuente pero no una discográfica que pague las cosas. Todo lo creativo, artístico, está bajo nuestro paraguas. Lo decidimos nosotros.

Á. G.: Sin recibir presiones… Fue una decisión difícil porque tuvimos ofertas de las multis, pero a día de hoy hay mil caminos para llegar al mismo sitio y, de momento, este es el que hemos elegido.

S. M.: Es una carrera de fondo y lo importante es hacer lo que de verdad nos nace. Hacer las cosas a nuestro ritmo y manera.

Himnos de Guerra lo hicieron en formato físico, inspirándose en el Gernika. ¿En los directos se dieron cuenta que la gente tiene ganas de lo físico?

S. M.: Sí y hacer un físico con algo más que las letras de las canciones. Que contar qué había tras ellas aprovechando que era un disco conceptual, en el que todo tenía que ver. En El Bosque también. Todas las canciones cuentan una historia más grande.

¿Y seguirán ese mismo camino en el físico con El Bosque?

S. M.: Sí, pero no será disco-libro, haremos otras cosas.

Ya han sacado tres canciones. ¿Cómo lo está recibiendo la gente?

S. M.: Pues muy bien. Sobre todo La Niña, que fue la primera. Notamos que la gente tenía ganas de música nueva.

Á. G.: Con Un Clásico nos hemos colado en todas las playlist, con números superiores a los que tuvimos con Cerca Del Invierno con Mikel. Para nosotros ha sido como: “Guau, qué bien, qué buena acogida”. Aunque, donde al final creemos que las canciones llegan, es en los directos.

¿Vive ahora mismo la industria de la música un momento en el que todo el tiempo hay que sacar algo nuevo para que se hable de uno?

S. M.: Ahora lo que funciona es estar todo el rato como llamando a las puertecitas con canciones nuevas. Si sacas un disco de golpe, la mayoría de canciones las pierdes.

¿Y qué supone para ustedes les hayan llamado para formar parte del cartel de la edición de Inverfest 2025?

Á. G.: Ese era, con el del Port América el concierto más ilusionante que tenemos este año. También fue la primera vez que los fans escucharon las canciones. Nuestro público en Madrid…

S. M.: Bueno, para mí fue el más ilusionante sí. Los festivales molan, pero en las salas la gente va a verte a ti. Y se crea una energía y una muy diferente...

¿Qué año 2025 se presenta para ustedes?

Á. G.: Tenemos un montón de festivales. Haremos gira, con muchas ciudades y recintos guays.

S. M.: Y sacamos el disco, claro. Es un año de tocar, tocar y tocar.

¿Cómo ven ustedes el tema de la mujer en los festivales?

S. M.: Llevamos poquito haciendo festivales. El 2024 ha sido el más fuerte y es verdad que hay muchísimos más hombres ya no solo en los carteles, sino también detrás. Trabajadores, técnicos, promotores… Cada vez hay más mujeres en los carteles y se está poniendo más el foco en esto. Hace diez años no se hablaba de ello y ahora es un tema recurrente. Aún falta un montón, pero vamos en buena dirección.

Y Merino está abriendo camino ahí también. ¿No?

S. M.: Nosotros desde nuestra ventanita sí estamos peleando para que para que así sea. Si yo también de pequeña hacía canciones y cantaba era porque veía otras mujeres cantar y tocar. Si ahora hay más técnicas de sonido, más productoras, más guitarristas, más baterías, pues en el futuro habrá más niñas que también sueñen con ser eso.

A ustedes les dicen que son demasiado indies para el pop y que sois demasiados pop para el indie...

S. M.: Es pop, eso es seguro, y luego ya en los apellidos, hay muchos tintes.

Á. G.: A mí me gustó que en el Mad Cool lo definieron como pop de alto voltaje emocional. Y eso me gustó, la verdad.

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