Música

Alberttinny o cómo volver a nacer después de un éxito como el de Izal

El guitarrista de la banda indie que se disolvió en lo más alto, 2022, convence con ‘Kintsukuroi’, un sólido primer disco en solitario en el que, además de tocar, compone y canta. Este fin de semana termina su gira de presentación.

Alberto Pérez, Albertinny.

El nombre de Izal va disipándose a la espalda de Alberto Pérez (Mérida, 1985), mientras, por delante, toma cada vez más cuerpo su nuevo proyecto: Alberttinny. El que fuera guitarrista de la banda madrileña que se bajó de los escenarios en 2022, cuando, doce años después de formarse, copaba festivales, salas y palacios y siempre se leía en grande, ha convertido su catarsis en canciones. Kintsukuroi se llama su disco. Kintsukuroi, como esa milenaria técnica japonesa que hace arte de objetos rotos. Recorridos por vetas de oro allá donde el pegamento vuelve a unir sus trozos para volver como algo igual pero distinto, con el dolor como parte indisoluble de un proceso que, aunque se note, se palpe, esa cicatriz como parte de la historia que te ha hecho mejor.

Nada puede definir mejor al Alberto que ha resurgido tras Izal. Un Alberto que recupera el nombre con el que el profesor de aquella escuela de guitarra se dirigía a él cuando llego a Madrid hace dos vidas para dedicarse a la música. Alberttinny. Diez canciones, 41 minutos que son más que un viaje. Porque ese guitarrista que una vez arreglaba canciones ahora compone y también canta, y es capaz de crear atmósferas que tocan el alma. Este fin de semana termina su gira de presentación del disco, en salas, en Bilbao y en Zaragoza, en un volver a empezar que le ha envuelto el corazón a él mismo de emociones que entroncan con su propia raíz. Un tipo familiar y sereno que utilizaba las cuerdas de una guitarra para estar en el mundo, construyendo un refugio que era para sí mismo pero ya ha hecho de muchos. Primero cuando tocaba en un grupo, y ahora, otra vez, cuando lo hace solo, y sus canciones vuelven a llevarte de su mano. Del pasado, presente y futuro habla una mañana con AS, con sus hijos de fondo, como coros de un artista que, tras aquel éxito, ha sabido volver a nacer. Como siguiendo el rumbo de sus propios versos: “Busco una corriente con agua suficiente / para poder navegar / Busco el comienzo de algo diferente / que me ayude a despertar…“.

Portada del disco de Albertinny.
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Portada del disco de Albertinny.

La guitarra para usted comenzó en Segovia. Cuando, de niño, en unas reuniones con unos amigos argentinos de sus padres, estos la tocaban...

Sí. Por motivos familiares, de mi padre, que montó una empresa de Telecomunicaciones en Segovia, viví en La Granja de San Idelfonso de los cuatro años a los doce años, que volvimos a Extremadura. Recuerdo que esos amigos de mis padres tocaban y yo cogía el instrumento y trataba de imitarlo. Y el amigo de mi padre me miraba y me decía: “Eso es La… Eso es Mi…”.

Cuando regresó a Mérida, a Calamonte, ya lo hacía con una guitarra, esa que se pidió a los reyes tras aquel momento. Entonces aprendió autodidacta y da la sensación de que siempre ha ido haciendo camino al andar. Entonces con el instrumento, ahora con la composición y la voz.

Sí. En Izal sí hacía coros y ese fue el primer contacto con un micrófono. En realidad no suelo cantar ni solía, pero poco a poco fui preocupándome más de hacer los coros y diferentes voces. Eso me llevó a un pequeño aprendizaje que no tiene tampoco que ver con cantar porque interpretar es otra cosa, un proceso que he tenido que aprender y lo estoy aprendiendo ahora mismo.

¿Y a componer?

A componer me lo tomé como un ejercicio para hacer algo que para mí era imposible. Porque componer es una cosa y arreglar es otra cosa. Tú tienes la canción y tú piensas cómo mejorarla, eso es arreglar, pero empezar de cero sobre una idea que no existe y tú creas es otra cosa, completamente distinta. Y eso es lo que he estado aprendiendo a hacer en estos últimos cuatro años. En 2019, cuando nació mi hija Greta, empecé a componer más. De esas horas de insomnio, de no dormir mucho, salieron bastantes canciones. Y ahí empezó todo.

Ahí aún formaba parte de Izal, ¿no?

(Asiente).

Es decir que, lo de componer no fue cuando se separó el grupo, si no antes de que eso ocurriera.

Sí. Me ayudaba mucho. Una actividad muy distinta a lo que venía haciendo porque, cuando compones, tienes una visión mucho más global de la canción. Cuando tocas la guitarra, te dedicas solamente a eso, te fijas solo en una parte de la canción. Hacerlo en el global de la canción te ayuda mucho a proponer cambios más coherentes, variados o profundos. Me ayudaba mucho a mi trabajo en Izal en ese momento, pero todo vino como una cosa fortuita, que yo no tenía calculada. Yo me puse a componer porque sentía que necesitaba contar ciertas cosas y me gustaba más la idea de abrirme. No expresar solo con una guitarra. Hacerlo con un teclado y una voz. Siento que eso me hizo mejor músico siendo exactamente igual en cuanto a la parte instrumental. Me cambió la visión general.

“En Izal sí hacía coros y ese fue el primer contacto con un micrófono”

Alberttinny

¿Cómo sigue ese proceso después de ser ese niño que aprende a tocar con unos amigos que le enseñan el Mi, el Do, y le traen los reyes una guitarra?

Recuerdo que empecé a componer unas melodías pequeñas, muy pequeñas, sin tener ni idea, usando el oído. Jugaba mucho con el instrumento. Tenía un juego…

El de los anuncios de la tele…

Eso. Escuchaba un anuncio y sacaba la melodía. Cosas que te hacen mejorar tu oído musical sin tu saberlo. A esa edad tocas porque te divierte: hay algo ahí que te engancha y no sabes muy bien. Después de esos años tuve mis idas y venidas. Dejé de tocar la guitarra, me aburrí. Es lo que tiene no tener objetivos. Un profeso que te diga dónde tienes que ir. Pero luego a los 12 otros reyes me trajeron una guitarra eléctrica y un amplificador y eso cambió todo.

¿Sí?

Ese cacharro que tocabas y sonaba como… ¡uf! Madre mía, no sé, me flipó (sonríe). Y ya sí que sí no dejé de tocar.

Pero en realidad no volvió a tomar clases hasta que se fue a Madrid, con veintipico años.

Tomé clase el primer año que me regalaron la española, con ocho, y después ya todo lo que aprendí fue por mi cuenta. Con guitarra eléctrica no tomé clases hasta los 22, 23, que vine a Madrid a hacer un curso profesional de guitarra.

¿Qué música de anuncio le costaba más replicar? Porque sonaba una y, si no la sacaba, enseguida tenia ahí la siguiente.

No lo recuerdo porque tengo muy mala memoria. Me acuerdo del anuncio de Colón. Esa melodía. Era rápida y no te da tiempo a sacarlo (cierra los ojos, la tararea como si fuera de nuevo ese niño con su guitarra, ante el televisor). Y yo lo hacía haciendo un solete como podía y, si no lo sacaba, enseguida tenía otra. Es un ejercicio brutal que me saque de la manga cuando tenía nueve años y no tenía ni idea de tocar (ríe).

Ha vuelto a jugar a eso ahora.

No, no he vuelto. ¿Sabes qué pasa? Que eso condicionó también mi forma de abordar la música. Eso del oído está muy guay y es muy útil pero en realidad me cuesta memorizar repertorios, tengo que estar siempre repasando (ríe).

¿Cuándo se vino a Madrid fue solo con la guitarra o con un trabajo?

Tenía un trabajo en Extremadura y lo que hice fue ahorrar mucho tiempo para poder estar aquí en Madrid, pagar el alquiler de una casa, los gastos, el curso y dedicarme solo a eso, a tocar. Durante un año estuve tocando muchas horas seguidas, todos los días. No me saltaba ni uno.

¿Qué tipo de trabajo tenía?

Antes de venirme a Madrid, trabajaba en una empresa de climatización de mi padre. Era físico, técnico y de instalaciones. Cuando llegaba a casa sí que tocaba muchas horas y eso fue lo que me hizo pensar que la música podía ser un camino, que si tuviera todo el día para mí, podría tocar mil horas. La música ha sido siempre como un refugio. Cuando me siento con la guitarra y pongo el ampli, a mi cuerpo lo invade el bienestar, mi cerebro se tranquiliza y me digo: “Tengo que tocar todos los días”. Es mi terapia. Me hace muy bien, ¿sabes?

¿Cuánto pasó entre ese grupo e Izal?

Hubo alguna banda en medio. Toqué en una de rock con Pol, de Asuntos Cerrados, en Madrid, Toledo… Y salió un anuncio en una página que solemos utilizar mucho nosotros, tablón de anuncios de busco músico y vendo guitarra, donde se contactan los músicos. Ahí encontré el anuncio de que se estaba formando un grupo y buscaban guitarrista. Escuché las canciones, me gustaron mucho y decidí presentarme. Tuve la suerte de que me llamaron y me dejaron tocar.

¿Cómo fue esa prueba?

Tocar las canciones que me habían mandado en la demo para ver qué feeling había, que sonido tenía, que vieran tu equipo… Y luego tomar una cerveza y ver en qué punto vital estábamos cada uno.

Que es muy importante cuando se va a formar un grupo.

Súper. Sobre todo cuando tienes aspiraciones de crecer y tratar de ser profesional. Ahí fue donde yo gané más puntos porque había ido a Madrid a dedicarme a la música. Era mi prioridad. Yo trabajaba en una empresa de Telecomunicaciones en Madrid, en plena crisis, pero tuve una suerte brutal.

¿Por qué?

Porque de repente no podía ir un día que, por ejemplo, un jueves teloneábamos a Second en Pamplona, y te pongo este porque fue la única vez que teloneamos a alguien y lo tengo muy a fuego, y le dije a mi jefe: “Hoy no puedo trabajar, me tengo que ir… Pero es que mañana tampoco”. Y él me dio mucha tranquilidad. “Mira, tú me entregas este trabajo y tanto te pago”. “Madre mía qué suerte estoy teniendo”, pensaba yo. ¿Tú sabes lo le agradezco a ese hombre lo que hizo por mí? Mario se llamaba y, lamentablemente, falleció de cáncer hace un par de años. Me llevé una gran tristeza porque le voy a recordar siempre. Si no hubiera estas personas, esa apertura, quizá nada de lo que vino existiría. Tuve esa suerte.

“La única salida que vi para superar el dolor del adiós de Izal fue la de componer para poder tener canciones y salir a la carretera otra vez”

Alberttinny

¿Cómo es volver a empezar después de haber formado parte de un proyecto tan grande como fue Izal?

Ahora me encuentro muy bien, feliz, ya he pasado ese duelo, porque al final es una pena. Cuesta asimilar que tu vida cambia a esos niveles. Cuando tienes un grupo así de éxito te absorbe muchísimo, y te condiciona, y tu vida la haces en torno a lo que el grupo necesita. Y cuando frena todo de esa manera tan bestia, hay que saber asimilarlo y a mí me costó mucho tiempo. Pero gracias a eso tengo lo de ahora. Creo que fue que, como la única salida que en ese momento vi, fue la de componer para poder tener canciones y salir a la carretera otra vez. Gracias a haberlo pasado así un poco mal está este disco en la calle.

¿Cuánto tiempo tuvo para prepararse para ese final del grupo?

Un año y medio. La grabación de Hogar se hizo sabiendo que era el último disco, la última gira. La cosa está en que sabes que va a llegar, pero todo se va enrareciendo. No en relaciones si no en cómo vives tú las cosas. El tramo final fue entre intenso y una incertidumbre rara. Yo los últimos conciertos estaba físicamente mal. Me pasé días sin comer, nunca me había pasado eso, pero me dolía mucho el estómago, no era capaz de relajarme. Fue duro, las cosas como son. No hay nada que te pueda calmar y, aunque tuvieras tiempo para pensarlo, en el momento en el que te llega, te llega. No te puedes hacer una idea fácilmente por mucho que lo intentes. Cuando llega es otra cosa. Llegar a casa y decir: “Bueno, pues aquí ya mañana no hay nada que hacer”.

Pero de esa catarsis nació Alberttinny.

Y mira: yo he vivido cosas increíbles con mis compañeros, los adoro, son muy buenas personas, mi familia, pero no echar de menos la situación, eso quiere decir mucho.

¿Y cómo siente que le están recibiendo?

No siento que estén yendo mal las cosas, a pesar de que sean salas pequeñas, de que haya mucha gente que me esté descubriendo aún… Es muy difícil que te den la oportunidad, pero estoy trabajando por ello y mi cabeza está muy tranquila. Lo que tengo que hacer es esto. Seguir tocando y tratar de llegar a más gente, que tengan la oportunidad de escuchar mi disco. Con eso soy feliz. Eso quiere decir que todo está bien. He tenido muchos miedos antes y mucha incertidumbre, pero ya llega el momento de disfrutar de lo que estoy haciendo.

¿Le gustaría que Alberttinny tomara tanta fuerza que pronto pueda dejar atrás el apellido de guitarrista de Izal?

Me gustaría. No por renunciar al pasado: por valorar un poco en lo que estoy trabajando. He intentado ser lo más transparente en la música y en la letra, no me he querido agarrar a ciertas cosas que he hecho. Obviamente yo era parte de Izal y algunas cosas, en la guitarra, podrán recordarlo. No es: “Ahora soy de Izal y ahora no”. Soy un músico que ahora toca aquí y he arreglado allá y es normal que tenga un aire parecido porque soy yo.

Pero las canciones son distintas.

Yo he hecho un esfuerzo por hacer algo mío.

“Me pasé días sin comer cuando se acercaba el final de Izal, los últimos conciertos, nunca me había pasado eso, pero me dolía mucho el estómago, no era capaz de relajarme. Me encontraba físicamente mal”

Alberttinny

¿Por qué Alberttinny?t Madrid, el director nos cambiaba el nombre a todos. Cuando había que hacer algún ejercicio a Arturo lo llamaba Arthur, a Sergio, Sergei, y a mí, Alberttinny. Ya, con la coña, me lo puse en las redes. Y cuando tú le vas a poner nombre a un proyecto es como cuando se lo pones a un hijo… ¡De repente cuesta un montón! Pensé en nombres de cosas de herramientas de madera, que me gustan un montón, o algo que me interesara mucho, pero no encontraba nada ni que me gustara ni que tuviera que ver conmigo. Amigos me decían: “¿Y por qué no te llamas una ciudad por ahí?

Lo de las ciudades últimamente está muy de moda.

O palabras, un verbo. Pero, entonces, como no sabía qué nombre ponerle, un día me dije: “Me voy a tener que llamar Alberttinny”. Porque suena mal decirlo pero fue un poco por descarte. Mi nombre en redes era así, la gente me conocía así… ¿Para qué cambiar? ¿Para despistar? Pues ya está. Alberttinny.

Ha regresado a su primera pedalera con Izal…

Estuve buscando una en la que me cupieran dos digitales, simuladores de amplificadores con una calidad importante porque, si ya no es fácil cantar y tocar al tiempo, pues cantar, tocar y cambiar pedales es una locura. Y, de repente, voy a mirar la primera que me compré cuando Izal y estos me cabían perfectamente y dije: “Pues mira, esto será volver a empezar de verdad”.

¿Cuánta gente le acompaña en el escenario?

Cuatro. Cuento con Alejandro Jordá, que era batería de Izal, mi amigo del alma que me acompaña y ha grabado el disco también. Estoy con él de gira y muy feliz de que esté aquí. También Txarlie Solano, al bajo y también David T. Ginzo, con los teclados y guitarras. Con los cuatro me siento muy cómodo y hemos llegado a ese punto de potencia que me parece interesante y, sobre el escenario, cada vez lo estamos haciendo mejor.

¿Cómo recibe el público sus canciones?

Estoy muy satisfecho y feliz, porque la gente me cuenta algo más allá. El otro día en Valencia una chica que contó que ella era de Paiporta y sus padres, músicos y me dijo que, después de lo que había pasado, no había sido capaz de escuchar una canción hasta que oyó Únicos. Por eso estaba en el concierto. Me lo dijo llorando. Y a mí me emociona. Saber que mi música por si sola puede llegar a alguien, emocionar de alguna manera, ya estoy muy feliz con eso.

Su refugio ya es de todos.

Sí, la música tiene esa conexión directa que no sabes muy bien qué es o a que se debe.

¿Le piden canciones de Izal en los conciertos?

Hasta el momento, nadie. Y yo no lo llevo. En algún momento había pensado en llevar alguna, pero creo que también a nivel vocal es muy distinta la interpretación, la tonalidad y, a nivel conceptual, tampoco me hacía mucha ilusión que, si presento algo nuevo, estar volviendo atrás.

¿Qué viene?

Después de esta gira de presentación he pensado volver a hacer acústicos, formato dúo, reducido, por salas y lugares en los que no hemos estado. Galicia, Alicante… Y después festivales y que vaya creciendo. Los festivales es una forma de crecer. La gente te puede ver y no te espera. Puede haber alguien que se sorprenda.

¿Qué festivales tiene ya cerrados?

El Talavera Spring, el Sonorama y el Brisa Festival.

¿El crecimiento de Izal tuvo que ver los festivales o fue más boca a boca?

Al principio fue todo por el boca a boca, pero los festivales fueron el crecimiento exponencial. Y por eso a mí me gustaría llegar a tocar delante de mucha gente en festivales porque ahí puedes conectar con gente y, si yo extrapolo lo que estoy viviendo ahora en las salas a aforos mayores, entiendo que habrá gente que pueda conectar. Izal era tan grande que tenías que poner de acuerdo a mucha gente, mover muchas cosas, cuando querías hacer algo. Ahora soy pequeño y voy a aprovechar que soy pequeño. Si me apetece grabar algo voy a hacerlo. No quiero ser pequeño y lento encima.

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