Gastronomía

El chef Ferran Adrià revela su normalidad desde el cierre de El Bulli: “Sin sueldo y que casi no tiene ingresos”

Entre 1984 y 2011, el chef dirigió junto con su hermano, Albert Adrià, el restaurante que estaba en Cala Montjoi y que supuso toda una revolución gastronómica.

SAN SEBASTIAN BASQUE COUNTRY, SPAIN - SEPTEMBER 20: The chef Ferran Adria, poses for the presentation of the documentary about his restaurant 'El Bulli', at the 69th edition of the San Sebastian Film Festival, on 20 September, 2021 in San Sebastian, Euskadi, Spain. El Bulli' is a very personal documentary that captures the legacy of Ferran Adria's restaurant through his day-to-day life, including intimate and everyday moments with his wife Isabel. (Photo By Alberto Ortega/Europa Press via Getty Images)
Europa Press News
Marta Rodríguez Peleteiro
Su trayectoria en Prisa comenzó en AS, en 2006, en la sección de Cierre. Posteriormente asumió la coordinación de la revista AS Color y la redacción de los blogs Match Point y Erratas de Campo. En 2017 pasó a formar parte de PrisaNoticias, en el control de producción de El País y AS, y volvió a AS a finales de 2022, como redactora de Tikitakas.
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Cuando se habla de los grandes hitos de la gastronomíacontemporánea, el nombre de Ferran Adrià y su restaurante El Bulli resuenan con fuerza, todo un fenómeno cultural que transformó la manera de entender, preparar y experimentar la comida. Ubicado en Cala Montjoi, en la Costa Brava catalana, El Bulli comenzó como un modesto local en los años sesenta, pero con la llegada de Ferran Adrià tomó un rumbo radicalmente distinto.

Durante sus años de gloria, El Bulli, liderado por el chef y su hermano Albert, fue galardonado con tres estrellas Michelin y fue nombrado en múltiples ocasiones el mejor restaurante del mundo por The World’s 50 Best Restaurants. Sin embargo, más allá de los premios, lo que verdaderamente distinguió a El Bulli fue su audaz enfoque experimental, su rechazo a las normas establecidas y su voluntad de convertir la cocina en un arte efímero.

Ferran Adrià no solo cocinaba, deconstruía: tomaba un plato tradicional y lo reinterpretaba con nuevas texturas, formas y temperaturas. Hasta 2011, cuando cerró sus puertas al público, en un movimiento que desconcertó al mundo gastronómico. Pero lejos de retirarse, Adrià transformó el proyecto en algo aún más ambicioso: su Fundación, un centro de investigación e innovación dedicado a repensar la creatividad y la gastronomía.

Su vida, ahora, como él mismo confesó en el podcast de Uri Sabat, es muy diferente a aquella en la que vivía volcado en el establecimiento, sin apenas tiempo para poder descansar. “Ahora soy una persona que no tiene ningún sueldo y que casi no tiene ingresos”.

Sin descanso

Para llegar a la cima siendo “hijo de una familia trabajadora”, revela, se esforzó mucho y desde abajo: “Empecé siendo friegaplatos, me quedé de chef de El Bulli con 22 años. Trabajé como un cabrón durante veinticinco años con mi socio, dieciséis horas cada día y trescientos treinta días al año”.

“A los 35 años decidí que a los 50 me quería retirar, no quería que el dinero fuera algo por lo que yo me moviera. Pero comprendí que sin dinero no tienes las necesidades cubiertas. […] Una parte de mi patrimonio ya lo doné a la Fundación cuando cerramos el restaurante y ahora procuro pasármelo bien y disfrutar”, explica sobre por qué decidió cerrar el restaurante.

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Un paso tras el que tiene una vida más tranquila, pero acomodada, gracias a los frutos de su trabajo: “Me cuido mucho y me gustan mucho los restaurantes, no tengo coche, mi mujer me obliga a comprar ropa cada dos o tres años. Llevo una vida normal. Me dedico a la innovación y la vanguardia pero soy una persona normal”.

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