La otra gran pasión de Tadej Pogacar: ¿quién es Urska Zigart?
El ciclista esloveno, claro favorito a revalidar su condición de vencedor del Tour de Francia, es un perfecto desconocido en el terreno personal, aunque no esconde su otra pasión.
Cuando arrancó el Tour en su edición de 2020, la de la pandemia, Tadej Pogacar era un perfecto desconocido para el gran público y solo unos pocos, entre ellos el director del UAE Emirates, el vasco Josean Fernández Matxín, eran conscientes del verdadero potencial del ciclista esloveno, que ya había mostrado flashes de su calidad cuando subió al podio de La Vuelta en 2019.
Y este año, con un palmarés insólito a los 22 años, a nadie puede sorprender que Pogacar sea tan insultantemente superior al resto de sus competidores. “Su rendimiento no me sorprende, está en los mismos parámetros físicos del año pasado”, relata Matxín, que es una de las personas más próximas al esloveno.
Quienes mejor le conocen hablan de una persona humilde, amable, paciente, trabajadora e inconformista que siempre tiene una sonrisa para todo el mundo. No es el prototipo de estrella al uso y es muy celoso de su intimidad ya que poco o muy poco se sabe de su vida personal, salvo que tiene otra pasión además del ciclismo: su novia, Urška Žigart.
Pero alguien incapaz de bajarse de la bicicleta incluso cuando disfruta de sus vacaciones, solo podría encontrar el amor en lo brazos de una compañera de profesión. Y es que la joven de 24 años, también de nacionalidad eslovena, es ciclista profesional que actualmente corre en las filas del BikeExchange, equipo con el que este año logró precisamente una victoria en la Setmana Ciclista Valenciana.
“El ciclismo es nuestra pasión y estamos acostumbrados a este estilo de vida. Nos entendemos y compenetramos bien. Ella es mi mayor apoyo y yo lo soy para ella”, aseguraba Pogacar en la televisión de su país.
Obsesionado por el ciclismo
Quizá esa obsesión por la bicicleta no se entendería sin mencionar su infancia en Komenda, una población a 20 kilómetros al norte de Ljubljana, en la que Pogacar creció feliz y pasó interminables horas subido a un monociclo con su hermano Tilen hasta que se la sustrajeron. Aunque ese pasatiempo robado hizo que a los nueves años se enrolara en el club Rog Ljubljana para mantener viva su pasión.
Una pasión que tornaría con el tiempo en obsesión y que se ha convertido en parte indispensable de su vida profesional, personal y sentimental. No sabe lo que es estar un día sin subirse a una bici a pesar de los consejos de los responsables del equipo. “Nunca logro estar completamente alejado de una bici. De hecho, no sabría cómo pasar un día si no dedicara algo de tiempo a mi mayor pasión, que es el ciclismo”, zanja el portentoso ciclista.