El nuevo movimiento de Isabel Pantoja con su hijo Kiko que confirma la ruptura total
La cantante envió a dos hombres de confianza para tomar el coche que le había regalado cuando nació su nieta Carlota y del que pagaba la letra cada mes.
La guerra entre Isabel Pantoja y su hijo Kiko Rivera se había vuelto más fría en las últimas semanas, pero la tonadillera ha decidido realizar un nuevo movimiento que no hace más agrandar la brecha que actualmente existe entre ambos. Mientras guarda silencio y prepara su vuelta a los escenarios, Isabel ha cumplido una de sus amenazas y el pasado viernes envió a dos hombres de confianza para recuperar el coche que en su día había regalado a su primogénito, concretamente el día que nació su nieta Carlota.
Mucho se había hablado del vehículo, pero ahora ha sido Irene Rosales, a través de una entrevista telefónica la que ha confirmado que su suegra se lo ha llevado. El matrimonio había dado la entrada del vehículo, supuestamente con parte del dinero que recaudaron tras el bautizo de su hija, e Isabel Pantoja se habría ofrecido tiempo después a pagar la letra y ponerlo a su nombre por los problemas con el fisco de su hijo.
Según el testimonio de Irene, habían intentado en alguna ocasión cambiar el titular del vehículo, pero al no estar pagado al completo les había sido imposible. La siguiente noticia que tuvieron fue a través de un mensaje de su abogado en el que les informaba de que tenían que devolverlo.
Durante un tiempo, el coche ha estado aparcado a las puertas del domicilio de la pareja y Rosales aseguró que ya no lo utilizaban: "Era algo que esperábamos (...). Era una pena que el coche estuviera ahí, nosotros ya no lo estábamos utilizando", expresó, explicando además que fue ella la que abrió la puerta a los dos amigos de su suegra para entregar las llaves.
Este sorprendente movimiento confirma que Isabel Pantoja y Kiko Rivera mantienen unas posturas realmente alejadas para pensar en una pronta solución a su enfrentamiento. A pesar de que es algo material, arrebatarle el coche es un signo claro de que no quiere arreglar las cosas después de la polémica entrevista de Kiko en la revista Lecturas y del especial 'Cantora: la herencia envenenada'.