1917: a favor y en contra en los Premios Oscar 2020
1917 dirigida por Sam Mandes y protagonizada por George MacKay y Dean-Charles Chapmano, cuenta con 10 nominaciones a los premios Oscar 2020.
"¿Dónde está el Coronel Mckenzie?". Es una de las frases que queda anclada en el oído del espectador en la escena que probablemente será la más recordada de 1917 por la tensión, la épica y la técnica que se emplea en ella .Sam Mendes, su director, ha filmado una de las películas más potentes del año 2019 y de la historia del cine bélico.Una que por méritos propios entra a ese Olimpo del género en el que se encuentran obras como Senderos de Gloria, Salvar al Soldado Ryan o La Chaqueta Metálica. Una que, en otros términos, también se esfuerza por mostrar los horrores de la guerra, el azar en estos conflictos como elemento determinante entre vida y muerte. Una sobresaliente producción en la que destaca lo técnico para contar, en ocasiones hasta de manera sutil y poética, una historia que atrapa y emociona.
Y sí, está rodada al completo en un plano secuencia (con ciertos cortes y trucos deliberadamente visibles pero que pasan como imperceptibles) con mucho sentido para su narrativa y con poco artificio, a diferencia de como ha ocurrido con otras producciones que presumían de la misma técnica. El conjunto resulta en una cinta llamada a arrasar en los Oscar 2020.
Nominaciones de 1917 en los Oscar 2020
La técnica, el gran aliado de 1917
La premisa de 1917 es sencilla: dos jóvenes soldados británicos tienen que entregar un mensaje a contrarreloj para evitar la muerte de miles de soldados. Es ahí donde comienza a tener sentido el uso que hace Mendes del citado plano secuencia. Este permite que el espectador pueda acompañar en dicha carrera a sus protagonistas, recorrer las trincheras tan características de la Primera Guerra Mundia (con ciertas reminiscencias a la mítica Senderos de Gloria), pararse en los detalles (esas caras de los soldados temerosos y de los abatidos) y en los momentos más íntimos, observar el entorno a su alrededor con los peligros que les circundan... La utilización de dicho tipo de plano no es una decisión cinematográfica baladí, sino que está hecha con sentido a su narrativa. Y Mendes juega con ligeros cortes o trucos que no se preocupa en mostrar y que tienen un patrón común: cuando ocurren suele haber un peligro inminente, un momento cercano a la muerte.
Pero más allá de esta técnica de rodaje, 1917 destaca por otros elementos técnicos y de producción como son un cuidado del sonido y de la escenografía que convierten el campo de batalla en un escenario creíble que se puede sentir. Las balas y las explosiones asustan, impactan de verdad. Casi se puede tocar la suciedad, el barro, la sangre y la putrefacción que rodea a esa Tierra de nadie bélica, un lugar inhóspito donde solo hay muerte y le otorga un carácter puramente antibélico que asusta, que no idealiza ni exalta la guerra ni los patriotismos, que no desdibuja ni crea bandos. La fotografía de Roger Deakins pone la guinda para crear una luz natural sin igual, contrastes entre vida y muerte, escenas de oscuridad donde las bengalas, el fuego o un candil alumbran con increíble precisión el escenario, los detalles y las caras de cada uno de los personajes presentes.
Frialdad y emoción
La trama argumental de 1917 ha llegado a ser tachada de simple por tratarse de una historia que se basa en que sus protagonistas van de A a B. Pero es este hecho, unido a su perfección técnica al servicio de la narrativa, lo que permite que en dicho viaje el espectador quede atrapado y pueda ser testigo de la crudeza y la frialdad del conflicto, de los momentos emocionales, de las conversaciones mundanas... Al acompañar todo el rato en dicha travesía a los personajes, se llena de color y emoción dicho trayecto frío, se pueden comprender sus motivaciones y se pueden asistir a sus altibajos.
George MacKay, el actor protagonista junto Dean-Charles Chapman, es quien más sorprende y quien posibilita que la propuesta de Sam Mendes funcione. El joven intérprete realiza una de las actuaciones más convincentes del año con él se sufre, se ríe, se suda, se llora, se siente la adrenalina y se siente el terror. Con él, el espectador es uno más corriendo entre las trincheras con el corazón en un puño preguntando "¿dónde está el Coronel Mckenzie?".