'El cuento de la criada': qué pasó en las temporadas 1 y 2 y qué se espera en la 3
La aclamada serie distópica de Hulu vuelve hoy a la carga con su tercera temporada, y la rebelión en Gilead parece cada vez más inminente.
Durante la primavera del 2017 aterrizó en las pantallas la adaptación producida por Hulu de la oscurísima novela de la reputada escritora estadounidense Margaret Atwood, 'El cuento de la criada'. La serie se convirtió en un fenómeno inmediato que arrasó en la temporada de premios y fue muy halagada por la crítica por sus múltiples cualidades estéticas y narrativas. Pero más allá de su impacto televisivo, el relato futurista protagonizado por Elizabeth Moss se ajustó con furiosa actualidad a la conversación política de los últimos años sobre los asuntos relativos a las mujeres, convirtiéndose en una referencia simbólica para las tesis y reclamaciones feministas.
La primera temporada siguió con minuciosidad la hoja de ruta diseñada por Atwood en la novela original, dejando paso en la segunda a que sus responsables echaran mayor mano de las licencias creativas para continuar ampliando libremente las miserias y desventuras a las que se ven abocados los sufridos personajes atrapados bajo el régimen autocrático que domina con puño de hierro el territorio norteamericano en la ficción.
Y la tercera temporada, que se estrena hoy en HBO España, promete continuar extendiendo las escalofriantes dinámicas de dominancia, sumisión, abuso y lucha que forjan el núcleo duro de la serie. Parece, por tanto, un buen momento para repasar lo sucedido en las temporadas anteriores y desplegar las suposiciones sobre lo que podemos esperar en la nueva.
Temporada 1
La primera temporada planteó desde el principio una inmersión despiadada en el escenario ficticio en el que se desarrolla el argumento de la serie, así como una rúbrica de los parámetros de violencia y tragedia bajo los que está englobado el tono general del conjunto de episodios. En un futuro no muy remoto marcado por una ínfima tasa de natalidad, en los Estados Unidos explota una guerra civil que se salda con la imposición de un sistema totalitario y fundamentalista de corte religioso, decidido a gobernar a golpe de versículo bíblico e instaurado bajo el nombre de República de Gilead.
Y en este nuevo orden social, la ciudadanía se encuentra organizada en una pirámide de castas en cuya punta se encuentran los privilegiados en el poder y sus sumisas mujeres, mientras que en la base se aglomeran otra ristra de clases explotadas dentro de las cuales destacan las criadas, las escasas mujeres fértiles del territorio obligadas a concebir hijos para el régimen mediante un protocolo de violaciones llevado a cabo con total impunidad.
La serie desarrolla su análisis del despotismo y los horrores perpetrados por esta cúpula tirana a través del punto de vista de varias criadas, entre ellas June, la protagonista encarnada por Elizabeth Moss. Su experiencia en el hogar de los Waterford, una de las familias de influencia de Gilead, es el material con el que se construye el arco principal de una estructura que también permite el desarrollo de otras subtramas protagonizadas por otras mujeres, así como el recurso a los flashbacks para contextualizar el pasado de los personajes durante tiempos más luminosos.
La relación con el ambivalente Comandante Waterford y su esposa, la frustrada y cruel Serena Joy, va decidiendo los reveses de destino que sufre June a lo largo de toda la primera tanda de capítulos, al final de los cuales se descubre que ha quedado embarazada (no del Comandante, que termina por revelarse infértil, sino de Nick, el chófer del matrimonio y objeto romántico de la protagonista).
Y mientras June trata de sobrevivir como puede bajo la continua lluvia de humillaciones, maltratos y manipulaciones a los que se ve sometida, su esposo Luke se encuentra exiliado en Canadá, país democrático convertido en sueño salvador para los refugiados de Gilead. La hija pequeña de ambos, por otro lado, es apartada de los dos tras su secuestro para ser educada en función de los estrictos códigos del régimen.
La crisis y posterior inmolación de la criada lesbiana Emily, la prostitución forzada a la que se ve sometida la mejor amiga de June, Moira, o la locura y el parto de Janine, otra de las sirvientas del vecindario de Boston en el que se ambienta la serie, constituyen otras piezas del crisol de una primera temporada que sobrecogió a muchos por lo explícito de sus secuencias de agresión sexual y la crudeza con la que se exponía la explotación integral de las mujeres.
Temporada 2
El intento de huida de June, ya en avanzado estado de gestación, introdujo una segunda remesa de episodios con los que se quiso perpetuar (en opinión de algunos, de manera algo excesiva) la línea de brutalidad gráfica y tortura física y psicológica convertidas en marcas de agua de la primera temporada. La deslumbrante factura formal de la serie, caracterizada por su fotografía expresionista y su rico lenguaje audiovisual, también volvió con redobladas fuerzas, aunque no estuvo exenta de críticas por su supuesta estilización de la violencia.
La narración mantuvo su centro pivotando en torno al embarazo y posterior alumbramiento de June, pero amplió además sus atmósferas previas incluyendo las colonias de trabajos forzados a donde van a parar Emily y Janine, y también presentó nuevos personajes, como el misterioso comandante Lawrence, miembro encubierto de la resistencia clandestina que a buen seguro supondrá una pieza clave en el entramado de la tercera temporada.
La tensa e igualmente fascinante evolución de la relación entre June y Serena, convertidas de forma intermitente en improbables aliadas bajo la causa común de proteger al bebé de ambas, y el claro foco en la temática de la maternidad, constituyeron los motores de una temporada algo más errática que la primera en la que se acusó la falta de ritmo en determinados momentos de la trama.
Por otro lado, la vileza y el fanatismo del comandante Waterford terminaron por corroborarse, el romance entre June y Nick tuvo que hacer frente a nuevos desafíos, y los dilemas de los exiliados en Canadá, Luke y Moira, encontraron también espacio argumental a la par que la situación oprimida de las criadas explotaba con alguna contraofensiva poderosa como el atentado terrorista perpetrado por una de ellas en un acto al que asistían las élites de Gilead.
La temporada se cerró con un buen número de giros sorprendentes: Emily logró huir del país con la hija recién nacida de June, mientras que esta optó finalmente por quedarse atrás para reanimar la resistencia y poder recuperar a su hija mayor. Serena, cómplice de la escapada de June, sufrió en las propias carnes los efectos del sistema del que ella misma había sido destacada ideóloga, y uno de los mayores azotes de las criadas, Tía Lydia, pareció morir después de ser apuñalada por Emily.
Temporada 3: ¿qué puede pasar?
Si en la anterior temporada Serena cruzó definitivamente varias líneas con su conducta inapropiada en calidad de 'esposa' de un alto cargo de Gilead, el teaser apunta a que este progresivo despertar del personaje irá todavía a más, atizado por el terrible castigo que la infringe el propio Waterford por atreverse a romper una de las leyes del régimen. Habrá que ver si su latente insurrección termina por aflorar sin vuelta atrás, o por el contrario, Serena vuelve a pasearse por el claroscuro del bien y el mal.
June también parece más decidida que nunca a cambiar las cosas y su búsqueda de aliados de influencia implicará la segura entrada en escena del antes mencionado Comandante Lawrence, un potencial socio de valor a la hora de organizar la resistencia. Aunque la maestría de la serie a la hora de jugar con las fronteras morales y las intenciones ocultas de los personajes probablemente inviten a no confiar ciegamente en la mera superficie de las cosas.
Por otro lado, parece que Emily conseguirá llegar sana y salva a Canadá con el bebé de June, lo que permitiría, por un lado, la reunión de la criatura con Luke, y por otro, un mayor desarrollo de los avatares de los exiliados en el país vecino, con tres personajes de importancia ya fuera de los límites de Gilead y, por tanto, con mayor libertad de movimientos y elección.