Alcaraz, inmenso, derriba dos muros en el US Open
El murciano remonta en un partidazo ante Sinner tras dos derrotas contra él y alcanza por primera vez las semifinales de un Grand Slam. El viernes, contra Tiafoe.
En el tenis, muchas veces los partidos se deciden por pequeños detalles, en ocasiones intangibles, que decantan el resultado a favor de un jugador. Y hay rivalidades en las que pesa más el componente psicológico que el puramente deportivo. Es el caso de la que mantienen Carlos Alcaraz y Jannik Sinner desde 2019, cuando se enfrentaron por primera vez en el Challenger de Alicante, y que va camino de ser épica. Después de su victoria por 6-4, 6-7 (7), 6-7 (0), 7-5 y 6-3 en los cuartos de final del US Open, en un partido impresionante, por encima de gustos, el español corta una racha de dos derrotas contra el italiano, iguala el cara a cara (2-2) en ATP y se venga de la derrota en Wimbledon de hace un par de meses. Nueva York alucinó con lo que hicieron tanto uno como otro en la Arthur Ashe, pero será el titán de El Palmar, que se portó como tal por su entrega hasta la extenuación, el que dispute el viernes una de las semifinales del torneo, la primera suya en un Grand Slam, contra el estadounidense Frances Tiafoe, que se merendó al ruso Andrey Rublev.
El triunfo, en un duelo que terminó a las 2:50 hora local después de 5h15 de pugna salvaje (el que más tarde ha acabado y el segundo más largo en la historia del major neoyorquino, tras el Edberg-Chang de 1992, que duró 5h26), pone a Alcaraz a un paso de ser finalista en un grande y, posiblemente, número uno del mundo. Sigue en la pelea con Rafa Nadal, que espera acontecimientos en Manacor, y con el noruego Casper Ruud, que topará con el ruso Karen Khachanov en la otra semifinal.
Sinner, de 21 años, dos más que Alcaraz (19), es un jugador más cuajado, que ya ha sido top-10 (es 13º ahora y 11º virtualmente), con una capacidad asombrosa para competir bajo presión, la que quizá le había faltado en ocasiones al murciano, como él mismo reconoció. No es mucha la diferencia de edad, pero en el tenis actual, que va a mil por hora, a caballo entre la crepuscular tiranía de los Federer, Nadal y Djokovic y el despegue de las nuevas generaciones, se nota. Jannik supo reaccionar como un veterano cuando se vio con el marcador en contra. Salvó infinidad de puntos de quiebre (15), el gran pero de Carlitos, junto con algunas fases de atasco severo con su servicio. No obstante, no pudo contener la furia desatada de Alcaraz, que demostró que los tiene bien puestos y dio un paso de gigante en el manejo de los momentos decisivos. Es el semifinalista más joven de un Grand Slam desde Rafa Nadal (19) en Roland Garros 2005 y del US Open desde Pete Sampras (19) en 1990. También el 23º tercer semifinalista español en majors, entre hombres y mujeres, noveno en la competición estadounidense.
Tras perder la primera, en los vaivenes de la segunda manga se movió Sinner como pez en el agua. Después de sacar para nivelar el encuentro, encajó un break y luego salvó cinco puntos de set, cuatro en el 6-5 y otro en el desempate, con unos cuantos servicios magníficos, cuando no estaba sacando precisamente bien. Los highlights los ponía Alcaraz, con tantos increíbles (no se pierdan, sobre todo, el que ganó tras con un golpeo previo por detrás de la espalda), el saber estar y la determinación, el transalpino, un chico frío, inmutable en la mayoría de las ocasiones, que minó la moral de su oponente con autocontrol. De esa manera, salvó los muebles en la tercera manga con una rotura para el 6-6 y en el tie-break arrasó.
Desenlace dramático
Le quedaba un último paso. A Alcaraz, una última esperanza. Pegó primero Jannik (2-0), reaccionó Carlitos (3-3), antes de verse de nuevo de inmediato por detrás en el marcador ante un bloque de hielo que lo desquició (incluso tiró una bola a la grada). “Háblame, ¿dónde saco? No sé sacar”, le gritó a su entrenador, Juan Carlos Ferrero, en un momento de tensión entre los dos. “Vaya ayuda”, se quejó. “No nos rendimos”, le contestó el valenciano. Y el chico lo intentó con bravura. Igualó de nuevo con 5-4 en contra y saque de Sinner, tras levantar un punto de partido. Y con un parcial de 3-0, en pleno enredo de Sinner con el servicio, forzó el quinto set.
“Hecho un toro estoy”, le decía a su equipo. Y así era. A base de fe y coraje, fue capaz de hacer que su rival perdiera por primera vez la compostura y recibiera un aviso por golpear de mala manera una bola sin que estuviera en juego. La lucha se tornó encarnizada. Y de nuevo se adelantó Sinner, que a fin de cuentas fue el que llevó la iniciativa durante más tiempo en la parte final del partido. No cejó Alcaraz en su empeño y encontró el contrabreak. Habrá a quien no le entusiasme el tenis que viene, la evolución que ya asoma con fuerza, jugado a cañonazos (63-61 en golpes ganadores) y con un ritmo frenético, con menos variedad y riqueza de matices, quizá, que el del Big Three, pero también es asombroso a su manera. Lo bordaron Alcaraz y Sinner, incansables hasta la conclusión. Ganó el español en un final de película, con un saque directo que se le coló a su contrincante, que acabó con 67 errores no forzados. Se echó al suelo, incrédulo, mientras Ferrero no podía contener las lágrimas y lo celebraba en la grada. No era para menos, dirige a un gigante en ciernes. Lo importante para el tenis es que la historia de estos encuentros promete, porque ambos parecen los elegidos para dominar el circuito. Y el primer paso la ha dado el chaval de Murcia.
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