Cuatro retiradas, COVID, ampollas... Sinner y un año maldito

Hay talentos que se ven a leguas. Jannik Sinner es uno de ellos. El italiano, de 21 años y actual número 12 del mundo, ya lleva dos temporadas asentado en la élite. En 2020, lograba su primer título ATP, en Sofía, y rompía la barrera del top-50, sacando la cabeza entre los mejores del mundo; en 2021, se convertía en uno de ellos, alcanzando su mejor posición hasta el momento (9º) y sumando otros cuatro trofeos (Sofía, de nuevo, Amberes, Washington y Melbourne). Explosión definitiva y cartel de futurible dominador del circuito. Este año, compartido con un Carlos Alcaraz estelar, conformando, en muy poco tiempo, una rivalidad que promete páginas de historia. “Creo que Sinner, Zverev y yo podemos formar un nuevo Big Three”, aseguraba recientemente el prodigio de El Palmar.

Sus temporadas, sin embargo, han sido muy distintas. En el caso del jugador español, todo han sido alegrías: sus primeros Masters 1.000 (Miami y Madrid), su primer Grand Slam (US Open), etc. Una retahíla inabarcable de títulos y récords redondeados con el número uno más joven de la historia. En el caso del italiano, que superó al murciano tanto en octavos de Wimbledon como en la final de Umag, los triunfos se han alternado con reveses. Casi todos, en forma de lesiones. El último, en Bulgaria, en ese torneo que, hasta el momento, había ganado en todas sus participaciones. Ni su torneo fetiche ha frenado un año, en este sentido, maldito.

Con 5-7, 6-4 y 5-2 en el marcador, frente a otro de los talentos emergentes del circuito, el danés Holger Rune, Sinner se veía obligado a abandonar. En ese mismo tercer set (con 3-2), había sufrido una dura caída. Su tobillo derecho, de forma muy fea, se doblaba. Pedía asistencia médica de inmediato y Rune, preocupado, se acercaba. En caliente, el italiano podía continuar otros dos juegos; poco después, decía basta, con mucha incertidumbre sobre el posible alcance de la torcedura. “Frustrado por haber tenido que retirarme la semana pasada. He hablado con mi médico y me ha dicho que necesito tomarme un tiempo libre para recuperarme”, compartía ayer mismo, sin entrar en más detalles sobre la lesión, pero anticipando su ausencia en el ATP 250 de Florencia, que arranca el próximo lunes (inicialmente, también estaba inscrito en Astaná). “Es hora de descansar y de volver más fuerte. Gracias por todos los mensajes”, añadía. Una ausencia que, dependiendo de lo alargada que sea, podría suponer su adiós definitivo a las ATP Finals de Turín (para las NextGen, que ganó en 2019, tendría ya la plaza asegurada). Actualmente, es 12º, a 390 puntos del octavo puesto, ocupado por Zverev.

Cadera, rodillas, tobillo...

No es una sensación nueva para Jannik, que esta temporada se ha visto obligado a abandonar hasta en cuatro ocasiones. En tierras estadounidenses, el italiano vivió un infierno. Su Sunshine Double no pudo ser más amargo. En Indian Wells, no pudo jugar los octavos frente a Nick Kyrgios, por enfermedad; en Miami, ante Francisco Cerúndulo, tuvo que retirarse por primera vez durante un partido, debido a ampollas en su pie derecho. “Hoy quise salir a la pista e intentarlo, pero no funcionó. En el primer juego me deslicé y me sentí aún peor, a partir de ahí no podía moverme. Él conectó una bola corta, fui a por ella y derrapé para pegar el revés. Ahí ocurrió, y me sentí mucho peor que ayer. Es muy duro para mí: he jugado dos torneos recientemente, Indian Wells y Miami, y en ambos me he tenido que retirar. Es difícil de aceptar”, analizaba entonces, tras haber tenido que superar una gripe y COVID en enero y febrero (no pudo ir a Rotterdam, como tenía previsto), y antes de otros dos abandonos.

El siguiente se produciría en Roland Garros, tras arrastrar problemas de cadera durante toda la gira de tierra. En París, sin embargo, era la rodilla lo que le apartaba de poder continuar su partido frente a Andrey Rublev. “Cuando estaba sacando con 2-1, sentí algo, bastante fuerte, no sabría cómo definirlo. A partir de ahí, me dolió bastante. Esperaba que quizás el dolor se marchase o disminuyese, pero no hubo manera. Jugar así, por desgracia, no era lo que debía hacer”, valoraba, encajando el penúltimo golpe de la temporada hasta el momento. En un año en el que, pese a todo, ha conseguido sumar su sexto título, en Croacia, 42 victorias por 13 derrotas y muchos argumentos a favor de cara al futuro, que sigue siendo suyo.