Alcaraz salva un punto de partido para remontar ante Ramos
El murciano de 19 años salva un punto de partido para remontar un 1-2 ante un fantástico Ramos (34). Se enfrentará en tercera ronda a Korda.
Todo el mundo ve a Carlos Alcaraz como uno de los cuatro favoritos para hacerse con el trofeo este año en Roland Garros, junto con Djokovic, Nadal y Tsitsipas. Hay argumentos de sobra para entenderlo así. Es el líder del año en títulos (4) y lleva 30 victorias, dos de ellas contra leyendas ya citadas (el serbio y el balear). Pero en el tenis puede pasar cualquier cosa, sobre todo cuando en la pista hay jugadores de tanta calidad. Y Albert Ramos es muy bueno sobre tierra batida, la superficie en la que ha ganado sus cuatro títulos (el último hace cuatro meses en Córdoba) y jugado otras seis finales, en la que compite más que muchos de sus oponentes, porque suele participar en la gira sudamericana a principios de año. Eso le da un punto de vista diferente cuando llegan los grandes torneos de la campaña de arcilla, porque él ya está preparado. Y a sus 34 años, lo demostró para ‘humanizar’ al murciano de 19 con un desempeño fantástico en un partido vibrante en la coqueta Simonne Mathieu, que aun así acabó con victoria de Alcaraz por 6-1, 6-7 (7), 7-6 (2) y 6-4 en 4h34. El viernes se enfrentará en tercera ronda al estadounidense Sebastian Korda, viejo conocido, que le eliminó no hace mucho en Montecarlo.
"Me gana hasta en los entrenamientos", dijo Ramos a AS en una entrevista el curso pasado en Marbella. Quería tomarse la revancha de las dos derrotas que le había endosado Alcaraz en dos momentos importantes de su carrera. La primera en Río hace dos años, en el primer partido ATP del chico, un duelo que duró 3h37 y se resolvió en el tercer set. Y la segunda en 2021, en Umag camino del primer título de Carlitos. Hubiera sido una venganza meritoria, porque la evolución del prodigio de El Palmar desde entonces ha sido sideral. Es mucho mejor tenista ahora que en aquellas victorias, lo que habla muy bien del catalán, por mucho que los 74 errores no forzados de Carlitos influyeran en la igualdad que imperó (“Piensa los puntos”, se le escuchó gritar). Porque también lo fue el drive de zurdo de Ramos, unas veces con muchas revoluciones, efecto y ángulo, otras más plano. En cualquier caso, lo maneja muy bien, y cuando se perfila para entra con él, es muy peligroso. La experiencia cuenta y a Albert le sobra. Por eso se metió de lleno en un partido que se le puso cuesta arriba de inicio y no se vino abajo cuando se le escapó un punto de partido en el cuarto set con 5-4 y saque, y después cedió en el desempate tras haber salvado tres bolas de set. Ahí se vio que el Alcaraz sabe sufrir como un campeón.
"En el quinto set estaba fresco, corriendo a por cada bola como al principio del partido", expresó. Era la quinta vez que jugaba uno, y había ganado tres, todos en 2021 (en Wimbledon, contra Uchiyama, y en el US Open, ante Tsitsipas y Gojowczyk). Todo apuntaba a que saldría airoso de nuevo y con facilidad, porque venía eufórico, en plena remontada. Y Ramos había tenido que luchar durante más de cuatro horas para vencer al australiano Kokkinakis en primera ronda. Pero no se arredró, aguantó físicamente y con una rotura se puso 3-0 arriba. Sus saques abiertos desde el lado de la ventaja se le atragantaron a Charly. Las cara de preocupación de su entrenador, Ferrero, contrastaba con la de esperanza de José Luis Díaz, el de Albert, en medio de un tensión que podía cortarse con un cuchillo.
Final excelso
Y en estás, Alcaraz bordó el punto del partido. Llegó a una volea cruzada después de un intercambio largo y puso la bola dentro de la pista con un fino revés a una mano en carrera. Así recuperó la desventaja y se puso por delante con otro break antes de perder de nuevo su saque. Más emoción y alternativas, imposible. Luego, nueva rotura de Carlos, esta vez tras devolver dos remates y volver loco al respetable y a Ramos, que tiró su raqueta. "Siento que juego en casa, es increíble. No sería posible ganar este partido sin el apoyo de este público", afirmó. Le tocaba cerrar el triunfo y lo hizo con un juego en blanco, sin que le temblara el pulso frente a un oponente, ahora sí, roto, que tuvo que inclinarse ante la fuerza de la naturaleza que ya está aquí y que ha puesto patas arriba el statu quo del tenis mundial.