Ediciones
Resultados
Síguenos en
Hola

TENIS

Muere Mike Agassi, el hombre que hizo que Agassi odiara el tenis

El padre del tenista estadounidense falleció el pasado viernes a los 90 años. Este exboxeador iraní fue clave para que su hijo fuera uno de los mejores tenistas de historia.

Andre Agassi reacciona durante su partido ante Guillermo Coria en Roland Garros 2003.
MICHAEL KOORENREUTERS

Mike Agassi, padre del mítico Andre Agassi y el hombre que hizo que su hijo se convirtiera en uno de los mejores tenistas de la historia aunque con episodios no exentos de polémica, falleció el pasado viernes a los 90 años en Las Vegas.

Mike Agassi, cuyo verdadero nombre era Emmanuel, nació en Irán, donde inició su carrera como boxeador antes de emigrar a Estados Unidos, donde emigró y cambió su nombre por el de Mike antes de establecerse en Las Vegas donde se estableció y donde nació el pequeño Andre.

La figura del padre de Agassi saltó al primer plano del mundo del deporte en 2015, cuando el propio Agassi afirmaba esto sobre él en su afamada autobiografía 'Open'. "Mi papá era muy intenso, tenía ocho años y era una carga que me hundía y ese resentimiento me acompañó. No empecé en el tenis por elección, lo odiaba con toda mi alma y lo odié durante buena parte de mi carrera".

Entre los intensos entrenamientos a los que Mike Agassi sometía al pequeño Andre estaba la de devolver golpes de una máquina que construyó a la que apodaba 'El Dragón' y que el propio Agassi recordaba así en su libro. "Cuando 'el Dragón' apunta hacia mí con puntería mortal y lanza pelotas a 180 km/h, el ruido de sus entrañas es un rugido que hiela la sangre. Mi padre hizo que 'el Dragón' sea terrible. Le ha dado un cuelo más largo y una cabeza de aluminio más estrecha. También lo ha puesto en una base, por lo que se eleva sobre mí, con siete años. Me veo diminuto e indefenso. Mi padre no lo ha puesto así por atención y respeto. Quiere que las bolas que disparan caigan a mis pies como si las tirasen de un avión. Son casi imposibles de devolver bien, tengo que devolverlas o me golpearán en mi cabeza. Aún así eso es insuficiente para mi padre. '¡Golpea antes!' me grita".