Barty hace realidad su sueño de adolescente en Wimbledon
La australiana, campeona del torneo júnior en 2011, cuando tenía 15 años, levantó con 25 el título sénior tras vencer a la checa Pliskova.
Seguro que cuando Ashleigh Barty ganó en 2011 el título júnior en Wimbledon se imaginó levantando algún día el Venus Rosewater Dish como campeona sénior del torneo británico. Diez años después, la australiana que por aquel entonces tenía 15 y ahora ha cumplido ya 25, hizo realidad su sueño de adolescente al vencer este sábado en la final por 6-3, 6-7 (4) y 6-3 en 1:55 a Karolina Pliskova para atesorar un doblete que sólo habían conseguido en la historia del Grand Slam de la hierba otras tres tenistas: Ann Jones, Martina Hingis y Amelie Mauresmo. Para celebrarlo, con lágrimas en los ojos, subió a la grada y abrazó a su equipo y a su pareja. "Esto es increíble. Todos habéis hecho que este sueño sea especial. Ha sido mejor de lo que podría haber imaginado. Anoche casi no dormí", dijo emocionada.
Es el cuarto año consecutivo en el que la defensora del título no repite éxito. La última que lo consiguió fue Serena Williams en 2016, por aquel entonces número uno del mundo, como lo es Barty y lo seguirá siendo con casi total seguridad hasta el final del año. La igualdad en el circuito femenino se hace patente en los majors y un ejemplo de ello es que en 11 de las últimas 12 temporadas los tres primeros los gana siempre una jugadora diferente. Este curso, las triunfadoras han sido Osaka, Krejcikova y Barty, que es la que más títulos WTA (9) ha ganado desde 2019 y tiene un 78% de porcentaje de victorias sobre césped, el tercer mejor registro entre las que permanecen en activo tras las hermanas Serena y Venus Williams. La aussie, campeona de Roland Garros en 2019 y primera de su país que tiene éxito en Londres desde Evonne Goolagong en 1980 ("Espero que esté orgullosa de mí", dijo Ash), es también la 11ª mujer con más de un título de Slam en la actualidad, en una lista en la que figura la española Garbiñe Muguruza.
Estos son los datos que adornan la gesta de Barty, quizá la tenista más estable del panorama internacional y la más diferente por su estilo de juego variado y complicado de seguir, con su más que notable servicio, ese revés cortado casi perfecto que toma un efecto endiablado en hierba y un drive poderoso cuando lo pega en buena posición. A Pliskova la abrasó con él.
Reacción
El mérito de la jugadora nacida en Louny hace 29 años, que pierde su segunda final de un major tras la del US Open 2016, fue forzar el tercer set, cuando tenía prácticamente perdido el segundo con 6-5 en contra y al resto. En el desempate alargó un duelo que dominó mayoritariamente Barty, entre otras cosas porque Pliskova, que llegaba a la final como líder en aces (54), sólo sumó otros cinco y obtuvo poca rendimiento de su mejor arma, pese a que jugó con muchos primeros servicios (70%). Ash la ganó en casi todas las estadísticas y no se descompuso en ningún momento. Así asó de niña ganadora en la pista 1 a mujer campeona en la central diez años después. Los sueños a veces se cumplen.
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