Carla Suárez dice adiós a Wimbledon con honor
La canaria de 32 años, recuperada de un cáncer, tuvo la despedida que se merecía después de ganarle un set a Barty, número uno del mundo.
Regaló destellos de clase a los aficionados, unos restos maravillosos en la segunda manga, con ese revés a un mano que no nos cansamos de alabar y ponderar. Y, sobre todo, se fue con el respeto de su rival (“Es una campeona y he tenido el honor de jugar contra ella”, dijo la australiana), y bajo una ovación atronadora, de esas que ponen los pelos de punta. Su madre, Loli, lo grabó todo en su móvil mientras las lágrimas le brotaban de los ojos. Seguro que su hija no estaba feliz del todo, por la derrota, pero sí por haber experimentado un adiós precioso.
En la pista, hizo lo que pudo ante el despliegue de variedad y buen juego de la mejor tenista del planeta, de las pocas que compite a contracorriente del estilo que impera en el panorama femenino. Aunque por momentos, en la segunda manga y sobre todo en un desempate que disputó maravillosamente, Carla supo hacerle daño y demostrar que está para competir hasta que decida colgar la raqueta. De Londres se va con el recuerdo de haber jugado dos veces en octavos, con un balance de 16-11. La hierba, la superficie más difícil, la deja con saldo positivo: 27-25. Le quedan el US Open, los Juegos de Tokio y, posiblemente, la Billie Jean King Cup, más algún que otro torneo en el que también podría entrar. Y, lo más importante, es un ejemplo de vida para todos.