Carreño resiste ante un gran Ramos y jugará su 8ª final
El gijonés, primer favorito, evitó la remontada del catalán con un gran reacción en el tercer set. Peleará este domingo por el título contra Munar.
El orgullo de luchador de Pablo Carreño impidió la sorpresa de un gran Albert Ramos, más rodado en tierra después de completar una exitosa gira en Argentina, donde fue finalista en Córdoba y semifinalista en Buenos Aires. El asturiano, uno de los 15 mejores jugadores del mundo y primer cabeza de serie del AnyTech365 Andalucía Open, venció por 6-1, 3-6 y 7-6 (5) en 2h:11 y disputará la octava final de su carrera, primera desde la de Chengdu 2019, que ganó contra el kazajo Alexander Bublik. Tras un inicio de partido brillante y un bajón considerable en el segundo set y parte del tercero, Pablo recuperó lo mejor de su repertorio para levantar un 5-3 y doblegar a un rival que acusó el cansancio de jugar tres sets en 12 de sus últimos 13 partidos. Peleará por el título del ATP 250 de Marbella este domingo (no antes de las 16:00, Teledeporte) contra Jaume Munar, que derrotó a Carlos Alcaraz.
Carreño lo bordó en el primer set ante un rival sin energía que se vino abajo después de no poder aprovechar un punto de break en el juego inicial. El gijonés estuvo fino, preciso y con muchas ideas de cómo hacer daño a su rival, tanto con el drive como con el revés cortado. Nada hacía presagiar lo que ocurriría después, mucho menos tras el sufrimiento con el que sacó adelante Ramos su primer servicio en la segunda manga, con un 15-40 y ventaja posterior para Pablo.
Fue un momento clave del partido, porque a partir de ahí, el catalán, que había jurado en arameo al perder un punto por un error no forzado, empezó a sacar de maravilla y ganó tres juegos en blanco con unos drives de zurdo tremendos hacía el revés a las que no pudo responder el número 15 del mundo. Parecía hundido, pero entre su propia determinación y el deseo del público de ver más tenis, se vino arriba e inclinó la balanza a su favor. El choque había comenzado nublado y terminó con un sol radiante que salió para Albert. No volvió a ceder ni una sola oportunidad de quiebre en toda la segunda manga y gran parte de la tercera a pesar de la presión de un Carreño que subía cada vez más a la red.
Otra vuelta de tuerca
Y con esa seguridad que le daba su saque aguantó hasta que en el 5-4, como suele suceder tantas veces cuando un jugador tiene que cerrar el triunfo, más ante un oponente de la categoría del asturiano, se le encogió un pelín el brazo, cometió una doble falta y encajó una ruptura inesperada e indeseada. El caso es que pese a la pifia, a Ramos le sobraban confianza y ganas, y no tuvo un mal gesto. Peleó y tuvo ocasión incluso de ponerse con 6-5 y servicio. Sin embargo, el orgullo de Carreño le aseguró el desempate. En esa suerte, estuvo mejor que su rival, fundido por el esfuerzo del intento de remontada. La última bola la tiró fuera, con ese golpe de derechas que tantos réditos le había dado. Chapeau para los dos.