Sara Sorribes se marchará de México con la cabeza alta y el recuerdo de una gira en la que ganó el primer título de carrera, aunque terminó este sábado en Monterrey con derrota ante Leylah Fernandez, canadiense de 18 años de padre ecuatoriano, que también ejerce de entrenador, y que aprovechó la fatiga de la española tras dos semanas intensas de tenis y emociones para ganar por un doble 7-5 en 2h:06. Una pena para Sara, que acariciaba su segunda final consecutiva tras la que alcanzó en Guadalajara, donde se coronó campeona hace justo una semana. Hubiera tenido la oportunidad de emular una gesta que logró Magüi Serna en 2002, cuando ganó dos trofeos seguidos en Estoril y Budapest.

No pudo ser porque enfrente tuvo a una rival que ya jugó su primera final el año pasado en Acapulco, que tiene hambre, es muy activa de piernas y de cabeza, atesora un potente golpeo plano, sobre todo de revés, y mucha agresividad. Sorribes jugó con un vendaje en el muslo de la pierna izquierda, fruto del desgaste de unos cuantos partidos a cara de perro, por mucho que se librara del cruce de octavos por retirada de la eslovena Juvan. A la castellonense, poco se le puede reprochar. Le pegó a la bola con el alma, pero no supo aprovechar las ventajas que se ganó a costa de mucho esfuerzo y tenacidad en ambos sets.

El hecho es que el desarrollo de las dos mangas fue prácticamente idéntico. En las dos empezó sacando Fernandez y hubo un carrusel de quiebres entre el quinto y el octavo juego iniciados por Sorribes, que falló en la consolidación y acabó por ceder en el duodécimo ante el empuje y los golpes ganadores de la tenista nacida en Montreal y con madre de ascendencia filipina, de ahí sus rasgos asiáticos. Este domingo (23:30, WTA TV) buscará su primer trofeo WTA ante la recuperada suiza Viktorija Golubic (28 años y 102ª), campeona en Gstaad 2016, que superó a la estadounidense Ann Li por 6-2 y 6-4. Sara pondrá rumbo a Miami con ilusiones renovadas.

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