Garbiñe Muguruza: "Quiero ganar los cuatro Grand Slams"
En el Resort Puente Romano de Marbella, donde se entrena con un clima parecido al que se encontrará en el inicio de la temporada, la española charló con AS.
En el Resort Puente Romano de Marbella, donde se entrena con un clima parecido al que se encontrará en el inicio de la temporada, Garbiñe Muguruza (Caracas, 27 años) recibe a AS antes de calentar a primera hora de la mañana a las órdenes de su entrenadora, Conchita Martínez. Sonriente, la ganadora de dos Grand Slams y ex número uno del mundo habla sobre la pretemporada y su mejoría en el último año y medio. Desde el 6 de enero competirá en Abu Dabi antes de afrontar con ilusión el Abierto de Australia, donde este año fue finalista.
¿Cómo está en este momento de la pretemporada, tan cerca ya de empezar a competir?
Ha sido buena, porque hemos trabajado bien, pero un poco rollo porque el 12 de diciembre teníamos que habernos marchado ya a Australia y el aplazamiento ha trastocado la planificación. Se acercaba el momento de irnos y llegaba un email que nos hacía cambiar cosas. No lo tenemos claro todo aún, así que es un poco frustrante por toda esta incertidumbre.
Se le presenta un año ilusionante si se disputa completo, pero incierto por el devenir de la pandemia. ¿Cómo lleva esa disyuntiva?
Si se disputan los torneos previstos para estos primeros meses, el inicio puede ser bueno. Si habrá o no público, es secundario, lo importante es que podamos trabajar y competir, no sólo entrenar. Pero creo que hasta bien avanzado el año no vamos a poder seguir donde lo dejamos, con estadios llenos, sin mascarillas… Ojalá sea en verano, aunque lo dudo.
En ese horizonte están los Juegos Olímpicos. ¿Le motivan?
La suerte de los tenistas es que tenemos muchos torneos y no hay que prepararse específicamente para los Juegos. Para nosotros todo el rato es como una Olimpiada, con Grand Slams y torneos importantes. A ver si se disputan, pero preparados estaremos. Fue un shock que no se celebraran el año pasado. Ojalá sigan adelante, porque si no, no sé que pasará con el ciclo olímpico, en algún momento se tendrían que suspender.
Lleva algo más de un año en constante evolución y mejoría y todo empezó con esa subida al Kilimanjaro. ¿Visto ya con cierta distancia, qué aprendió de aquella experiencia?
Fue una idea que no tuvo nada que ver nada con el tenis en realidad. Me gusta salir de mi zona de confort, estar en situaciones difíciles y expandir mi capacidad de enfrentarme a momentos en los que no estoy cómoda. Pasarlo mal para aumentar mi capacidad de sufrimiento. ¿Qué eso puede ayudar en el tenis? Puede ser, pero no lo pensaba en ese momento. Me gustan esas cosas, tengo pensados nuevos retos para más adelante, pero algunos no puedo hacerlos aún porque tengo que cuidar mi cuerpo y suponen riesgos. Físicamente me pudo ayudar a iniciar bien la temporada, pero el trabajo ya era bueno. No por subir una montaña pegué mejor el paralelo. Los resultados no llegaban, pero estábamos en el buen camino, con cambio de equipo, un trabajo más acertado… El inicio fue muy bueno y el confinamiento fue una barrera para mí y para todo el mundo. Quería seguir jugando porque estaba en racha, pero…
Hablando de retos, ¿qué encontró en aquellos días con la Guardia Civil?
Llevaba años queriendo hacerlo y no había un programa para que un civil pudiera participar en ese tipo de actividades (hizo submarinismo, rescate de montaña y marino, intervenciones policiales…). No hice exactamente lo que hacen ellos, pero pude estar con cada brigada un día. Me sorprendió ver a las personas que se dedican a eso, que entran en situaciones de miedo y pánico. Hablar con ellos me enriqueció, saqué cosas para aplicarlas en mi trabajo.
Quizá ese tipo de cosas le han beneficiado en cuanto a actitud, un aspecto en el que ha mejorado mucho durante los partidos. ¿Cómo llegó a eso?
Enfrento los momentos de dificultad con más serenidad y calma. No me hierve la sangre ni cuando me va de cara o quizá lo oculto mejor. La experiencia de haber pasado una época mala me sirvió y me he tranquilizado. Ahora sigo jugando y cambio cosas para intentar darle la vuelta a los partidos o cuando estoy en momentos delicados.
¿Se trata de dominar la angustia?
Todos los tenistas lidiamos con la angustia, desde la época júnior hasta el último día. Siempre hay alguna razón por los objetivos. No se pasa ni cuando has ganado cosas o has sido número uno, cuando crees que vas a jugar sin presión. Pero hay que darse cuenta de que no vas a morir por cada pensamiento. Cuando se te pasa eso, te tranquilizas.
En cuanto a ese cambio de equipo, ¿qué ha encontrado con el que lidera Conchita Martínez como su entrenadora?
Es una aproximación diferente al trabajo. Antes quizá era más estricto, aunque me funcionó en la época de dar el salto de buena jugadora a top. Ahí sí que necesitaba rigidez, una estructura más dura e intensa que me sirvió hasta un punto en el que dejó de funcionar y ya tenía integrado eso. Necesitaba otro tipo de trabajo, más tranquilo. Ahora lo lidero más que antes porque tengo visión y experiencia, y sé gestionar las cosas. Como Conchita fue jugadora, hay veces que no tenemos que hablar, vale con un gesto o una mirada. Cuando tienes esa conexión que tuve con ella desde pequeña, la unión es muy fácil, nunca discutimos ni tenemos momentos tensos. Nos compenetramos porque ella ya ha sentido lo mismo que yo, vivió esos momentos.
¿Cómo progresó su tenis?
Tenísticamente aplico lo aprendido con todos los entrenadores, preparadores físicos, partidos importantes... Pero lo que me ha dado este equipo con Conchita es más perspectiva, menos drama. Todo es más sencillo porque yo lo he simplificado todo mucho. Pasar malos momentos me ayudó. Lo que para mí antes era un horror en pista, ahora es menos problemático, no pasa nada. Lo llevo mejor y estoy más relajada.
Se ve que quería tener más voz en el proceso, más control…
Participó más con Conchita porque siento que es el momento de poner más mi voz y con ella trabajamos mucho en conjunto. Impone su manera de hacer, como cualquier entrenador, pero me hace partícipe de muchas cosas y tengo libertad para decirle que algo no me cuadra o que me gusta mucho. Es una comunicación que no era habitual en mí, antes no era muy habladora y ahora incluso me parece que lo hago mucho, no callo…
¿Cómo están siendo los entrenamientos?
A nivel táctico y técnico este año no ha habido un gran cambio porque ya partíamos de una buena base. No trabajamos un golpe específico. Sí la agilidad, el movimiento, la fuerza en la parte superior, sacar con más potencia. Pero ya no hay tanto margen de mejora. Claro que se puede avanzar o incorporar cosas, pero tampoco voy a llegar a Australia con un saque diferente. Hay que estar bien físicamente, ser resistente para tener la sensación de estar preparada. Eso te da una gran confianza y aunque le pegues mal a la bola te crees que estás bien.
El ambiente desde fuera parece muy bueno… ¿Es así?
A ver, también hay días malos en los que no te apetece entrenar, pero intento transmitir buen rollo porque me llevo bien con mi equipo. Es el reflejo de cómo se está trabajando y de cómo me siento.
¿A usted la pandemia y el consiguiente confinamiento le han hecho encontrarse mejor como persona?
Podía haber continuado sin la COVID, no he salido de esta situación siendo una filósofa. ¿Qué si me ayudado como persona? Sí. ¿Tanto como para que haya merecido la pena? No. Me sirvió para plantearme que hay otras cosas al margen del tenis. En ese ámbito me abrió los ojos para hacer cosas diferentes. Pero no he descubierto nada. El trabajo de introspección ya lo había hecho antes.
Entre las cosas que hizo durante este tiempo estuvo apoyar a Carla Suárez tras conocerse que tenía cáncer...
Me enteré antes del US Open y fue un shock porque nunca esperas que alguien tan cercano, y además un deportista joven y exitoso le vaya a ocurrir algo así. Hablé bastante con ella y me contó lo que tenía que hacer y lo que no. Luego en Barcelona vino a verme entrenar y nos vimos varias veces. La encontré muy bien, muy animada y con mucha energía. No sabía qué esperar y fue un chute de adrenalina para mí. Todos sufrimos por la COVID, pero este es un mal que le afecta a ella. Me dejó muy buen sabor de boca ver la ilusión que tiene por recuperarse e incluso volver a jugar. ‘Aquí te espero para lo que quieras’, le dije. Si quiere volver hay que ayudarla para que desde el minuto uno porque le echen un cable, le inviten a jugar en torneos y lo que haga falta.
Carla dijo que su idea era participar en los Juegos antes de retirarse, ¿se ve de pareja de dobles suya en Tokio?
Su idea era estar, aunque no sabemos muy bien como se entrará en el cuadro. Si está jugaré con ella seguro.
Dejemos el tenis para hablar de sus otras pasiones. Entre ellas está la comida. Mucha gente aplaude que usted no oculte que come de todo y disfruta porque trasmite un valor positivo para la autoestima de muchos jóvenes. Desarrolle esta idea…
Hay gente muy estricta en alimentación y menos en otras cosas. Yo lo soy antes de los partidos y en plena competición, pero el resto del año como lo que me apetece. Tampoco una hamburguesa, pero sí pasta, pescado, patatas... Disfruto eligiendo bien los momentos. Me gusta mucho comer y soy mucho más exigente por ejemplo en el trabajo. Hay que aflojar por algún sitio. En el día a día quiero a todo el mundo preparado, a la hora, todo muy duro, pero en la alimentación soy más tranquila. Me gusta la bollería, los dulces, una paella. Me ayuda tener ratos bonitos. Si estuviera en casa comiendo todo el día copitos de avena, se me iría la olla y terminaría engullendo 37 donuts, 27 pizzas…
¿Hay algún alimento que se prohíba?
Hay dos cosas que no suelo comer casi nunca: las comidas rápidas de las franquicias y los refrescos. Deje de tomarlos en su día y ahora me parece insufrible. Pensé que era una porquería y lo dejé.
Otra cosa que le encanta son las redes sociales, un terreno en el que se ha vuelto muy creativa. ¿Lo hace todo usted?
El 99% sí, aunque necesito aprobaciones o filtros de vez en cuando para no liarla (se ríe), pero me gusta hacer fotos, vídeos, temas de aventura y acción. Lo hago a través de Instagram que es la red más visual. Me atrae manejarlo aunque me lleve tiempo porque me encanta también ver cómo lo hace otra gente y es una buena manera de acercarme a mis seguidores. Durante la pandemia he podido explorarlo mal.
Se atrevió incluso a hacer de entrevistadora con Ricky Rubio, por ejemplo. ¿Qué le pareció?
Pues que lleva un trabajo de investigar para saber lo que quieres preguntar, parece muy simple, pero no es tan fácil. Tuve que pensar para ver qué me interesaba saber. Eso me llamó la atención y me gustó, quizá lo vuelva a hacer.
También escribió en Vogue…
Me gusta escribir desde pequeña. Me dieron la oportunidad de explicar mis sensaciones durante la pandemia y me salieron tres folios en un momento.
Y ahora la varemos haciendo sus pinitos como actriz en el especial de Nochevieja de José Mota…
Ya salí una vez, pero como entrevistada en un sketch sobre machismo y esta vez me ha tocado actuar un poquito. Me troncho con él. Creo que va a quedar divertido. Me gusta, pero quizá no veo haciendo eso todo el tiempo.
Colabora con una ONG, ¿cómo empezó?
Se llama Room to Read (promueve el cambio a través de la educación, especialmente para niñas, en comunidades desfavorecidas y con ingresos bajos con la lectura como epicentro) y lo que me gustó es que con esta organización estás seguro de que lo que se recauda se sabe a dónde llega. Se notan los resultados. Conocí a su fundador (John Wood) en California y me contó su historia. Era el jefe de Microsoft en Asia y en un viaje a Nepal se quedó tan conmocionado que lo dejó todo para crear esta organización. Le dije que quería ayudarle y realmente funciona muy bien. Ves el resultado de todo lo recaudado. Con una campaña de crowdfunding creamos una biblioteca en Camboya y estamos en proceso de hacer otra. Es un dinero que se puede tocar.
Volviendo al tenis, ¿tiene algún objetivo o sueño especial a nivel profesional?
(Se lo piensa) ¿Especial? Ganar los cuatro Grand Slams, una medalla olímpica y jugar con Nadal dobles mixtos en los Juegos. Lo más especial es compartir los éxitos.
¿Ya ha pensado qué hará después de su carrera?
A ver qué me trae el destino, pero no me voy a quedar mucho tiempo descansando. Me gustaría ser activa, tener una familia, desde luego, y ser madre joven. Estar en casa y tener estabilidad, porque en esta vida nuestro hogar es un avión. Y luego indagaría en todas las cosas que hago, para ver qué me gusta. No hay nada que me vuelva loca para hacerlo todo el rato, quiero hacer varias diferentes.
¿Se ve compaginando la maternidad con el tenis como Serena Williams o Azarenka?
No, en mi caso no va a pasar, aunque nunca se puede decir nunca jamás. No me veo volviendo a jugar después de tener hijos. Me gustaría que cuando eso pase se abra una nueva etapa en mi vida.
¿Qué le parece la renovación de la WTA y su acercamiento a la ATP?
Ha tenido que haber una pandemia para que esta conversación se inicie, pero creo que la unión va a tardar aún bastante en producirse. Está bien que se unifique la denominación de la categoría de los torneos. Se ha iniciado el proceso, pero creo que cuando la situación actual pase, todo volverá a normalizarse y se olvidará un poco el tema.