Brady: de la universidad a las semis pasando por Alemania
Jennifer Brady venció a Putintseva (6-3 y 6-2) para lograr un hito histórico en el deporte estadounidense por su pasado en UCLA. Se enfrentará a una intratable Osaka.
Jennifer Brady (Harrisburg, Pensilvania, 25 años) es la gran revelación del US Open y lo demostró con una contundente victoria (6-3 y 6-2 en 69 minutos) en cuartos ante la potente kazaja Yulia Puntintseva, 23ª favorita. De su drive se hablan maravillas y pasa por ser, probablemente, el mejor actualmente en el cuadro femenino, con permiso de Serena Williams, con quien sólo podría cruzarse en la final. En las semifinales se las verá el jueves con Naomi Osaka, que venció con facilidad a su compatriota Shelby Rogers (6-3 y 6-4). Es candidata al título, si sus molestias en la pierna izquierda no le impiden rendir aún mejor.
Pero la historia de Brady es más valorada en Estados Unidos porque se trata de una jugadora exuniversitaria, que prefirió estudiar mientras competía en el prestigioso college de UCLA y retrasar su paso a la profesionalidad, algo que hicieron algunas de sus contemporáneas compatriotas, como Madison Keys, que coincidió con ella en la academia de la legendaria Chris Evert, en Boca Ratón (Florida). De hecho, es muy común en el tenis femenino que las jugadoras se lancen al circuito cuando aún son adolescentes. "No me sentía preparada para competir con las otras chicas e ir a la universidad me hizo crecer como persona, ser más madura", explicó Jennifer. Su llegada a los cuartos fue la primera de una exuniversitaria a esa ronda del Grand Slam neoyorquino desde Gigi Fernández en 1994. En cuanto a las semifinales, es la primera que llega en el US Open desde Lori McNeill (Oklahoma State) en 1987. En los últimos años, Danille Collins (Virginia) es la única que hizo lo mismo pero en el Abierto de Australia de 2019. Brady jugó dos temporadas en UCLA (2013-15), y ganó dos veces el premio All-America, además de ayudar a llevar a los Bruins al título de la NCAA en 2014.
Ese curso, con 19 años, decidió por fin entrar en la WTA y ha ido en progresión. Pero el hecho que ha dado un giro importante a su carrera fue la decisión a finales de 2019 de abandonar el calor de Florida y marcharse a la fría Regensburg (Alemania), para ponerse a las órdenes de Michael Geserer como entrenador (ex de Julia Goerges) y Daniel Pohl como preparador físico. El resultado, la mejor temporada de su vida. Cuartos en Brisbane, semifinales en Dubai y título en Lexington antes de alcanzar por primera vez las semifinales de un major. Empezó 2020 como la número 53 del mundo y ya es virtualmente la 25ª. Si levanta el título en el Billie Jean King Tennis Center, se irá casa con un puesto entre las 15 mejores. Creció con Justine Henin y Lleyton Hewitt como referentes, admira a Federer y aún no sabe alemán, pero ya le temen.
Osaka mete la directa
De menos a más en el US Open, Naomi Osaka alcanzó las semifinales con una mezcla de ritmo, rapidez y dominio que debe asustar a sus rivales. En 79 minutos desarmó a Shelby Rogers, que le había ganado en sus tres anteriores enfrentamientos sin perder ni un sólo set. Pero llevaban tres años sin cruzarse y en ese tiempo la japonesa ha progresado mucho. La estadounidense se dio cuenta enseguida, aunque resistió con entereza hasta que en el sexto juego perdió su saque y no pudo recuperar ya la desventaja. En el segundo parcial, la rotura llegó antes, para el 2-1 y servicio de Osaka, que en ese sentido estuvo sensacional: sólo cedió cuatro puntos con primeros y ocho con segundos, con unos porcentajes que sólo concedieron a Rogers un punto de break, salvado por la vencedora. El impecable partido de Naomi (sólo ocho errores no forzados), le coloca en su tercera semifinal de Grand Slam y las otras dos veces (US Open 2018 y Abierto de Australia 2009) levantó el título.