Contra este Nadal campeón no hay Kyrgios que valga
Nadal ganó en cuatro sets a Kyrgios, que mantuvo un perfil bastante serio en la mayor parte del partido. El balear se medirá el miércoles en cuartos a Thiem.
Ni con una versión bastante seria durante la mayor parte del partido fue capaz Nick Kyrgios de superar a Rafa Nadal en los octavos de final del Open de Australia. En casa, delante de un público entregado pero respetuoso con el rival, no montó demasiado show, más allá de un willy, una raqueta rota, alguna rajadita tímida y un par de revolcones. Lo intentó con las virtudes de su anárquico pero talentoso juego, y aun así no pudo con un Nadal en modo campeón, con todos sus mecanismos a pleno rendimiento, sabedor de que no podía dejar que le turbaran ni el ambiente ni su extravagante adversario. Superior físicamente, el balear apretó los dientes, combatió el fuego con fuego (64 golpes ganadores contra 50), restó bien, sacó mejor y venció por 6-3, 3-6, 7-6 (8) y 7-6 (4) en tres horas y 38 minutos, un marcador idéntico al de su anterior cita en Wimbledon el año pasado. Así llegó por 41ª vez a los cuartos de final de un Grand Slam para empatar en la tercera plaza de la lista histórica con el gran Jimmy Connors, por detrás de Federer (57) y Djokovic (46). En esa ronda, se enfrentará el miércoles a Dominic Thiem, que ganó en una especie de pachanga a un indolente Gael Monfils (6-2, 6-4 y 6-4 en 1h:50)
El primer set fue bastante más plácido de lo que cabía esperar para Nadal. Kyrgios, que salió a la Rod Laver Arena con una camiseta de los Lakers con el número ocho y el nombre de Bryant, en homenaje a Kobe, compareció apático, con golpes blandos, liftados y sin rastro de su famosa aceleración. A Rafa le fue fácil mantener sus saques y en el cuarto juego aprovechó su segundo punto de quiebre para tomar ventaja y no soltarla hasta apuntarse el parcial. En la segunda manga salió a por todas, pero desperdició tres bolas de rotura en el inicio y eso le costó caro, porque Kyrgios igualó el marcador por pequeños detalles. Varió alturas, direcciones y fuerza en sus envíos. Así desconcertó un poco al de Manacor, que sin jugar un mal set perdió una vez su servicio. Ahí cedió cuatro tantos y el resto de turnos, menos uno, los ganó en blanco. El problema es que no encontró la manera de tener más opciones de quebrar al bueno de Nick.
Tocaba aguantar, trabajar y no caer en las trampas del aussie. Estaba claro que en algún momento armaría su show. Lo empezó con una bravata a uno de los jueces de línea que le había cantado alguna mala pelota. “Por qué te ríes”. Después, tras levantar un 30-40 en el octavo juego, ya en el desempate perdió por primera vez los nervios y lo pagó su raqueta, machacada contra el suelo. Ahí se lió con una doble falta y un falló clamoroso en el punto de set que ganó Nadal.
Con el tiempo en contra
Además del español, lo malo para Kyrgios fue el tiempo, su peor enemigo. Llegó al partido con molestias en la pierna izquierda y como no es precisamente un duro trabajador, en los entrenamientos el paso de los minutos cayó como una losa sobre su inconsistente físico. Nadal le rompió pronto en el cuarto parcial, para el 2-1 y servicio. Para el número uno la cosa consistía ya en no pifiarla y mover de un lado a otro al de Camberra, que empezó a lamentarse con sus soliloquios. Y aunque Rafa sí que se enredo con 5-4 y saque, y su adversario amenazó con remontar en un arranque de orgullo, este no logró evitar en el segundo desempate ser derrotado por quinta vez en sus ocho duelos particulares. "Cuando juega con pasión, es uno de los talentos más grandes que tenemos en nuestro circuito", le elogió el vencedor. El hecho es no hay Kyrgios, ni cuerdo ni loco, que valga contra este Nadal.