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ROLAND GARROS

Nadal: de tocar "fondo" en Barcelona a la gloria de París

Tras su enésima 'resurrección', Rafa Nadal pasó de jugar mal y perder la ilusión en el inicio de la temporada de tierra, a ganar en Roma y levantar la Duodécima en Roland Garros.

París
Nadal: de tocar "fondo" en Barcelona a la gloria de París
YOAN VALATEFE

No es la primera vez que lo consigue, pero no por ello deja de ser loable y casi increíble. Rafa Nadal ha vuelto a resucitar esta temporada después de pasar por otro calvario provocado por las lesiones que le impidieron competir al máximo y tener continuidad en los últimos 18 meses.

"Cuando a uno le van pegando castañas por todos los lados, hay que parar y analizar lo que está pasando", dijo Nadal en la entrevista que concedió a AS hace unos días en su debut en Roland Garros. Todo empezó a finales de 2017, cuando tuvo que retirarse del Masters 1.000 de París y las ATP Finals de Londres. Al año siguiente, lo tuvo que dejar también el Australia cuando jugaba los cuartos de final contra Cilic por unas molestias en el psoas iliaco de la pierna derecha y compitió muy tocado en el US Open, hasta el punto de tener que abandonar en semifinales contra Del Potro. Aquella vez fue la rodilla derecha. Borrón y cuenta nueva, otra vez. En Australia le fue bien, aunque perdió la final contra Djokovic, pero en Acapulco volvieron los problemas: "Peloteando en Cozumel pegué una derecha y me quedé con la mano clavada. ¡Ostras!", contó el balear.

La rodilla volvió a molestarle en marzo, cuando renunció a jugar las semifinales de Indian Wells contra Federer. Ese fue el último capítulo, hasta la fecha y toquemos madera, de sus desgracias. Tocaba rehacerse de nuevo y comenzar la temporada de tierra. Pero la carga emocional de todos esos meses de sufrimiento y reveses no tenísticos, le había pasado factura. "Había perdido un poco la ilusión y las ganas", explicó ya en la Ciudad de la Luz su entrenador, Carlos Moyá, Perdió en Montecarlo contra Fognini y llegó a Barcelona, al Godó, con la moral por los suelos. Llegó el partido contra Mayer, horrible para él. Lo ganó de milagro, pero se cumplió ese refrán que dice que no hay mal que por bien no venga. "Jugué muy mal. Toqué fondo y tuve una de las peores sensaciones que he sufrido en una pista de tenis. Ahí sí que estaba bajo, bajo. Fue un momento complicado. No sé cómo, pero gané. Aquella tarde tuve la ocasión de hablar con mi equipo, mi familia y conmigo mismo. Hice una reflexión. Estuve horas solo en la habitación, pensando. Poco a poco fui recuperando cosas. Vi unos vídeos de buenos momentos míos y me prometí a mí mismo que de ahí en adelante tendría una actitud impoluta, sin quejas, sin lamentaciones, sin regodearme en lo que me pasaba", se sinceró Nadal en este periódico.

Ascenso y éxito

Después cayó en las semifinales contra Thiem, en un partido que él calificó como "muy bueno" y en Madrid, Tsitsipas le apeó en la misma ronda. Amenazado por la posibilidad de llegar a París sin títulos, algo muy inusual en su carrera, Rafa se plantó en Roma y creció. Superó con claridad en la final a Djokovic para llevarse de noveno título en Italia. Así se presentó en su casa, en Roland Garros, a por la Duodécima. "Estoy en buen momento, pero después se tiene que plasmar en partidos y resultados, el primero ha ido bien, afortunadamente", dijo tras ganar a Hanfmann en su estreno. Su juego mejoró con el paso de los días hasta su sublime victoria contra Federer y la victoria, no por repetida menos gloriosa, ante Thiem en la final. "Todo el mundo piensa que porque uno lo haya hecho muchas veces, regresar es fácil", había dicho Del Potro en el Mutua Madrid Open. El argentino no pudo pasar de octavos en Francia mientras Nadal volvió a pelear por el título, así completó la enésima resurrección del rey de la tierra.