Nadal emerge ante Struff y está a dos pasos de la Duodécima
Nadal venció a Struff en su primer enfrentamiento con un último golpe sublime y jugará las semifinales del Godó por 12ª vez, contra Dominic Thiem.
Recuperó sensaciones contra David Ferrer tras un mal debut en el Barcelona Open Banc Sabadell ante Leo Mayer y este viernes, Rafa Nadal ha emergido para rescatar una versión cada vez más cercana a su legendario desempeño en tierra. Aún no ha llegado al cien por cien, pero el balear volvió a dominar como le gusta, estuvo ágil y rápido en la pista, sacó bien, leyó perfectamente el partido y dejó un golpe sublime con el que dio la puntilla a Jan-Lennard Struff, alemán de 29 años cumplidos este jueves y número 51 del ranking, que este curso había vencido a Carreño, Raonic, Shapovalov y Zverev, entre otros. Fue un drive paralelo defensivo y en carrera con el que Nadal mandó la bola al ángulo de la línea de fondo y el pasillo de dobles. Así cerró un triunfo, el 61º en el Godó con el que se queda a dos pasos de la Duodécima: doble 7-5 en 1h:43. En su decimosegunda semifinal en la Ciudad Condal se enfrentará este sábado (16:00, La1 y #Vamos) a Dominic Thiem, en uno de los duelos más atractivos sobre tierra del tenis mundial (8-3 para el español). El austriaco se deshizo con autoridad del argentino Pella (7-5 y 6-2).
"Era complicado encontrar una sensación agradable, no he jugado ni mucho menos mal. He sacado bien ante un jugador que venía de ganar aquí a Goffin y a Tsitsipas. Sabía que él iba a salir a jugarme agresivo, no a pelotear, y así ha sido. Me he ido a restar más adelante cuando he visto que subía a la red también con el segundo saque. Era un día para estar concentrado", explicó Nadal después de un encuentro que no fue fácil porque Struff varió su forma de jugar, apostó por una estrategia de saque-red en ciertos momentos y entró en intercambios más largos en otros, para intentar desconcertar al de Manacor. Pero se encontró con un rival que elevó al máximo su precisión y solo cometió ocho errores no forzados.
Con sol, poco viento y una temperatura ideal que rondó los 20 grados, las condiciones eran las más le gustan a Nadal y se notó. Arrancó al servicio con un juego en blanco y solo perdió dos puntos con su saque hasta el 4-2. De camino rompió el de Struff y parecía lanzado, pero el teutón reaccionó y recuperó el quiebre de desventaja, se envalentonó con agresividad y riesgo (30 fallos al final) y no se dio por vencido en el primer set hasta que con 6-5 Rafa volvió a sorprenderle. En el segundo, a Nadal le costó más lograr la rotura, aunque tuvo dos ocasiones con 4-3 al resto. Animado durante todo el duelo, en esa fase conectó puntazos de autoridad que le llenaron de confianza hasta ese colofón glorioso con el que estalló para celebrar su victoria, la 18ª seguida en el torneo. Pero quería coger más ritmo, y le dijo a Moyá y Roig que reservarán pista para entrenarse un rato nada más acabar el partido. La avidez del Caníbal ha vuelto.