TENIS | MASTERS 1.000 MONTECARLO
Nadal pasa con nota la prueba de Dimitrov y llega al triunfo 70
Rafa Nadal venció en dos sets a Grigor Dimitrov, que le planteó un partido duro, para alcanzar la victoria 70 en Montecarlo. Solo en Roland Garros ha ganado más (86).
Con más esfuerzo que en su estreno ante Roberto Bautista en el Masters 1.000 de Montecarlo, Rafa Nadal doblegó a un Grigor Dimitrov que reverdeció antiguos laureles y le planteó un partido duro y competido al balear, mucho más de lo que refleja el marcador final: 6-4 y 6-1 en 1h:34. Nadal, en forma y cada vez con mejor ritmo, ya está en cuartos de final. Se enfrentará este viernes (sobre las 15:00, #Vamos) al argentino Guido Pella, un especialista en tierra que pudo con el italiano Marco Cecchinato (6-4, 4-6 y 6-4). Con su triunfo ante el búlgaro, el número dos del mundo llega a los 70 en el Principado de Mónaco (70-4), el segundo torneo que mejor se le ha dado. Solo ha ganado más en Roland Garros (86-2). Su balance ante Dimitrov se va ya a un 12-1 demoledor (5-0 en arcilla).
Nadal arrancó a toda máquina, igual que el miércoles, pero su rival opuso más resistencia y le llevó a largos intercambios de lo que salió airoso al principio. Se adelantó con un quiebre en el cuarto juego y parecía disparado hacia el triunfo. Pero en un día molesto por el fuerte viento racheado que levantaba la arena ocre, Dimitrov elevó su nivel, sobre todo con un brillante desempeño cerca de la red. Tres voleas preciosas le colocaron en posición de romper el saque del español y lo logró. Nadal frunció el ceño y salió a vengarse. Lo hizo justo para sacar adelante el parcial y se encaminó a un segundo set en el que los fallos del vencedor del Masters de 2017 le facilitaron la tarea.
Descosido por el desgaste físico y mental al que somete el de Manacor a sus contrincantes, Dimitrov perdió dos veces su servicio y Nadal no le perdonó. Su tío Toni, superado ya el desliz de sus declaraciones en una conferencia ("Rafael es un lesionado que juega al tenis"), animó en el box del equipo junto con su sucesor, Carlos Moyá. En esa pista, la Rainiero III, que ha visto ganar tantas veces al indiscutible rey del torneo, que afina ese rodillo que aplana la arcilla en la que se mueve como Pedro por su casa. El golpe natural, el revés, el saque, la velocidad... todo le corre de maravilla. Si el cuerpo le aguanta, huele a campeón.