A pesar de haber pasado un año fuera del circuito WTA, Serena Williams (Saginaw, 1981) se las ha apañado para seguir concitando la atención del mundo del tenis. Su maternidad, motivo por el que la estadounidense ha abandonado las pistas esta temporada, y su boda con el empresario de Silicon Valley Alexis Ohanian, han acaparado focos y portadas.

Ella es la jefa del tenis femenino, y ahora tiene intención de volver a brillar con una raqueta en la mano. Craig Tiley, director del Open de Australia, ya anunció que estaría en Melbourne el próximo enero. Según su fisioterapeuta, el español Rubén Mateu, llegará en buena forma: "Siempre está motivada y va a volver porque realmente desea ganar. Su capacidad de recuperación es más rápida que la de cualquier deportista de élite". 

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En su cabeza, ser la jugadora con más Grand Slams de la historia y la tercera en ganar uno después de ser madre. Antes ya lo hicieron Margaret Court y Kim Clijsters. Y precisamente la australiana es la única que hoy en día puede presumir de haber ganado más majors que la mayor de las Williams: 24 por 23. Stefi Graff, tercera en ese escalafón con 22, le concede a Serena el beneficio de la duda: "todo lo que ha logrado en su carrera lleva a pensar que puede hacer lo que se proponga".

El problema es que a su vuelta Serena se encontrará un circuito más competitivo que el que dejó. Al menos en la parte noble del ránking. Ante la ausencia de su rival más dominante, jugadoras como Muguruza, Halep o Karolina Pliskova han pugnado por el número uno este año, dando un salto de calidad en su tenis y en sus cabezas. Por ello el reto será doble. Pero en eso, en consumar grandes retos, Serena ya está más que acreditada.