El cambio físico de Garbiñe: más músculo y fuerza en las piernas
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Uno de los secretos de la mejoría constante de Garbiñe Muguruza, la que le ha llevado a proclamarse campeona de Wimbledon, ha sido su transformación física. Desde que diputó su anterior final en el torneo londinense, en 2015 con derrota ante Serena Williams, la española ha cambiado, su cuerpo está más formado desde el punto de vista atlético.
A finales del año pasado, inició un plan de fortalecimiento a las órdenes de Sam Sumyk, con Laurent Lafitte como preparador físico y Alicia Cebrián como recuperadora. Limpió sus tobillos con una intervención no invasiva para eliminar las calcificaciones. Sus frecuentes lesiones durante la adolescencia le hicieron muy precavida. "Nos centramos mucho en las partes débiles de mi cuerpo para no caer lesionada y estar preparada", decía en enero de este año. Durante la recuperación de los tobillos se centró en mejorar el tren superior haciendo pesas.
Después, los entrenamientos físicos los dedicó a mejorar los desplazamientos laterales, porque en el pasado había tenido problemas para llegar a los golpes abiertos que le lanzaban sus rivales por su inseguridad en los apoyos. Solventado este problema, en los últimos meses ha insistido en el fortalecimiento de las piernas, ahora que los tobillos ya no le molestan.
La diferencia entre la Garbiñe de 2015 y la de 2017 es evidente y se ha notado en una superficie tan exigente en lo físico como es la hierba, donde las rodillas sufren más que en otros terrenos. El cambio en sus hábitos de alimentación, más profesional y ordenada ahora, ha sido también importante. Muguruza ha tenido frecuentemente problemas en los aductores, y por eso se protege el muslo izquierdo con vendas y extensores que le ayudan un poco a hacer los movimientos con más comodidad y sin forzar tanto.