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Tenis | Wimbledon

Djokovic tiene el antídoto para la magia de Nadal

Logró su quinta victoria sobre el español este año en cinco finales

<b>HASTA LUEGO. </b>Nadal se despide del público de Wimbledon, donde ha sido campeón en dos ocasiones, hasta el año próximo. Djokovic le sigue con la preciosa copa en sus manos.
efe

Contra Rafael Nadal, Novak Djokovic ya opera con aquella superioridad mental de los capitanes de las antiguas selecciones de Yugoslavia, aquellos plavi, ante los españoles de hace bastantes décadas. Es así por cuatro razones como cuatro finales, las que Djokovic arrebató a Nadal en Indian Wells, Miami, Madrid y Roma. Esos cuatro triunfos fueron los escalones que franqueó el serbio, nuevo número uno mundial, rumbo al quinto, último (por ahora) y mayor golpe: la conquista de Wimbledon.

Tras esas cuatro derrotas, Nadal ya vio a Djokovic con un halo de maldición. Tanto, que la sombra del demonio serbio aún persiguió a Rafa psicológicamente en los comienzos de Roland Garros, donde el mejor Federer apartó a Djokovic de otro cruce mortal con Nadal.

Pero los cuatro fantasmas de la primavera se le aparecieron de súbito a Rafa cuando servía con 4-5 abajo en el primer set de su quinta final en el All England. Nadal había aguantado gracias a un 81% de primeros y variados servicios, con los que, casi al modo de John McEnroe, ganaba el 77% de los puntos. Pero, con segundos saques, Rafa hizo sólo uno de cinco puntos; en el juego de pista, la capacidad defensiva de Djokovic empezaba a ser impenetrable. Y ahí, en 4-5 y 30-0, bastó que Djokovic restara e intuyera las dudas y las sombras: Rafa titubeó, perdió cuatro puntos seguidos y cedió servicio y set en el primer punto de break del partido, que volcó hacia las manos del que iba a ser primer campeón serbio en Wimbledon.

Claves.

Pero, si Bjorn Borg, el mismo McEnroe y el legendario árbitro Alan Mills coincidían en dar ganador a Nadal, ¿qué ocurre para que Djokovic gane cinco de cinco y saquee casi cada joya del tesoro de Nadal? Djokovic es ahora a Nadal lo que Nadal es a Federer: maneja las claves y ritmo del juego de Rafa, se lo sabe de memoria, y, merced a un atleticismo y anticipación asombrosos, neutraliza y extirpa con el bisturí de su revés y el martillo de su servicio cada resorte del juego de Nadal.

El versátil Djokovic controla tempo de juego y centro de pista. Lo que vale a Rafa ante Federer o Andy Murray no le vale ante Djokovic. Lo que a Federer le vale incluso ante Djokovic no le vale ante Nadal.

Casi a ojos cerrados, siempre en el puente de mando, Djokovic liquidó el segundo set en 6-1. En 74 minutos, Nadal se veía ante una misión casi imposible. Djokovic se relajó, Nadal combatió, cerró el tercer set en 6-1 y volvió a ceder puntos decisivos en el primer juego de la cuarta manga (bola de break) y cuando servía con 3-4 (doble falta) en ese set que ya era todo o nada. Con 5-3, Djokovic olió sangre, atacó la red con todas sus ganas y tomó el Camelot de Wimbledon, el torneo soñado. Rafa Nadal entregó ayer un nuevo trono, pero esta guerra no empezó en el All England ni tampoco termina aquí.