La mano que mece la cuna

Montjuic solo traía malos recuerdos para el Valencia (allí perdió cuatro finales de Copa, entre ellas la primera de su historia, 1935, y después tres seguidas, 1944, 1945 y 1946) hasta que llegó el equipo de Rafa Benítez y cambió esa leyenda negra. En la montaña donde hoy juega por primera vez contra el Barcelona (261 veces se han visto las caras, el duelo más veces repetido para el Valencia), Rubén Baraja fue partícipe de un encuentro contra el Espanyol en 2001 cuyo desenlace bien se puede decir que trajo consigo dos Ligas, una UEFA y una Supercopa de Europa, por lo que hubiera supuesto una derrota (el despido de Benítez, decisión que al descanso rondaba en la cabeza de la directiva) y finalmente no pasó (tras remontar un 2-0 con goles de Rufete e Ilie).

Esta noche el Valencia jugará en Montjuic metido en una fiesta a la que no estaba invitado: la pelea por Europa. A tal objetivo le ha llevado el buen hacer de la Quinta del Pipo, llamada así porque es Baraja la mano que mece la cuna, un entrenador que llegó a Mestalla empujado por su rol de leyenda y que se ha ganado el respeto del fútbol por su presente y su futuro. Pase lo que pase en las seis jornadas que restan, quede donde quede en la clasificación, la temporada por lo hecho en el césped solo puede calificarse de éxito. El Valencia ha encontrado gracias a Baraja una rampa de despegue, un atisbo de proyecto. Ojalá Lim se lo de, le renueve, y no la pifie ni lo destroce como de costumbre.

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