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Camavinga, Nacho y Ceballos, tres que responden

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Ni rastro del Valencia que llevó al Real Madrid a la tanda de penaltis en la semifinal de la Supercopa. Han pasado tres semanas desde aquel partido, que encontró al equipo de Ancelotti en el punto más bajo de la temporada, crisis que se ha resuelto, o es lo que parece. En el Valencia todo son malas noticias, empeñado en profundizar en los problemas, que vienen de tan lejos que han convertido los últimos años del club en el periodo más desesperante de su historia.

La expulsión de Gabriel Paulista, una patada vergonzosa para un profesional de élite, subrayó toda la angustia que padece el club. Ese feísimo tabazo fue la metáfora de este Valencia, que una vez más se asoma a los puestos de descenso. Tras el adiós Gattuso, le sustituye Voro, valencianista de toda la vida, uno de esos hombres que todos los clubes guardan en la retaguardia cuando se desata la tormenta. Lo tiene crudo.

El Madrid recibió noticias contradictorias. Por una parte, victoria, golazo de Asensio, un típico Vinigol –no hay quien detenga al extremo brasileño cuando corre a campo abierto– y las excelentes sensaciones que transmite Camavinga en su novedosa posición como lateral izquierdo. Camavinga es una navaja suiza que se acomoda a todos los cometidos, el tipo de jugador con el que sueña cualquier técnico, pero con un posible problema de dispersión para el joven futbolista francés.

Los jugadores con pretensiones, y Camavinga las tiene desde que apareció con 16 años en el Rennes, quieren certezas y un lugar de referencia en la alineación, una ubicación cotidiana que lleve su nombre y apellido. El nomadismo se acepta en los años jóvenes, donde conviene hacer méritos y no oxidarse en el banquillo. Pero esas cuestiones le quedan lejos aún a Camavinga. Por ahora, su rendimiento cada vez pesa más en la crecida del Madrid.

Reaparecieron Tchouameni y Carvajal, buena noticia para el fragor que se avecina en las próximas semanas. Liga, Champions y triple partido con el Barça, dos en la Copa y el otro en el campeonato nacional. Ancelotti ha manejado en las últimas semanas una plantilla cortada, afeitada además por la condición siberiana de Odriozola, Mariano y Vallejo. Cualquiera que sea el estado de salud del equipo, son tres que no juegan.

Vienen unos y se van otros, esta vez Benzema y Militao, que abandonaron el partido con dolores musculares. Veremos en qué terminan, si en falsas alarmas o en las pejigueras tan frecuentes en esta clase de lesiones. Al Madrid le salen partidos como setas, cinco de ellos como reconocimiento a sus éxitos en la anterior temporada. Ha disputado la final de la Supercopa de Europa, dos partidos de la Supercopa de España y le llegan dos en el Mundial de Clubes, todo eso en la temporada más comprimida que se recuerda y el equipo afectado por un carrusel de lesiones.

Han entrado con buen pie los que jugaban poco o se les cuestionaba a principio de temporada. En septiembre, el Bernabéu censuraba a Asensio. En febrero se han restablecido totalmente las relaciones entre el jugador y la hinchada, entusiasmada con el sartenazo del mallorquín en el primer gol del partido. Ceballos juega mucho y juega bien. Aprovecha unas oportunidades que hasta hace poco eran cada vez más escasas.

En cuanto a Nacho no hay novedades, año tras año comienza el curso al fondo del banquillo y lo termina como un campeón. Es uno de esos impagables defensas que conocen el oficio y las responsabilidades al dedillo, un fenomenal zaguero que lleva al Real Madrid en vena.