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LA DORMILONA

Ari Sánchez, una líder silenciosa

La española asciende por segunda vez a lo más alto del ranking World Padel Tour y luce un traje que le sienta a la perfección, el del liderazgo en silencio.

Ari Sánchez durante el Madrid Master de World Padel Tour.
World Padel Tour

En silencio, sin estruendos, Ari Sánchez se ha hecho a sí misma. La jugadora española vive inmersa desde hace varias temporadas en un proceso de metamorfosis que ha llevado a su actual proyecto a lo más alto: el número uno del ranking World Padel Tour.

Porque líderes, hay muchos. Variados son los perfiles que asumen el papel protagonista en la consecución de los objetivos y más complejos aún aquellos que se ponen al frente de ellos. Ego, dudas, miedo o presión son compañeros de viaje que, en muchas ocasiones, perfilan sus caracteres.

Pero el caso de Ari es paradigmático. La jugadora tarraconense, quizá por su naturaleza, luce un traje que pocas veces tiene reconocimiento y que habita en la sombra. Tranquila, sosegada, sin demasiado gesto de cara a la galería, Sánchez ha conseguido siempre encontrar en el silencio el mejor de los mensajes.

Y es que para entender la figura de la nueva número uno del pádel mundial -junto a Paula Josemaría- basta con hacer una retrospectiva en su carrera. Contexto lo llamamos ahora.

Ari Sánchez y Marta Ortega celebran un punto en el Granada Open 2018.
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Ari Sánchez y Marta Ortega celebran un punto en el Granada Open 2018.World Padel Tour

Ari, que ya llamaba la atención en menores, destacó pala en mano del lado de Martita Ortega. Aunque su debut en World Padel Tour se remonta a 2013 no sería hasta cuatro temporadas después cuando daría el salto, el gran salto, del lado de Ortega. La madrileña, gran promesa del pádel nacional, había sido tan precoz en el despunte que acapararía todos los focos.

Por aquel entonces Ari era un tiro de gracia. Casi constante. Aunque muchos no lo recuerden, Ari era una jugadora de golpes. De muchos golpes. Vertiginosa en su pádel, esgrimía un juego ofensivo, una capacidad para la pegada y un don innato para lo virtuoso que cogió desprevenidas a sus rivales y al mundo del pádel. ‘Magic’ Sánchez la llamaban.

Una situación similar viviría con Alejandra Salazar. Sánchez pasaba de un proyecto a una realidad. Si con Ortega apuntaban a, con Salazar se le exigía que. Del riesgo de asumir el riesgo a la necesidad de demostrar un pádel ya hecho. Que una exnúmero uno apostara por una jugadora en proceso tenía sus peligos. Ella, los aceptó.

Ari Sánchez y Alejandra Salazar celebran la victoria en el Estrella Damm Open 2020.
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Ari Sánchez y Alejandra Salazar celebran la victoria en el Estrella Damm Open 2020.World Padel Tour

Y entonces empezó a mutar. Ya en proceso de convertirse en lo que sería, el periplo junto a Salazar sirvió a Sánchez para forjar pádel y naturaleza al mismo tiempo. Ari, como decíamos, había lucido la figura de pegadora o definidora y del sentirse cómoda en el todo o nada. Ahora, la exigencia pasaba por sostener el volumen de juego, mantener el caudal defensivo y sostener la transición. Y, con altibajos, lo consiguió.

Costó, no parecía llamada a ello, pero en dos años de emociones, se hizo a sí misma. También la hicieron. Muchos momentos forjaron su carrera, pero para el recuerdo quedará siempre aquella final del Master Final en Barcelona en 2019.

Hasta entonces, había asumido el papel secundario, el de complemento o acompañante. Acabado 2020, era el momento de dar un paso al frente. Y lo hizo apostando por un proyecto junto a Josemaría, la jugadora que más había crecido en los dos últimos años. Ahí estuvo el gran cambio.

Ari, lejos de buscar su zona de confort, eligió salir de ella. Sabedora o no de la necesidad de evolucionar su papel, arriesgó, apostó y salió cara. Asumiendo todas las veces que saldría cruz. El crecimiento, el que vale, surge de afrontar y aprender no de huir o renegar.

Ahora, dos temporadas casi completas de por medio, sabe que valió la pena. O eso intuimos desde fuera. Quizá para ella lo hizo hace mucho o quién sabe si incluso desde el principio. Lo cierto es que la consecución del número uno del ranking, aunque sea fugaz -que puede serlo- le ha dado la razón.

Ariana Sánchez, llorando, y Paula Josemaría, celebran la victoria en el Madrid Master 2022.
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Ariana Sánchez, llorando, y Paula Josemaría, celebran la victoria en el Madrid Master 2022.World Padel Tour

Y lo hizo porque, entonces sí, sabía que su pádel estaba preparado para cambiar. Ya lo había hecho, cómo no. Si comenzábamos comentado que era eléctrica y con tendencia a la pegada sin importar casi el cuándo y el cómo, sus skills irían completándose hasta componer una jugadora más versátil, paciente y completa. La erosión de la exigencia había moldeado a una líder silenciosa.

Porque de Sánchez sorprende no que gane, que defina o que asuma el papel protagonista si toca. Por ella habla su juego. Inteligente en la elección, camina con éxito en la fina línea del riesgo. Del margen. Cada golpe, ya sea en bandeja, salida de pared, derecha, revés o volea, supera con escaso margen la altura de la red. Eso, que podría ser casualidad, si se repite de forma sostenida en el tiempo se llama patrón de juego.

Sánchez ha vivido un proceso deportivo y vital apasionante. Sumida en una carrera constante, ha sabido reivindicarse de la mejora forma, con el reconocimiento externo. En silencio, ella ha ido encontrando su espacio. Sin perder el rumbo, cambiar su personalidad o desviar el foco. Estaba llamada a ser una líder, pero quizá no lo sabía. Y no hay mejor sensación que evolucionar y crecer y seguir reconociéndote en el espejo.