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De la Copa de África al campo de reeducación

Los jugadores de Costa de Marfil fueron internados en un campamento militar tras ser eliminados en 2000.

Uno de los goles de Camerún a Costa de Marfil en 2000.

La Copa de África de 2000 se celebró por primera vez a caballo entre dos países, Nigeria y Ghana. Con sus peculiaridades, ya era un campeonato muy asentado, tres años más antiguo que la propia Eurocopa (la primera edición data de 1957, si bien con solo tres participantes, y la ganó Egipto). En Europa tenía bastante seguimiento, sobre todo en Francia, donde jugaban ya entonces muchas estrellas africanas procedentes, claro, de los países francófonos. Pero no solo allí. Muchos otros países europeos tenían ya jugadores africanos o enviaban observadores a buscar nuevas figuras.

Se disputó en dos fases, la primera en cuatro liguillas de cuatro y a partir de ahí eliminatorias con los dos primeros de cada grupo. Desde el sorteo se detectó un grupo especialmente fuerte: Camerún, Ghana, Costa de Marfil y Togo. Camerún, donde empezaba a asomar Eto’o, por entonces en el Madrid, siempre fue una gran potencia del fútbol africano. También lo era Ghana, que jugaba la primera fase de local. Costa de Marfil, que será la protagonista de esta historia, cotizaba también fuerte. Sobre el papel solo se veía a Togo como una selección de nivel más flojo.

El campeonato se desarrolló entre la última semana de enero y las dos primeras de febrero. Muy poco antes, a finales de diciembre, se había producido en Costa de Marfil un golpe de estado del que salió proclamado Jefe de la Junta Militar Robert Guéï, que había sido Jefe de las Fuerzas Armadas con el presidente depuesto, Henri Konana Bédie, hasta que este le apartó del cargo y le expulsó del ejército porque no quiso movilizarlas contra su opositor, Alassane Outtara. Los jugadores volaron a Ghana dejando atrás un país revuelto.

Arrancaron mal, con un inesperado 1-1 ante Togo, el mismo resultado con el que abrieron el grupo Camerún y Ghana. En la segunda jornada, mientras Ghana se deshacía de Togo fácilmente (2-0), Costa de Marfil sufría un duro 3-0 ante Camerún, llamada a ser la campeona final. El panorama estaba verdaderamente mal para Costa de Marfil cuando afrontaba su tercer y decisivo partido ante Ghana. Sólo se clasificaría ganando por tres goles y el partido se jugaba en la capital del país rival, el Acra Sports Stadium, ante 40.000 entusiastas ghaneses. Costa de Marfil echó el resto, desarboló a Ghana y ganó 0-2. Insuficiente. Quedó fuera y pasaron Camerún (que sería campeona) y Ghana.

A Costa de Marfil sólo le quedaba empaquetar y marcharse. Después de todo, no se sintieron tan mal. Pensaban que habían enmendado el último día los errores previos, habían tenido a Ghana al borde de la eliminación y solo una serie de infortunios el día de Togo habían dado lugar a aquel dichoso 1-1. Regresaban con una victoria, un empate y una derrota. Después de todo…

Así que cuando tomaron el vuelo hacia Abiyán, la capital del país, iban tristes pero tranquilos, sin suponer lo que les esperaba. Ya aproximándose al destino los más avezados notaron que el avión estaba cambiando de rumbo y preguntaron. Les contestaron que en el aeropuerto de Abiyán se había producido una catástrofe, que estaba inutilizado y que iban a aterrizar en Yamusukro. Una vez allí, se determinaría si habrían de completar el viaje por carretera o en avión, caso de que el aeropuerto de Abiyán hubiera sido ya despejado.

Pero al aterrizar en Yamasukro les hicieron subir en dos caminos militares y les llevaron al campamento de Zanbrako, situado a 30 kilómetros. A su llegada les retiraron los teléfonos móviles y les anunciaron que estaban retenidos para aprender “civismo y disciplina”. El programa consistiría en madrugones, instrucción militar, marchas duras y estudio de libros de patriotismo. Al frente del operativo de reeducación estaba el mismísimo Robert Guéï, el hombre que tomaba todas las decisiones en Costa de Marfil.

Por suerte para ellos, el asunto trascendió fuera del país, sobre todo en Francia, donde jugaban siete de esos internacionales. También había dos que jugaban en Italia, otros dos en Bélgica y uno en Holanda, Escocia y Suiza. Sus clubes movieron a las autoridades de sus países y la presión diplomática ablandó a Robert Guéi, que los soltó a los cuatro días improvisando un embuste: no habían sido internados en un campo de reeducación, sino que se había retrasado su llegada a Abiyán para que se enfriara la cólera de la población, que les esperaba en el aeropuerto con malas intenciones.En aquella selección estaba Kalou, que seis años más tarde se convertiría en héroe nacional al marcarle a Serbia el gol decisivo que permitiría a Costa de Marfil acudir a un Mundial por primera vez en su historia. Por entonces Robert Guéï llevaba cuatro años muerto, víctima a su vez de otro golpe militar.