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LA DORMILONA

Campeonato de España: 2021 no fue 2020

El “no” femenino, la competición deportiva o las jóvenes promesas resaltan en una edición que ha ido de menos a más en el WiZink Center.

La pista central del Campeonato de España de pádel en el WiZink Center.
Manu MarquezFotopadellive

El pádel es un deporte extraño. Muy extraño. Famoso por sus comienzos elitistas, por su rápida popularización en la última década, por su imparable escalada en el plano internacional o por su crecimiento incomparable pospandemia, tiene una tendencia clara a alimentar el ruido. Como si cuando más argumentos tuviera para crecer, más se empeñara en lo contrario.

Y es que el Campeonato de España de pádel 2021 ya ha dejado caer el telón. Y lo ha hecho tras muchos días saltando a la palestra informativa, tras haber generado opiniones para todos los gustos, tras vivir una agitada semana de competición deportiva y, además, haber hecho un ejercicio loable de supervivencia por salir adelante . Y, todo, con una tendencia llamativa a la histeria.

Porque por todos es conocido qué ha sucedido y cuál ha sido el resultado. Como sucede en la sociedad actual, todos han -hemos- formado opinión y hemos sentenciado a culpables, ajusticiado a los herejes y condecorado a los -nuestros- héroes. La vida, ahora, funciona así, a golpe de tuit.

Pero el Campeonato de España deja puntos notables que analizar y si ya en 2020 hicimos balance en La Dormilona, en 2021 intentamos de nuevo abordar lo positivo y lo no tanto.

El “no” del ranking femenino

Se ha escrito mucho sobre esto y sería redundante querer sentar cátedra sobre ello. El Diario AS ha informado del plante de las jugadoras y de la retirada de estas. Y cada uno ha sacado sus conclusiones, ha adjudicado ya el papel de vencedores y vencidos y, ahí, poco o nada se puede hacer.

Lo único cierto es que el “no” de las jugadores -no de todas pues 7 parejas en su mayoría jugadoras jóvenes, muy jóvenes, sí han participado- ha sido lo que ha monopolizado este Campeonato de España. Antes y durante. Veremos el después.

Y es una pena porque nadie gana y todos y todas pierden. Las jugadoras, por no jugar. La organización, por haber errado y no haber podido revertir la situación. La FEP, por ser la responsable final. La afición, por haberse dejado arrastrar. Y, el pádel, en general, por volver a ser portada, foco y atención por algo ajeno a su eclosión deportiva.

Nadie debe poner en duda que el pádel, como la sociedad, debe ser igualitario. Sin paliativos. Es indispensable para que crezca. Al igual que la unión de las jugadoras. Pero el mensaje recibido -quizá no el emitido-, las presiones realizadas, el momento y la lectura sesgada que se ha hecho de todo este tema está lejos de ayudar a este deporte en su crecimiento.

El pádel, en los medios

Dicen que hablen, aunque sea mal. En comunicación es una de esas máximas popularizadas que está lejos de ser real. Que hablen, sí, pero que sea para bien porque la imagen de marca cuesta mucho construirla y las crisis de reputación son nada fáciles de solventar.

El pádel ha sido noticia durante dos semanas en los medios. La tourné padelera por televisiones, prensa escrita, radios y redes sociales ha hecho que el teléfono escacharrado haya sacado a relucir la palabra pádel en muchas y muy variadas conversaciones. Pero no todo ha sido eso.

El Campeonato de España ha tenido streaming desde la primera ronda de previa -una demanda general- y ha contado con una cobertura mediática notable que hace no tanto era difícil imaginar. Basta

Porque el año pasado Movistar fue la cadena encargada. Este, RTVE. Teledeporte ha vuelto a apostar por el pádel después de muchos años y a las retransmisiones entre su canal en abierto, la web o Youtube, se ha sumado una cobertura notable en informativos, programas y espacios. Y es de celebrar, pero nadie se debe conformar.

Pasada la competición, los titulares deportivos han sucedido a los llamativos. Muchos y relevantes medios han sido los que se han hecho eco de los títulos las mellizas Rodríguez y Di Nenno y Garrido. Y eso es porque el pádel empieza a tener un espacio que debe intentar cuidar, fomentar y hacer crecer.

La competición, una balsa

Con el inicio de la competición, como era de esperar, el sonido de la pelota ha ido sofocando el de los taquígrafos, timelines, whatsapps y corrillos. Y menos mal.

El 20x10 ha intentado cumplir con su papel, el de protagonista, y los jugadores y jugadoras participantes han sido una balsa a la que agarrarse para centrarse en el motivo que había llevado una pista de cristal al WiZink Center: el pádel.

Mario Huete y Adrián Ronco durante la competición.
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Mario Huete y Adrián Ronco durante la competición.FEP

Muchos nombres se han de apuntar, muchas actuaciones se deben destacar y más son las horas de pádel de muchos quilates los que se han vivido en un torneo que, poco a poco, ha ido enganchando a los aficionados -otros muchos decidieron devolver sus entradas- hasta presentar una jornada dominical esperanzadora con las gradas muy, muy pobladas.

Costó entrar en calor, pero la sensación deportiva quedará en agridulce. Faltaron jugadores y jugadoras de renombre, sí. Todos echamos de menos a los Galán, Lebrón, Navarro, Salazar, Triay, Ortega y cía, pero se ha de reconocer los méritos de los que han estado en pista y que han mostrado un nivel notable cuando las circunstancias menos acompañaban.

Garrido y Di Nenno y las mellizas Rodríguez se consagraron como campeones y campeonas por mérito propio, pero hay muchos más nombres. Mario Huete, Adrián Ronco, Miguel Semmler o Sergio Alba son algunos de ellos.

Los jóvenes, la esperanza

Quizá es lo más positivo de todo el torneo. El futuro. Y no a nivel organizativo -que está por ver- y sí deportivo. La pista ha destacado varios nombres que componen el pádel que está por venir.

Porque en categoría masculina -la más prolífica- se ha podido disfrutar de algunos jóvenes talentos que están dentro de esa nueva ‘New Wave’ que está cambiando el pádel y que ahora vive sumida en las competiciones federativas y en las previas de World Padel Tour.

Laia Álvarez y Andrea Colinas durante la final del domingo.
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Laia Álvarez y Andrea Colinas durante la final del domingo.FEP

A algunos ya les sonarán los nombres de Javi Leal y Álex Arroyo pues ya han protagonizado capítulos sonados en WPT. Pero hay más. Arnau Ayats (21), Pablo García Rodrigo (18), Jairo Bautista (20), ‘Chipi’ Muñoz (22), Jesús Moya (21) o Álvaro Meléndez (20), dejaron su impronta en la central del WiZink en un claro aviso de que suyo es el futuro más inmediato.

Y en la femenina también. Eunice y Priscila Rodríguez, Laia Alvárez, Andrea Colinas, Minerva Huertas o Lidya Silván, tendrán espacio en el pádel que está por llegar y ya han demostrado saber rendir bajo presión y en un escenario grande.

No todos están llamados a ser números uno, cierto, pero todos tiene opciones de labrarse una carrera profesional en este deporte. Y eso no es poco.

Pasado, presente y, ¿futuro?

Los precedentes con los que llegaba este Campeonato de España eran positivos. Muy positivos. La edición de 2020, catalogada como el mejor Nacional de la historia, hacia presagiar un antes y un después, y aunque se ha intentado, el titular no se repetirá.

Y el por qué es claro. El tsunami previo lo ha condicionado todo. La organización, el emplazamiento, la entrega por mejorar el evento de 2020, los esfuerzos organizativos, los servicios, la activación y la predisposición para que todo fuera más y mejor que antaño, estaban ahí. Y se han de valorar en su justa medida porque, de lo contrario, se caería en la injusticia. Y, sí, la losa ha sido grande.

Priscila y Eudice Rodríguez con el trofeo de campeonas.
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Priscila y Eudice Rodríguez con el trofeo de campeonas.David FernándezEFE

2020 jugó con las limitaciones de las restricciones pandémicas, del aforo, del retorno del público al pádel y de contar, por primera vez, con un escenario inimaginable antes. Que el pádel se mida con llenar el WiZink era impensable hace 5 años, pero, claro, eso ya queda muy atrás. Y por ello se ha de destacar el papel de aquellos que trabajan para el desarrollo de este deporte, que buscan iniciativas diferentes e intentan sacarlo de su zona de confort.

La prueba reina del calendario de la Federación Española de Pádel (FEP) creció, y mucho, en apenas un año y se ha frenado en seco. No en lo deportivo, pero s en lo popular. El mensaje, al final, es el que queda. Este evento hace poco caminaba en el ostracismo más absoluto y, ahora que ha cogido relevancia, debe ser cuidado al detalle en forma y fondo. De lo contrario, su recorrido será muy corto.

2021 tendrá una lectura que será muy diferente para organizaciones, entidades privadas, actores implicados y jugadores que para los aficionados y la sociedad en general. Hay mucho margen de mejora, hay errores de bulto que no deben repetirse y, aún así, hay cosas muy positivas que siguen estando ahí. Se ha de trabajar en pos de la mejora y no en regodearse en el error propio o ajeno. Proactividad.

El pádel, el deporte, llena las gradas incluso cuando menos se espera. El aficionado, el que de verdad mueve esto, sigue ansioso por disfrutar de su deporte favorito. Sigue apostando por su crecimiento. No se rozó el ‘sold out’, cierto, pero la instantánea dominical se juzga por sí sola.

Como en 2020, un Campeonato de España que será recordado. Lástima que no del mismo modo.